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sábado, 1 de abril de 2023

"Con esfuerzo… sí, se puede"


A pesar de estar unos meses fuera de las aulas por mi prejubilación, no dejo de pensar y trabajar en el tema que ha ocupado mi vida, mi alumnado y, especialmente las personas que presentan algún problema, como los alumnos y alumnas con TDAH, aunque creo que en realidad se enfrentan a dicha situación, más que por ellos mismos, por el medio que les rodea en la propia escuela muchas veces, o como les ocurre en la sociedad en el día a día, por a la ignorancia, la soberbia y la desidia de muchas personas con las que se cruzan en su camino, ya tortuoso de por sí en demasiadas ocasiones.

Sigo en contacto con muchas familias de Zaragoza y de otros lugares por diferentes medios y estoy dispuesto a seguir así. Ayer leía en Facebook el comentario de una madre, conocida por este tema, y veía lo orgullosa que está con su hija, y con razón, porque debido a su esfuerzo y las medidas ordinarias aplicadas por su centro, ha conseguido superar con buenas calificaciones este segundo trimestre. Coincido con ella, como he dicho siempre en la importancia de valorar el esfuerzo por encima de las calificaciones.

Más tarde tuve una larga conversación con otra madre, amiga de una antigua alumna que la puso en contacto conmigo, preocupada por el más que posible TDAH de su hijo. Buscaba información sobre el tema, pero tenía muy claro lo que os acabo de contar en el caso anterior.

Todo esto me recordó un caso de hace ocho años y medio, que os cuento con el permiso de la madre desde aquel día y que no publiqué entonces. Le hablaron de mí, se puso en contacto conmigo y concertamos una entrevista para hablar del chico. Quería consejos sobre el tema y también sobre a qué centro llevar a su hijo. Prefiero copiaros tal cual, el correo que recibí un curso después de aquella conversación y del que he cambiado solo el nombre del chico.

“Buenos días Javier, quiero hacerte partícipe de mi alegría, mi hijo Luis ha titulado, la verdad es que estamos muy contentos, estos días en que mis compañeros de trabajo me hablan de que sus hijos están estudiando en EEUU, o que han sacado "cum laude" en alguna sesuda carrera, la verdad es que veo cierto desfase en mi alegría, pero da igual, para mi este título viene a ser la recompensa a tanto esfuerzo, es como si hubiésemos tocado Marte. 

Creo que me comprendes.

Ha habido en este intensísimo año de todo, solo me quedo con lo bueno y positivo, iniciamos una nueva etapa, nos vamos a formación profesional, aprovechamiento y conservación del medio natural, (antiguos forestales); me ha parecido que el contacto con la naturaleza, que a él le encanta, y el poder no estar tanto tiempo sentado en una silla, (así lo espero), pueda gustarle, no lo sé, la verdad. 

Quiero recordar tu sinceridad a la hora de recomendarme tu centro, y tu empuje a tomar la decisión, sea cual fuere, sería acertada, así ha sido. Eres culpable en cierta medida de esta titulación en ESO, de forma sutil, y en la sombra; quería en consecuencia que saboreases mi/nuestro pequeño triunfo. 

Gracias Javier, 

Un super- abrazo. 

Y mucho ánimo para este curso, saca lo mejor de ellos, aunque esté escondido.”
 

Si lo pensamos, igual tampoco es tan difícil. ¿Nos os parece? Vamos a seguir por este camino dándoles la mano en su trabajo diario y en su vida en general.


Fco. Javier Lozano 1 – abril – 2023


 

viernes, 10 de marzo de 2023

"Sentimientos producidos por el TDAH"

Desde que estoy prejubilado –no jubilado del todo aún– el tiempo ha tomado otra dimensión, tanto para bien, pues los horarios ya no existen de la misma forma, como para mal, ya que es más complicado hacer otras cosas que antes formaban parte de tu día a día.

Una de las cosas que llevo tiempo haciendo es organizar mis cosas, las de mi cuarto de estudio, la mesa, que hace tiempo que no la uso para lo que más me gustaba, mis discos duros, papeles e información que llevaba conmigo años. Algunas totalmente inútiles ya y otras con su valor.

Haciendo esta revisión van apareciendo cosas curiosas –algunas ya las iré comentando. Encontré hace unos días un papel que no tengo ni idea de quién lo pudo escribir, aunque me van viniendo a la cabeza alumnos y alumnas que he tenido la suerte de conocer y poder ayudar a que fueran avanzando y solucionando en lo posible sus problemas. En este caso me temo que de un caso de TDAH.

Os lo copio porque la letra y la redacción es cómo es, lógicamente. Ya lo comprobaréis en la foto de portada del artículo.

 

“Cuando mis compañeros me dicen que me calle porque molesto, yo me siento triste porque no me gusta molestar a nadie. En mi casa también me entristezco porque cuando mis padres tosen yo lo repito sin querer y me entristece porque mis padres tienen que aguantarme y no me dicen nada.”

Solo quería recordar con este mensaje, tan claro y contundente, de este niño o niña, no lo sé, a todas esas personas que siempre creen que nuestros afectados/as con TDAH –también con otros trastornos– hacen lo que hacen a idea por molestar, porque les gusta hacer rabiar a los demás, a ese alumno que atiende en clase o a ese otro que hace cualquier otra actividad.

Todas las personas que están habituadas a tratar a estos niños y niñas con trastornos neurobiológicos, como el TDAH, especialmente madres, padres, familiares cercanos, médicos, sanitarios, personas de asociaciones y profesores –si tienen suerte de dar con ellos– saben de sus características y hacen oídos sordos a todas esas palabras que guiadas por el desconocimiento y las ganas, a veces, de que todos seamos exactamente iguales –sobre todo como a ellos les gustaría– no hacen más que daño a la imagen de un trastorno que los demás tratamos de minimizar con trabajo y esfuerzo, además del de estos niños y niñas, que añaden estos comentarios tan perjudiciales a esa mochila que ya llevan las veinticuatro horas del día.

Simplemente quería compartir este documento, de un enorme valor por su contundencia, su sensibilidad y especialmente porque, aunque parece escrito con un simple bolígrafo, creo que esta personilla la ha escrito con el corazón. 

