miércoles, 10 de febrero de 2021

El TDAH, un cajón “desastre”




En las últimas semanas han sido varias las madres que preocupadas, como casi todas al sospechar que sus hijos e hijas puedan tener TDAH o cualquier otro trastorno que dificulte su aprendizaje, se han dirigido a mí para poder hablar un rato y conseguir, por lo menos, aclararse un poco. Esto me pasa habitualmente y, cuando me veo en esta tesitura, lo hago con agrado, encantado de poder ayudarles, eso sí aclarándoles previamente que solo soy un simple docente y pedagogo, aunque saben que llevo años preocupado por estos trastornos.

 La mayoría de las veces te das cuenta de que necesitan saber cuatro cosas fundamentales que les permita comprender que no tienen un alienígena en casa ni mucho menos, sino una persona como las demás, incluso en la mayoría de los casos con una ingenuidad y una creatividad superior al resto de su edad. Después de todo este proceso inicial de acercamiento, comprensión y aceptación de la situación hemos ganado ya un poco más hacia el control de la situación, para ir solucionando más adelante el problema. Todo esto puede irse al traste si lo que nos rodea no se coordina debidamente en el trinomio casa-escuela-calle.

Tanto progenitores como docentes tenemos mucho trabajo que hacer para que el problema vaya solucionándose, aunque sea poco a poco, paso a paso. Son muchos los casos que, ante la situación de un hijo problemático, tras ser avisados por el centro educativo por su mal comportamiento, su disruptividad e incluso su agresividad, lo inmediato es decir aquello de… “es que tiene TDAH”, tratando de meter en ese mismo saco a cualquier alumno con un alto nivel de disrupción. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de problemas y tendremos que emplearnos a fondo para ayudarles a salir del agujero, pero no meterlos en el mismo cajón porque estaremos haciendo un flaco favor al resto, y en concreto a las personas con TDAH. Debemos tener muy claro que un niño (o niña) con TDAH no es un niño problemático, es un niño con un problema y ahí está nuestro reto como profesionales de la educación, un reto con nombre y apellidos y una familia detrás que lo pasa mal.

 Para asumirlo con garantías, entre los profesionales de la educación, queda mucho camino por recorrer para poder ayudarles, pues falta formación, pero también una mínima información que nos permita distinguir lo que puede ser TDAH de lo que no lo es. Ante ese desconocimiento en muchas ocasiones se oyen comentarios muy desafortunados, no inventados, y que curiosamente parecen casi criterios diagnósticos del DSM del momento, como “esta chica tiene un problema similar, muchísima falta de atención y en el grupo se pierde constantemente” o “No ha tenido mal comportamiento, es que es incapaz de centrarse en la clase” e incluso alguno que llega a ser peyorativo “Con este chico el problema es distinto, es que va muy pero que muy justito de cabeza”.

 Creo que va siendo hora de que nos impliquemos en este y otros problemas y pensemos que, en nuestra mano, si no está la solución del problema, si puede encontrarse el principio del camino que lleve a la solución evitando que todo sea un batiburrillo que junte a todos en este cajón “desastre” en que en muchos momentos se convierte el TDAH.

                                                      Fco. Javier Lozano, 18 - noviembre - 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario