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lunes, 27 de febrero de 2023

"Una vida distinta"

 


Han pasado ya unos cuantos días desde aquel en que dije hasta luego a mi actividad docente. Hasta luego porque en septiembre tengo que volver durante otro pequeño periodo de tiempo de unos dos meses y medio. Es lo que tiene este proceso de prejubilación.

Desde hace ya mucho tiempo llevaba soñando con llegar a este punto, en mi caso seguramente más por una anomalía en el proceso de prórroga que surgió de la negociación que vete tú a saber si… Bueno, que ya pasó y a mí lo que me apetecía era esto que he empezado a vivir.

Los primeros días fueron raros, no dejaban de parecer un puente y, tras el domingo, a trabajar, pero la noche de este último día del imaginario puente, una lucha interna increíble se desató en mí. Por una parte, la cena y la oscuridad a través del balcón indicaban que había que dormir ya para levantarse pronto al día siguiente. Por otra, mi cabeza me recordaba que no debía hacer caso a ese mensaje que nacía de la fuerza de la costumbre. Esa sensación llega hasta hoy noche tras noche. Incluso durante el día tengo una curiosa sensación de culpabilidad por no haber ido al colegio esa mañana.

Cuando ya han pasado los primeros once días, ocho de ellos sin clase, sigo sin acostumbrarme a no ver su cara a diario. Hace unos días tuve que acercarme por una cuestión personal y volvieron a aparecer los abrazos y los besos nada más llegar a la puerta del centro. Claro que, con el tiempo, llegaré y será muy distinto porque no me conocerán muchas personas y yo tampoco a ellas, incluido el profesorado. Lo que ha sido mi casa durante tantos años será simplemente un recuerdo.

En este momento estoy tratando de reorganizar mi vida. Trato de hacer cosas que antes no hacía y que hoy el tiempo me permite realizar y otras, a las que antes dedicaba pequeños espacios de mi día, ahora puedo dedicarles mucho más, aunque primero debo planificar todo un poco. Entre estas últimas están las de seguir escribiendo y atender a niños y personas con trastornos como el TDAH, Tourette o acoso escolar que siguen poniéndose en contacto conmigo como asociaciones o a nivel personal.

Con la maldita pandemia dejé muchas cosas a medias, desde viajes para charlas ya programadas por España, hasta proyectos para escribir cuestiones de tipo educativo (tengo una muy interesante que si salé adelante os contaré) y varias de ficción, especialmente una novela con cierto grado de humor que quiero terminar en las próximas semanas. La verdad es que ideas no me faltan. Quedó por culpa de la citada pandemia sin editar, ya maquetada, una recopilación de más de 60 artículos educativos de mi blog, a petición de mucha gente que lo lee habitualmente y que titulé ¡Cuidado con la tarima! Reflexiones desde mi aula. No sé si lo sacaré ya o no. Depende de vosotros.

Así pues, voy a ver si me acostumbro a esta nueva forma de vida, sin dejar de lado algo tan importante para mí, además de tratar de sonreír a diario porque sé que tras estas líneas estás tú, montones de personas que me habéis acompañado siempre y que sé que lo vais a seguir haciendo. Yo, por mi parte trataré de brillar si es posible para quien me necesite.


Fco. Javier Lozano, 27 – febrero – 2023

martes, 1 de noviembre de 2022

"Feliz por una simple radiografía"

 

Hace unos días, una simple radiografía me alegró el día. Te parecerá extraño, pero así fue.

 Salgo de la escuela con el tiempo justo para no ahogar a la compañera que se quedaba con mis chicos y al llegar me las veo y me las deseo para poder aparcar en zona azul. Voy corriendo y al llegar al ambulatorio compruebo que me he dejado la mascarilla clínica en el coche, pero recuerdo que llevo una homologada de tela en el bolsillo y me la pongo antes de entrar.

 Se abre una puerta y sale una mujer con una señora mayor del brazo, la lleva hasta su acompañante y se dirige hacia mí. Lo sabía pensé, mi mascarilla no es la reglamentaria es ese lugar. Pronuncia mi nombre, me pregunta si soy yo, y me pide que pase. Abre la puerta y, cuando espero que me diga algo sobre la dichosa mascarilla, me dice que yo fui el tutor de su hijo hace unos años y nada más escuchar su nombre se abre otra puerta, la de ese gran espacio que ocupan los maravillosos recuerdos de muchas de las personas que han ocupado nuestras aulas y también nuestros corazones mientras han estado ante nosotros.

 Poco a poco se agolpan imágenes ante sus palabras, afirmaciones que a mi entender son excesivas, pero que me llenan de alegría. “Mi hijo llegaba de repetir el último curso de primaria en otro colegio y desde que te conoció fue otro” “Mi hijo es el que es hoy gracias a ti” “En casa te recordamos con mucho cariño y te nombramos muchas veces” “Todavía tiene en su habitación aquella foto que le trajiste dedicada por Aíto García Reneses de Sevilla por lo que le habían hecho en el recreo aquel día” …

 Me agradeció también que en aquellos momentos la sacara de dudas cuando no sabía si el chico podía tener déficit de atención y le explicara qué era aquello, además de dejarle mi primer libro sobre el tema “Juanito y su TDAH. Ser feliz es posible”.  

 Estoy seguro de que, si este gran chico es hoy una buena persona, es quién es y cómo es, quizá yo pude influir en algo, tal vez en darle herramientas para desenvolverse mejor en su día a día, en la vida, pero no me cabe la menor duda de que ha sido él mismo con su esfuerzo y también con el apoyo de su familia quien lo ha conseguido.

 Siempre digo a mis alumnos que, si cuando pasen muchos años, diez, quince, veinte… aunque tal vez yo ya no exista, me recuerdan, es que hice bien mi trabajo. Esta madre me lo confirmó. Consiguió hacerme feliz por unas horas.

                                         Fco. Javier Lozano, 1 – noviembre – 2022

martes, 1 de marzo de 2022

"Ayudar al alumnado"

Hace un par de días hablaba con una madre, amiga de Facebook, preocupada por su hija como es normal. En la conversación surgía una pregunta sobre la obligatoriedad de ayudar o no a una persona que cursa bachiller, algo que puede resultar clave en su desarrollo académico y, mucho más cuando nos encontramos con algún tipo de trastorno. Mi primera reflexión me llevó a pensar que se refería a ayudas académicas de tipo institucional, de esas que hay que solicitar al organismo de turno y que en un tiempo te dicen si te conceden o no algún tipo de refuerzo educativo o cosas similares.

Mi sorpresa fue enorme al comprender la pregunta. Se trataba de saber si el profesor puede o no, si debe o no, ayudar a sus alumnos. Según le habían dicho en su centro, a partir de bachiller, el profesorado no puede ni debe ayudarles. ¿Es que al llegar a dicha etapa y no ser obligatoria, los apoyos y ayudas a personas con dificultades académicas no se pueden dar y no pueden pedir ayuda? ¿No es labor nuestra, como docentes, ayudarles en esa etapa nueva para ellos como en las demás?

Al oírlo empecé a pensar en ese director, tutor o profesor de asignatura que es capaz de afirmar eso. Espero que la implicación con mi alumnado en casi cuarenta años de profesión no me haya escondido esa normativa, a la que deben referirse en ese centro educativo y que ni me he molestado en buscar, primero porque supongo que algo tan poco educativo no existe y segundo porque, en caso de existir, no le haría el menor caso.

Creo que todos los alumnos y alumnas de nuestras aulas necesitan de nosotros, en mayor o menor grado, para ir desarrollándose académicamente, pero también como personas y en ambos casos nuestra cercanía es clave para que se sientan seguros y puedan progresar en lo académico y ser mejor seres humanos en su vida. Para ello tienen que tener a su lado profesionales competentes y eso no significa solo dominar a la perfección la asignatura que imparten, sino también las relaciones personales, mediante las cuales ayudar a los alumnos a entender mejor todo desde la seguridad que da sentirse acompañados en su camino diario hacia el aprendizaje que tal vez, si conseguimos hacerles comprender, desde el respeto, el valor del esfuerzo les ayude a dirigirse por una senda que les lleve lo más cerca posible del éxito en su vida y no solo a nivel académico.

Nadie debe decir a un docente, esté en el nivel que esté, si debe ayudar o no al alumno. Él debe saber que esa ayuda y ese apoyo continuo deben formar parte de su currículum profesional y, mucho más importante, de su forma de hacer como persona que está al servicio de un alumnado que siempre espera lo mejor de él, y ahí no figura que lo deje desamparado en una etapa crucial para su futuro ante la próxima que puede llevarle a lo que le marcará con muchas probabilidades el resto de su vida.

Si eres docente ayuda siempre a tus alumnos y si eres uno de ellos, pide ayuda siempre que lo necesites, seguro que te la bridarán con mucho gusto.

                                                Javier Lozano 1 Marzo 2022