                                                  Fco. Javier Lozano, 9 – marzo – 2023 


miércoles, 18 de enero de 2023

"Siempre a vuestro lado"

 



Ya ha pasado más de una semana desde que cerré la puerta del aula tras mi última clase, un momento que parecía que nunca llegaría. Tras ella quedaron muchos recuerdos, vivencias que espero que hayan servido a montones de personas que se han cruzado en mi camino. Desde ese día una sensación extraña me acompaña. Trato de aprovechar mi tiempo reorganizando mis cosas, apoyando a cuantos compañeros requieren mi ayuda o mi consejo. Dedico también parte de él a unas niñas chinas que no hablan ni una palabra de español, complementando lo que aprenden fuera de aquí por las tardes. He estado en alguna clase porque faltaba alguien y acompaño un par de horas a una compañera en apoyo de matemáticas.

 Además de todo esto, hace unos días entraba a verme a la sala de profesores un antiguo alumno del que fui tutor y, tras contarme cosas de su vida en los últimos años, me decía que iba a venir a hacer el prácticum de sus estudios universitarios de química. Desde ese día nos vemos a diario. También he conocido a un puñado de jóvenes que han venido como él y, gracias a ese grupico, la estancia en las horas en que no salgo del centro son mucho más amenas, pues comentamos inquietudes y compartimos vivencias. Entre ellos hay otro par de alumnos de hace bastantes años. Se siente algo tan especial al verles de nuevo.

 Así van transcurriendo mis días, llenos de horas en las que hacer cosas para mejorar en lo posible todo aquello que tenga que ver con mi trabajo y con el de la gente que me rodea.

Pero una de las cosas que más me gustan, que más me llenan, es cuando subo por cualquier causa por las plantas donde están las aulas. En los cambios de clase, los alumnos y alumnas que han convivido conmigo, especialmente en el último curso y el primer trimestre de este, van de aula en aula mezclados con decenas de compañeros que hacen los mismo que ellos en ese instante. Es un momento que me llena porque refleja ese cariño sin medida que yo he dado a todos ellos y que ahora me devuelven en forma de abrazos y besos y diciéndome que vuelva a clase con ellos. Entre toda esta gentecilla encuentro especialmente a quienes me han sentido muy cerca cuando me han necesitado por tener TDAH, síndrome de Tourette, sentirse acosados y mil cosas más. Desde luego, ellos me van a tener siempre a su lado ¡Les echo de menos a todos! 

Fco. Javier Lozano, 18 – enero – 2023

miércoles, 21 de diciembre de 2022

"Cerrando la puerta"


Aún recuerdo la ilusión que me llevó a la Escuela de Formación del Profesorado tras atravesar mi adolescencia. Por fin mi sueño de ser maestro iba a empezar a convertirse en realidad a base de esfuerzo y dedicación a libros de Psicología, Pedagogía, Didáctica y otras muchas asignaturas, además de las de la especialidad de Matemáticas y Ciencias de la Naturaleza que yo había decidido seguir. Luego vino aquel primer colegio, San Juan de la Peña, en los bajos con poca luz de unos edificios de los que bajaban aquellos alumnos que daban luz a mis primeros años de profesión. Por fin estaba dedicando mi vida a esos chicos y chicas con quienes yo había soñado, ayudando a sus familias en su formación. Fueron unos años entrañables, de ahí el cariño que todavía les tengo y ellos a mí. 

Más tarde llegaría el cierre de mi añorado colegio y mi llegada a San Valero, un centro con muchas posibilidades. Fue entonces cuando amplié mis estudios con la carrera de Ciencias de la Educación (Pedagogía) en la especialidad de Orientación escolar, lo que sirvió para que ejerciera unos pocos años como orientador, hasta que las circunstancias me mandaron de vuelta a las aulas, cosa que aproveché para seguir estudios de doctorado, dedicándome después al TDAH sobre todo, además del Síndrome de Tourette, el acoso escolar y otros trastornos. Comencé a escribir algunos libros y a viajar de un lado a otro dando charlas sobre esos temas, referidos al trato del alumnado en el aula.

Han pasado muchos años desde que pisé por primera vez un aula y sentí el cariño que solo saben transmitir esos alumnos y alumnas que te miran, esperando siempre que les ayudes a seguir adelante en su vida, a través de unos ojos que te transmiten también todo lo que les rodea y que tal vez sus palabras no saben transmitir de igual manera.

El tiempo ha seguido su curso y poco a poco, casi sin darme cuenta, ha llegado la hora de dejar paso a gente que venga con las mismas ilusiones que me empujaron a mí a meterme en este mundo de la educación. Dentro de mi prejubilación, hoy he terminado una primera fase. Ya no voy a dar clase nunca más, se acabo el corregir exámenes, las reuniones de evaluación, acudir a cursillos y otras cosas similares. Desde este momento voy a concentrar el tiempo que me queda hasta la jubilación en varias fases pudiendo disfrutar ya de meses fuera de mi trabajo diario. A partir de ese momento podré tener tiempo libre para mis cosas, entre las que se encuentran seguir apoyando a los niños con problemas, allá donde me necesiten, sin ataduras de horarios de clase.

De momento espero estar desde enero, poco menos de dos meses, apoyando a otros jóvenes profesores en sus clases y otras labores de apoyo que haré encantado por ese alumnado al que seguiré queriendo como ellos me quieren a mí.

Hoy ha sido un día muy especial. Me he despedido de mis alumnos como profesor de asignatura, nos hemos hecho fotos, me han escrito cosas preciosas e incluso me han hecho algún que otro regalillo para que les recuerde. Al final, he pedido que me hicieran una foto que habla por sí sola. En ella se ve cómo cierro la puerta del aula donde he impartido mi última clase, oficialmente la última de mi carrera profesional, la última de mi vida como docente, aunque seguiré siéndolo mientras viva. Al cerrarla, no queda atrás solamente un grupo de pupitres, una pizarra o la mesa del profesor. Lo que realmente queda tras esa puerta son muchas ilusiones, vivencias, momentos malos y buenos, alegrías, penas, risas y multitud de susurros. En realidad, tras esa puerta quedan encerrado cuarenta años de mi vida.

Muchas gracias a todas las personas que habéis pasado por mis aulas y habéis llenado de sentido la mayor para de mis años, de toda una vida.

             Fco. Javier Lozano, 21 – diciembre – 2022

lunes, 28 de noviembre de 2022

“Buen título para el tema de matemáticas”

 

“Buen título para el tema de matemáticas”

 


A todos nos va pesando siempre la semana, pero al llegar a la última hora de clase del viernes, ese peso es ya mucho más visible en nuestro alumnado. El viernes pasado entramos a clase y, entre lo dicho y que estos días la bronquiolitis y otras patologías están mermando la asistencia a las aulas, tras comentar lo que íbamos a hacer, cada uno con más o menos ganas se puso a trabajar en lo que les había dicho. 

Cuando llevaban centrados unos minutos nada más, uno de los alumnos de primero de la E.S.O. que asisten a la clase de taller de matemáticas para reforzar esa asignatura me planteó una de esas dudas que se resuelven por sí solas, pero a la que este chico dio una respuesta simpática, directa y contundente. La pregunta, evidentemente por hacer una gracia, después de poner en pantalla ejercicios sobe potencias y raíces, precisamente de un tema que se titula así, fue “Javier ¿Qué título ponemos?”

A mí se me ocurrió contestarle, con una sonrisa que venía a decirle que si todavía no se había enterado de qué iba lo que estábamos trabajando y que en la pantalla se veía en un tamaño enorme, que podía poner lógicamente por título “Cómo matar un elefante a besos”.

Una vez contestada su gran duda y viendo que se ponía a ello, he seguido atendiendo a otras cosas y al resto del grupo. Cuando habían pasado un par de minutos, con una cara que os podéis imaginar, sonrisa picarona y ojos de bichillo simpático y juguetón, me llamó por mí nombre para decirme “¿Así está bien?”

Le pedí permiso para hacer una foto a esa portada con un carácter matemático impresionante. La verdad es que ese día y a esa hora ya poco trabajó. La semana había conseguido agotar sus pocas ganas de trabajar, pero no las de bromear y hacerme sonreír. En una mañana como esa, dura, apagada y triste, salvo en unos escasos minutos, agradecí la ingenuidad con la que me ayudó a evadirme unos segundos de mi auténtica realidad. Todo un personaje, os lo aseguro.

                                                Fco. Javier Lozano, 28 – noviembre – 2022

 

martes, 1 de noviembre de 2022

"Feliz por una simple radiografía"

 

Hace unos días, una simple radiografía me alegró el día. Te parecerá extraño, pero así fue.

 Salgo de la escuela con el tiempo justo para no ahogar a la compañera que se quedaba con mis chicos y al llegar me las veo y me las deseo para poder aparcar en zona azul. Voy corriendo y al llegar al ambulatorio compruebo que me he dejado la mascarilla clínica en el coche, pero recuerdo que llevo una homologada de tela en el bolsillo y me la pongo antes de entrar.

 Se abre una puerta y sale una mujer con una señora mayor del brazo, la lleva hasta su acompañante y se dirige hacia mí. Lo sabía pensé, mi mascarilla no es la reglamentaria es ese lugar. Pronuncia mi nombre, me pregunta si soy yo, y me pide que pase. Abre la puerta y, cuando espero que me diga algo sobre la dichosa mascarilla, me dice que yo fui el tutor de su hijo hace unos años y nada más escuchar su nombre se abre otra puerta, la de ese gran espacio que ocupan los maravillosos recuerdos de muchas de las personas que han ocupado nuestras aulas y también nuestros corazones mientras han estado ante nosotros.

 Poco a poco se agolpan imágenes ante sus palabras, afirmaciones que a mi entender son excesivas, pero que me llenan de alegría. “Mi hijo llegaba de repetir el último curso de primaria en otro colegio y desde que te conoció fue otro” “Mi hijo es el que es hoy gracias a ti” “En casa te recordamos con mucho cariño y te nombramos muchas veces” “Todavía tiene en su habitación aquella foto que le trajiste dedicada por Aíto García Reneses de Sevilla por lo que le habían hecho en el recreo aquel día” …

 Me agradeció también que en aquellos momentos la sacara de dudas cuando no sabía si el chico podía tener déficit de atención y le explicara qué era aquello, además de dejarle mi primer libro sobre el tema “Juanito y su TDAH. Ser feliz es posible”.  

 Estoy seguro de que, si este gran chico es hoy una buena persona, es quién es y cómo es, quizá yo pude influir en algo, tal vez en darle herramientas para desenvolverse mejor en su día a día, en la vida, pero no me cabe la menor duda de que ha sido él mismo con su esfuerzo y también con el apoyo de su familia quien lo ha conseguido.

 Siempre digo a mis alumnos que, si cuando pasen muchos años, diez, quince, veinte… aunque tal vez yo ya no exista, me recuerdan, es que hice bien mi trabajo. Esta madre me lo confirmó. Consiguió hacerme feliz por unas horas.

                                         Fco. Javier Lozano, 1 – noviembre – 2022

martes, 20 de septiembre de 2022

"Primeros pasos del curso"

 


  Tras un extraño verano, muy distinto a otros pasados, por fin han vuelto a llenarse los pasillos y las aulas de esos seres que desde hace ya muchos años han llenado también mis días de trabajo, de buenos y malos ratos, pero sobre todo de ilusión por ayudarles a crecer porque el futuro está a la vuelta de la esquina y la mayoría no tienen ni idea de lo que les espera cuando salgan de esa burbuja que es la escuela, para salir al exterior, a una vida llena de alegrías y penas, de sorpresas de todo tipo.

 En poco más de una semana, mi radar emocional, unido a mis conocimientos pedagógicos y algo de sensibilidad, ha conseguido ir detectando que, tras algunos de mis alumnos y alumnas, siguen existiendo esas circunstancias y cualidades que a veces les hace más complicado su día a día en la escuela. Lógicamente, para estos estamos los docentes, aunque en muchas ocasiones, demasiadas, algunos no sepan qué hacer ante ese tipo de casos o tiren, como vulgarmente suele decirse, por el camino de en medio.

 Encontrar un niño con Síndrome de Asperger -casi todos los años descubro alguno- que encuentra en ti a una persona que le escucha y ayuda, te llena al ver su tranquilidad en clase y su sonrisa mientras trata de aprender cada día más cosas.

 El impacto de entrar a un grupo donde una niña china no sabe ni una palabra fuera de su idioma. A parte de las medidas que le van a poner, yo lo he mitigado empezando con intercambiar nuestros nombres y hacerle ver lo importante que es que sonría. Poco después consigo que, en un bar, un chino me escriba en su idioma en un papel, hola, buenos días y adiós. Nada más verla al día siguiente y saludarla, me contestó y regalándome una bonita sonrisa, me señaló con su dedito pronunció mi nombre.

 Ayer al pasar por un lugar de la escuela, veo a dos chicos. Con uno de ellos ya había hablado dos o tres veces en esta semana al ver su carácter inquieto y algo irascible. Tas preguntarles qué hacían en ese momento ahí, me cuentan que se han metido en un lío con otros chicos y su agresividad está desbocada. Allí paso un buen rato y trato de apaciguar algo los ánimos, aunque no puedo evitar las sanciones que les ponen después.

 Poco a poco iría describiendo lo que ha dado de sí esta semana, pero sería muy largo. La satisfacción de ver sonreír a mis alumnos es la mejor prueba de que hemos empezado bien otro año más. Ya he descubierto también, cómo no, varios con TDAH y alguna que otra cosa más. Eso sí, una de las más agradables ha sido descubrir que al tratar de pasar de uno de mis grupos a varios alumnos para compensar el elevado número con el de otro grupo mucho menos numeroso, nadie quería irse, e incluso muchos han ido viniendo a decirme que ellos quieren seguir conmigo.

 Espero que poco a poco conocimientos y felicidad se unan y pasen un curso provechoso y lleno de satisfacciones.

                                                         Fco. Javier Lozano – 17, septiembre, 2022

sábado, 5 de febrero de 2022

"Ajustar un número con la palabra"

Desde que empezó el curso, como siempre, me he ido fijando en cada una de las personas que conviven conmigo en mis asignaturas en cada uno de mis grupos. Poco a poco algunas, con total transparencia, te cuentan sin palabras su situación personal. Más tarde, cuando su tutor o tutora te explica algunas cosas, ves que no ibas muy desencaminado con lo que sus gestos y miradas te expresaron.

Entre los que más me han llamado la atención, esos a los que hay que seguir constantemente, he encontrado un pequeño puñado a los que se debe acompañar con sumo cuidado. A unos sin que lo noten demasiado, a otros casi sin que se enteren y a los otros estando encima de ellos y que vean que estás casi sentado a su lado.

No hablo del comportamiento, ni de lo académico, y sin embargo en algunos hablo de los dos. Tengo de todo. Un chico totalmente inseguro con una capacidad increíble, pero que hasta para la cosa más simple necesita confirmación de que lo hace bien. Para eso, nada más explicar algo veinte veces, viene a mi mesa con un “no lo entiendo”. Le he hecho ver que es muy bueno y que tiene que creer en él y vencer esa inseguridad. Me dice que siempre ha sido muy inseguro. Luego cuando conoces su vida entiendes casi todo. Necesita afecto.

Hay de todo, despistados, vagos, listillos que lo saben siempre todo y un sinfín de tipos, como es normal en cualquier clase como grupo social que es. Entre ellos veo sin demasiado esfuerzo a los que presentan un perfil claro de TDAH con y sin hiperactividad y otros trastornos, a los que no podemos dejar de la mano.

Al final de la primera evaluación, una tutora me pedía los exámenes de un chico porque su madre quería ver dónde fallaba. No tengo problema por enseñarlos, además verlos es su derecho, pero creo que el intercambio de opiniones es fundamental. La palabra aclara muchas cosas. Pedí su teléfono y la llamé. Con los exámenes delante, después de explicarle la actitud del chico en clase, totalmente entendible tras conocer tiempo atrás su origen y lo que ha vivido hasta llegar hasta este momento, hablamos de sus errores y le ofrecí a la madre mandárselos, e incluso que viniera cuando quiera personalmente. Yo le expliqué, por supuesto sin que se lo contara a su hijo, que mi intención era aprobarle la primera evaluación, aunque le faltaría algo seguramente tras el único examen que quedaba por hacer. El esfuerzo y la progresión en esos tres meses era claro y con ese pequeño empujón seguro que en la segunda irá a más y si no, tampoco perderíamos mucho.

Lo mejor de toda la conversación legó al final. La madre me dijo que ya no necesitaba ver nada después de escucharme. Me explicó su idea respecto a las calificaciones, una noción que yo he comentado muchas veces. No creía que un número definiera realmente el trabajo de un alumno, además de muchas otras cosas. La progresión y su interés dan una idea mucho más clara de su trabajo real y por eso que falten o sobren unas décimas no deben marcar al alumno injustamente para echarlo a un lado u otro.

Mi alegría al ver que no estás solo en estas ocasiones es fundamental para seguir trabajando sin perder la ilusión que otros, y no el alumnado precisamente, ya te quitan por otros lados.

                                             
Fco. Javier Lozano – 04 – febrero – 2022
 

martes, 23 de noviembre de 2021

"TDAH y otros trastornos: Implicación"

La ventana y él se llevan de maravilla. Se asoma, trata de hablar como puede con todos aquellos que ve pasar por la rampa de entrada al centro. Su atención se escapa hacia la calle con la misma facilidad y rapidez que lo hace el aire cuando entra en el aula. Una mirada vale para que, con sus manos, justifique su acción en una especie de perdón rápido y sincero, tan veloz como lo que tarda en repetirlo desde su arrepentimiento espontáneo.

La clase continúa y él sigue disperso, en ese mundo que le ayuda a pasar un tiempo tal vez aburrido, que el trata de acortar con sus pequeñas triquiñuelas. Dices algo para todos, lo repites varias veces y a los dos o tres minutos ves que levanta la mano y te pregunta lo que acabas de decir hace nada. Se lo repito, como en tantas otras ocasiones, pero le pido que intente escucharme más tiempo. Yo sé que le cuesta mucho centrarse.

Al lado, su compañero, le oye, le contesta y suele seguirle la marcha siempre que se lo permite el ritmo de la clase, haciendo que en más de una ocasión se pierda. Cada poco me mira y su mirada, como siempre, lo dice todo.

Además de la clase con el grupo, lo tengo en otra con una docena de compañeros y, aunque tiene sitio donde quiera, se vuelve a poner siempre atrás, como en la otra asignatura. Al final consigo convencerle de que estará mejor delante y sin gente cerca. Le cuesta, pero de repente y sin decirle nada, se levanta y decide cambiarse y ponerse en primera fila, donde siempre debería estar. Comienza a trabajar después de animarlo un poco y hace algunas cosillas bien. Le valoro eso y le comento que estaba seguro de que lo haría así de bien, que estoy convencido de que puede hacer muchas cosas perfectamente y que espero que lo consiga. Levanta su cabecica, me mira y con una mirada que será difícil de olvidar, me dice que jamás un profesor le había dicho eso, que soy el único que lo ha hecho en su vida.

Me siento muy bien al oírlo y en los días siguientes, con cuidado y tacto, le hago ver en ambas clases que estoy encantado con su comportamiento. He esperado a contarlo porque quería asegurarme del efecto que tuvo aquella pequeña conversación. Hoy, un mes después, puedo decir que no he tenido que llamarle la atención ni una sola vez más.

¿Tan difícil es que sepamos reconocer a un niño con TDAH dentro de un aula con el montón de señales que nos dan? Mientras tanto nadie ha nombrado nada de este trastorno. Solo se oye hablar de que no para, no trabaja y que no atiende, sin parar de molestar, en clase y en casa. Todo el mundo está harto de su actitud, pero ¿alguien se ha parado a pensar en sus características personales?

Los años siguen pasando y todavía recuerdo hace muchos años cuando descubrí que esto existía, mis estudios, mi auto-formación posterior, charlas, jornadas, libros, trabajos, artículos por toda España y México. Muchos años después me doy cuenta de que hay algunos docentes más que trabajan con ilusión para ayudar a niños con TDAH, Síndrome de Tourette y otros trastornos, e incluso el acoso escolar, pero es que aprendemos tan poco. Veo algunas cosas publicadas hace muchos años y me parece que casi no hemos evolucionado. Debemos implicarnos más.

              Fco. Javier Lozano – 23 – noviembre – 2021


jueves, 1 de julio de 2021

Otro final más

 

Un curso más va llegando a su fin, agonizando entre el calor, el cansancio y los despropósitos organizativos propiciados desde lo más alto. Nos hicieron recuperar dos días de clase en dos de fiesta por la borrasca Filomena y ahora nos hacen terminar unas semanas antes convirtiendo las aulas en guarderías. Incomprensible. La educación en los últimos años, arrastrada cada vez más por todo tipo de políticos y gurús de medio pelo se nos está yendo al garete. Eso sí, mientras haya una buena pandemia a la que echar la culpa de todo, todos tranquilos.

 Tras estas situaciones que se escapan de nuestras manos –¿quiénes somos los docentes para opinar de educación?– no nos queda otra que bajar a ras de suelo y trabajar por todo ese alumnado que está día a día ante nosotros, por supuesto atendiendo a todos, pero poniendo un cuidado y un mimo especial en aquellas personas que, por sus dificultades de aprendizaje o por cualquier trastorno, más necesitan de nosotros.

 Por estas fechas, todos los años, tengo un montón de sensaciones y emociones opuestas totalmente que me hacen recordar otras fechas, personas y momentos.  Por una parte, falta poco para llegar al ansiado descanso atravesando estas jornadas llenas de vacíos. Por otra, van acercándose los días en que mi vida profesional llegará a su fin y, deseoso por llegar a ese momento de libertad, me entristece perder esas caritas que cada día te esperan porque creen en ti. Incluso los que llegan sin ganas de nada, los de Formación Profesional Básica, al final reconocen tu labor e incluso quieren quedar contigo para tomar algo en verano, cuando meses atrás te hacían la vida imposible poniéndote al límite.

 Todo lo demás de este mundo me resbala, lo que ha entorpecido siempre mi labor a pie de aula. Atrás quedarán papeleos sin fin, inútiles en un alto porcentaje, reuniones interminables, muchas innecesarias para justificar horas, egos inútiles que a la larga no muestran más que vacíos en otros momentos y situaciones vitales, relaciones plenas de hipocresía que escoden una falsedad que impide trabajar a gusto. No es necesario pasar por encima de nadie para hacer bien nuestro trabajo. Más bien nuestra labor debería sustentarse en ir de la mano y trabajar en equipos de verdad, no en esos que muestran tan poca profesionalidad y tantas vanidades revestidas de falsas e interesadas sonrisas. Comprendo que cada cual quiera proteger su puesto de trabajo, pero ¿es necesaria esa actitud? Creo que no.

 Al final quedan esas caras de agradecimiento de alumnos y alumnas que están a nuestro lado a pesar de todo, que olvidan cualquier mal momento y te sonríen con cariño el último día de curso. Familias agradecidas por nuestra labor, y eso que, como en cualquier otro trabajo, no conocen los entresijos de lo que ocurre entre las paredes de un centro educativo. Confían plenamente en nosotros, en su mayoría.

 Solo deseo descansar y que mi corazón maltrecho en estos últimos años, únicamente arropado por mis alumnos y poco más, además de algún que otro corazoncito fuera de mi trabajo, pueda rehacerse de tanta desidia para que cuando en septiembre volvamos un año más a trabajar hayamos recobrado la ilusión para luchar por estas personillas que realmente merecen nuestro esfuerzo sin límites.

