abrí mis brazos al abismo
recogiendo de él, de sus
profundidades
todo aquello que se perdió
en el eco de las palabras
vacías,
de los momentos adormecidos
por el ayer
en aquellos silencios, en
aquellas miradas,
unos atardeceres somnolientos
y grises.
Hoy, como ayer, como siempre
sigo rebuscando silencios,
briznas del mañana perdido
ayer,
del ayer que pudo ser un
mañana,
todo lo que se fue sin
llegar,
el amor del silencio y las
miradas,
las palabras inexistentes y
sus sentidos,
unas lágrimas derramas por
dolor.
Siempre, como ayer, como hoy
rebuscando en el interior
de los bolsillos de mi
conciencia
recupero retazos de mi
felicidad
para recrear la paz que
ansío,
esos momentos de éxtasis que
deseo
y que sólo existen en mi
recuerdo,
en el ayer irrecuperable y
pleno de amor.
Hoy, como ayer, como siempre
sigo intentando ser yo
recuperar mi conciencia, mi
paz,
el calor y el color de una
mirada,
el brillo de unos ojos
cargados de amor,
la pasión de un suspiro que
encierra un beso,
un silencio eterno lleno de
húmedos sueños,
de soledad en el aire, rota
con ardor.
Hoy triste, meditabundo y
vacío
siempre arduo, efímero y
esperanzador,
mañana feliz, inconsistente e
inexistente,
siempre, mañana y hoy
hoy, mañana y siempre
momentos inacabables del
mismo futuro,
un ayer que pudo ser un hoy,
un hoy que quizá sea un
mañana.
Javier
9/01/2003