                                                          Fco. Javier Lozano – 30 – junio – 2021

martes, 23 de marzo de 2021

Está a tu lado

Su bamboleo al caminar en la soledad del deambular hacia la escuela, acompañado de una mochila que cuelga más abajo de lo deseable para su tierna espalda, muestra alguna de sus carencias. Ha salido de una casa en la que no sabemos cómo ha sido su despertar, su desayuno e incluso su despedida hasta la hora de una comida más o menos desordenada. Al llegar a la puerta se para, mira a su alrededor y no ve a nadie de su grupo así que, tras pensar unos segundos, sigue su camino pasando de largo en busca de alguien que llene su soledad.

Su gesto serio, impregnado de melancolía y dosis de tristeza interior a partes iguales que ya trae en su bagaje interior, casi de serie, se torna brusco minutos más tarde en el primer momento que alguien le avisa de que en clase debe dejar de hablar y gritar con sus compañeros para sentarse en su silla y poder comenzar una clase que, a sus ojos, sea como sea y de lo que sea, se presenta tortuosa, pesada y larga. Su bebida energética momentos antes de entrar, ya poco antes de las ocho de la mañana acentúan su ya de por sí elevado nivel de nerviosismo.

Su casi recién estrenada adolescencia le viene grande, como la vida que, por cuestiones del azar le han tocado vivir a él, precisamente a él, haciendo esa vida distinta a la del resto de sus compañeros, al menos a la de la inmensa mayoría. Él quiere ser igual que el resto y trata de imitar actitudes y emular comportamientos, porque el miedo a quedarse solo se apodera de él por momentos, en especial cuando ya en casa, tumbado en su cama mirando al techo baja hasta el suelo de sus fracasos, al pozo de sus carencias y sueña una vida distinta. Su grave problema es que no sabe cómo alcanzarla, esperando que alguien le ayude a encontrar el camino o que le enseñe alguna herramienta que le permita ese ascenso por el camino que conduce a la felicidad, porque el sabe que existe, ha visto personas que sonríen ni necesidad de hacer lo que él se ve obligado a hacer buscando ese hueco entre sus iguales y mantenerse ahí si que nadie le deje de lado y a ser posible sintiendo algo de cariño.

Así va discurriendo su día, su tiempo, su vida en general, esperando que cuantos le rodeamos nos demos cuenta de que nos necesita, esperando de nosotros un cariño que parta de la sensibilidad, que corrija, pero sin hacer daños innecesarios. Yo lo conozco, seguro que tú igualmente lo tienes cerca de ti. Tendrá distinto nombre y apellidos, pero también estoy seguro de que un mismo corazón encogido y triste está esperando tu aliento. No lo dejes de lado. Dale tu mano llena de lo que siempre he llamado cariño exigente. No te arrepentirás, además de que seguro que te recompensa con una bonita sonrisa en algún momento.

                                   Fco. Javier Lozano, 21 – marzo – 2021


miércoles, 10 de febrero de 2021

El TDAH, un cajón “desastre”




En las últimas semanas han sido varias las madres que preocupadas, como casi todas al sospechar que sus hijos e hijas puedan tener TDAH o cualquier otro trastorno que dificulte su aprendizaje, se han dirigido a mí para poder hablar un rato y conseguir, por lo menos, aclararse un poco. Esto me pasa habitualmente y, cuando me veo en esta tesitura, lo hago con agrado, encantado de poder ayudarles, eso sí aclarándoles previamente que solo soy un simple docente y pedagogo, aunque saben que llevo años preocupado por estos trastornos.

 La mayoría de las veces te das cuenta de que necesitan saber cuatro cosas fundamentales que les permita comprender que no tienen un alienígena en casa ni mucho menos, sino una persona como las demás, incluso en la mayoría de los casos con una ingenuidad y una creatividad superior al resto de su edad. Después de todo este proceso inicial de acercamiento, comprensión y aceptación de la situación hemos ganado ya un poco más hacia el control de la situación, para ir solucionando más adelante el problema. Todo esto puede irse al traste si lo que nos rodea no se coordina debidamente en el trinomio casa-escuela-calle.

Tanto progenitores como docentes tenemos mucho trabajo que hacer para que el problema vaya solucionándose, aunque sea poco a poco, paso a paso. Son muchos los casos que, ante la situación de un hijo problemático, tras ser avisados por el centro educativo por su mal comportamiento, su disruptividad e incluso su agresividad, lo inmediato es decir aquello de… “es que tiene TDAH”, tratando de meter en ese mismo saco a cualquier alumno con un alto nivel de disrupción. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de problemas y tendremos que emplearnos a fondo para ayudarles a salir del agujero, pero no meterlos en el mismo cajón porque estaremos haciendo un flaco favor al resto, y en concreto a las personas con TDAH. Debemos tener muy claro que un niño (o niña) con TDAH no es un niño problemático, es un niño con un problema y ahí está nuestro reto como profesionales de la educación, un reto con nombre y apellidos y una familia detrás que lo pasa mal.

 Para asumirlo con garantías, entre los profesionales de la educación, queda mucho camino por recorrer para poder ayudarles, pues falta formación, pero también una mínima información que nos permita distinguir lo que puede ser TDAH de lo que no lo es. Ante ese desconocimiento en muchas ocasiones se oyen comentarios muy desafortunados, no inventados, y que curiosamente parecen casi criterios diagnósticos del DSM del momento, como “esta chica tiene un problema similar, muchísima falta de atención y en el grupo se pierde constantemente” o “No ha tenido mal comportamiento, es que es incapaz de centrarse en la clase” e incluso alguno que llega a ser peyorativo “Con este chico el problema es distinto, es que va muy pero que muy justito de cabeza”.

 Creo que va siendo hora de que nos impliquemos en este y otros problemas y pensemos que, en nuestra mano, si no está la solución del problema, si puede encontrarse el principio del camino que lleve a la solución evitando que todo sea un batiburrillo que junte a todos en este cajón “desastre” en que en muchos momentos se convierte el TDAH.

                                                      Fco. Javier Lozano, 18 - noviembre - 2020

viernes, 28 de agosto de 2020

Una gran sorpresa

 

Quiero daros una noticia maravillosa.  Mis libros, artículos y charlas por todo el mundo siempre han tenido como objetivo intentar ayudar a los afectados por el TDAH, Síndrome de Tourette, acoso escolar, etc. En esta ocasión un simple “guasap me llenó de felicidad. Decía: ¡Qué alegría, ya está en braille “El origen de un sueño! Eran las palabras con las que empezaba un cariñoso “guasap” de Montse Lanuza, una gran amiga y mejor persona desde ya unos once años.

 Le pedí una foto para que lo vieseis e incluso algo de información sobre braille y aplicaciones que lo leen y me mandó todo, incluso un trocito de mi libro leído así y dos escritos de dos braillistas espectaculares. “Las maneras de leer” de Jesús Alberto Gil Pardo y “Palabraillología” de Antonio Martín Figueroa.

Sobre la biblioteca en la ONCE nos cuenta:

“Las personas ciegas y de baja visión afiliadas a la ONCE disponemos de una muy extensa oferta de libros tanto en audio como en braille, aunque no todos están en los dos sistemas pues el papel ocupa muchísimo espacio, pero con las aplicaciones del móvil podemos escuchar tanto unos como otros.

 En audio “sistema Daisy” los leen personas tal y como ahora pueden escuchar en otras plataformas las personas que no tienen discapacidad, pues nosotros eso ya lo teníamos desde hace muchos años.


 
En braille “sistema TLO”, todos los que hemos aprendido braille podemos disfrutar de él en papel, o en diversos aparatos como: Línea braille, Orbit Reader, etc.  para leer, pero para poder escuchar a través del móvil también lo tenemos accesible y se puede escuchar cualquier libro braille con la accesibilidad del propio móvil: Android-TalkBack o Iphone-VoiceOver.

 El Departamento de servicio de biblioteca Once nos facilita cada vez más rápido aquellas obras que han ganado premios importantes, pero a la vez, también nos facilita todas aquellas que podemos pedir los afiliados de personas que nos gustaría leer su libro.

 A nosotros nos gusta decir que el braille es el sistema de los 6 puntitos mágicos que bajo nuestros dedos se transforman en letras, palabras, imágenes, sueños…  Puedes disfrutar de la lectura tanto de día como de noche, a la luz del Sol o la luna. Los que hemos perdido visión de mayores y hemos aprendido braille, lo debemos valorar.”

 Quería compartir mi ilusión y emoción por ver “El origen de un sueño” en braille al alcance más gente.

 Muchas gracias

  

Las maneras de leer

Las maneras de leer. Y ¿qué es leer? Leer. Acceder a un mundo de colores, imágenes y sensaciones. Leer con las manos, leer con el oído, leer con los ojos, leer en braille es tocar palabras que se bordan para crear un telar mágico, ese telar por el que las manos discurren ágiles, ligeras, ávidas de mundos sin fin.

Leer en braille, en papel, leer en braille en un dispositivo electrónico, por ejemplo el Orbit Reader en el que una tarjeta SD contiene los archivos en formato braille o en formato TXT, se muestra en sucesiones de caracteres táctiles para contar la historia, pero leer también a través de una línea braille sincronizada con el teléfono móvil para acceder a ese mismo libro que se encuentra en una tablet o en ese móvil y que con ese dispositivo llamado línea braille o el llamado Orbit Reader ahora mismo nos ayuda a conectarnos y hacer el braille que sea sostenible incluso ecológico porque no requiere de papel, simplemente requiere de la electrónica y la tecnología.

Maneras de leer, maneras de vivir como diría la canción. Pues así uno se hace luz, se prolonga en el espacio y salta las barreras gracias a las yemas de los dedos, gracias a unos puntos que son magia y gracias a las historias que quien las escribe construye para que el lector pueda volar, pueda saltar y pueda sentirse libre y acompañado, porque leer es ser más libre, porque un libro te acompaña siempre

 

Jesús Alberto Gil Pardo

 

Jesús Alberto Gil Pardo (Fuentestrún, Soria) vive en Madrid y trabaja en la Biblioteca de la ONCE. Entre su obra podemos encontrar, entre otros títulos "Huellas de Luz, relatos de un ciego optimista y esperanzado para tiempos de crisis", "La partida de cartas y otras historias de la vieja dama", "Mis pequeñas odiseas, viajando con otros ojos", etc.


PALABRAILLOLOGÍA

          Las yemas de mis dedos ya iban detectando algunos puntitos sobre una fría superficie de latón, que brillaba como un espejo.

        Otro día, muchos más puntos fueron emergiendo en multitud de combinaciones, y adoptando diversas formas.

           En mi corta edad, no había tenido ocasión de aprender las grafías normales, y mis primeras letras aparecieron como aquellas combinaciones de puntos. Y tampoco hasta entonces mi mente había configurado la forma y estructura de una palabra construida con los trazos usados por las personas videntes. Luego descubrí que cada escribiente podía revelarse mediante su caligrafía propia. Reflexioné: esto con el sistema braille no es posible, porque sólo nos permite acortar la distancia entre los puntos o influir en su calidad según el papel empleado. Siempre me ha producido desazón tal estrechez o angostura.

     Notorias iniciativas pretenden la proclamación de la palabra más bella, o la que contiene determinada sensibilidad, o la que precisa ser preservada por hallarse en desuso. Destacar alguna de estas peculiaridades nos conduce hasta una visión no exenta de subjetivismo, que no desdeña como algo baladí la referencia a su significado dominante.

        Cuando pienso en una palabra concreta, en su longitud, en su forma y estructura, me la figuro escrita en braille, con su porción de puntitos dispuestos en series ya convenidas y que, naturalmente, también así me parece más o menos hermosa. Cierto es que, casi siempre, analizando cada letra o cada palabra, pronunciamos inconscientemente sus propios sonidos alineados, señalando sus características también especiales. A esto nosotros, quienes aprendimos primero el código braille, le habilitamos un aspecto muy relevante: la sensación táctil de una estructura solamente palpable, que pasando la yema del dedo índice, nos informa de la esbeltez de la letra L, del vigor de la R, de la amplitud de horizontes de la S, de la firmeza y consistencia de la V, del aperturismo libre de la X, de la placidez de la Z. Siempre observadas desde el Poniente según leemos.

        Transformando el estudio de la Geografía en serena lectura, me entusiasmaba entonces contemplar cuanto me sugería alguna de aquellas capitales o ciudades que yo situaba remotas y consideraba exóticas; y, consecuentemente, las atesoraba en alguno de los múltiples cofrecitos de mi incipiente memoria.  Me divertía pronunciándolas; me dedicaba a copiarlas para que no se me olvidaran.

       La letra K me ha subyugado como un sonido habitual en los topónimos foráneos, por su exquisitez aristocrática (Helsinki, Reykiavik, Samarcanda), distante de la C, asimilable a una vulgar rayita demasiado común. Las ciudades de Siberia, me transportaban a regiones profundas, insondables, como en los cuentos de Affanasiev, (Verkhoiansk, Krasnoyarsk, Vladivostok). A propósito; recientemente me topé con un libro en sonoro que describía un espectacular viaje en el Transiberiano. Me habría deleitado todavía más si aquella vez lo hubiese localizado en sistema braille, con sus numerosísimos nombres plagados de la letra K al comienzo, en medio y al final. No aparecían deletreados, lógicamente, y tampoco fui capaz de asimilarlos.

       ¿Y qué decir de las vocales acentuadas? Los amantes del braille no soportamos una transcripción tan deficiente por no incluir el acento ortográfico siendo preceptivo. Nos molestan tales vocablos deformes, mas si van acentuados nos resultan muy agradables al tacto. Estas vocales les dotan de elegancia, estilo, solemnidad. ¿Cómo no ponderar la belleza de Té o Café ante la expectativa de omitir la E acentuada por la otra E? ¿Y los esdrújulos Cántaro, Céfiro, Sílfide, Óvalo, Lúgubre...? ¿No es más majestuoso un Árbol con su acento y todo, que un Árbol con el puntito de la A, convertido en enclenque y a merced del vientecillo?

        Acaso nuestro sabio Louis previó en algún momento el desinterés de   las actuales generaciones por el añadido del acento ortográfico, mucho más influenciadas y serviles a las modas establecidas por la informática y otras tecnologías al uso donde se desprecia y no se utiliza. Por eso a cada una de las vocales acentuadas le otorgó personalidad independiente, para que al menos el colectivo de fervientes adoradores de su sistema de lectoescritura no las perdiera de vista y las reivindicara tal y como han de escribirse.

         En mi pequeño mundo de finales de los años 50, apenas al inicio de mi instrucción primaria, todo se constreñía a mi pueblo, quizá mi provincia. Así pues, cada nombre de ciudad que resaltaba en los libros precedido de mayúscula exhalaba un encanto especial. El signo de mayúscula era como un portón que daba acceso a un recinto nunca visitado por mí y, con toda seguridad, digno de ocupar sitio preferente desde entonces en mi memoria. Y lo mismo sucedía con otros nombres propios que no concebimos, al rescatarlos del recuerdo, sin el abolengo conferido por esos dos puntitos tan arrimados a ellos. Si, además, aportan una vocal acentuada, sobresale su refinada elegancia con  el resto. En Braille, si no fuera por la amplitud de la Y griega, serían Tú y Él mucho más importantes que Yo, aunque no presuma de tal magnificencia. Y no digamos nada si localizamos un vocablo acabado en el mágico rombo dibujado por E acentuada seguido de N (Verbigracia, Rubén) y opuesto al laberíntico trapecio formado con la é seguida de la Z (Verbigracia, Alquézar).

     Mi nombre y apellidos, como parte sustantiva e individual de mi persona, son únicos y van a acompañarme en toda mi existencia. Lo toco, a la vez que lo pronuncio a media voz y, entre la articulación de los sonidos, también irrepetible, y la representación que mi mente forja con esas letras así dispuestas, lo identifican como absolutamente personal no comparable a ningún otro nombre.

       Inopinadamente, surge como un vigía que nos alerta del acceso al fortín de las ostentosas cifras, nuestro signo de número, para mostrarnos, desde su posición de descanso gimnástico, que la hilera de puntos que sigue ha mudado su vestimenta inicial. Este centinela nos dará detalles de nuestras sagradas fechas.

        La caricia de los dedos sobre el texto pasando de uno a otro renglón, semeja al proceso respiratorio de los pulmones. Si los puntos simbolizaran los guijarros del sendero y las palabras son filas de puntos, mi destino como permanente usuario del braille está ligado al nuevo universo creado por mi mente mediante el tacto. Cuanto aporto yo a ese universo se concreta en mi inconfundible estilo para tallar esos cantos rodados. Louis Braille ha serenado mi respiración, me ha enseñado a caminar, a sortear las piedras y a detectarlas también, a aplicar la técnica para que las palabras, cinceladas en mi mente, sean una obra en su forma y estructura irrepetible. ¡Bendito sea!

 

Antonio Martín Figueroa

 

Martín Figueroa gana el Concurso Europeo de Redacción en Braille Internacional Dibujo de un ciego pensando en la redacción.

 

El escritor ciego afiliado a la ONCE Antonio Martín Figueroa se ha alzado con el primer premio del Concurso Europeo de Redacción en Braille, convocado por la Unión Europea de Ciegos (EBU) bajo la leyenda “La alfabetización cambia mi estilo de vida” y dotado con 2.000 dólares. El ganador tituló su trabajo “Palabraillología”, uniendo los términos “palabra” y “braille” con el lazo de la sílaba “bra” que las abarca a ambas.

 

Según explica Martín Figueroa a nuestra revista, para él esa sílaba tiene una gran fuerza y, en el concreto caso de la expresión “braille”, a menudo es la única que se pronuncia bien, pues es frecuente que se diga “braili”, “brail” etc. En definitiva, que considera esta sílaba “bra” como trascendente en referencia al sistema de lecto-escritura para personas ciegas ideado por el francés Louis Braille, de quien en 2009 se cumple su segundo centenario, motivo que ha provocado la convocatoria de la EBU. Para Antonio Martín, el braille tiene una importancia radical en su vida, “en cuanto al acceso al libro, a la cultura…

 

                                                     Javier Lozano, 28 - agosto - 2020