Quiero daros una noticia maravillosa. Mis libros, artículos y charlas por todo el
mundo siempre han tenido como objetivo intentar ayudar a los afectados por el
TDAH, Síndrome de Tourette, acoso escolar, etc. En esta ocasión un simple
“guasap me llenó de felicidad. Decía: ¡Qué alegría, ya está en braille “El
origen de un sueño! Eran las palabras con las que empezaba un cariñoso “guasap”
de Montse Lanuza, una gran amiga y mejor persona desde ya unos once años.
Le
pedí una foto para que lo vieseis e incluso algo de información sobre braille y
aplicaciones que lo leen y me mandó todo, incluso un trocito de mi libro leído
así y dos escritos de dos braillistas espectaculares. “Las maneras de leer” de Jesús
Alberto Gil Pardo y “Palabraillología” de Antonio Martín Figueroa.
Sobre la biblioteca en la ONCE nos cuenta:
“Las personas ciegas y de baja visión
afiliadas a la ONCE disponemos de una muy extensa oferta de libros tanto en
audio como en braille, aunque no todos están en los dos sistemas pues el papel
ocupa muchísimo espacio, pero con las aplicaciones del móvil podemos escuchar
tanto unos como otros.
En
audio “sistema Daisy” los leen personas tal y como ahora pueden escuchar en
otras plataformas las personas que no tienen discapacidad, pues nosotros eso ya
lo teníamos desde hace muchos años.
En
braille “sistema TLO”, todos los que hemos aprendido braille podemos disfrutar
de él en papel, o en diversos aparatos como: Línea braille, Orbit Reader,
etc. para leer, pero para poder escuchar
a través del móvil también lo tenemos accesible y se puede escuchar cualquier
libro braille con la accesibilidad del propio móvil: Android-TalkBack o
Iphone-VoiceOver.
El
Departamento de servicio de biblioteca Once nos facilita cada vez más rápido
aquellas obras que han ganado premios importantes, pero a la vez, también nos
facilita todas aquellas que podemos pedir los afiliados de personas que nos
gustaría leer su libro.
A
nosotros nos gusta decir que el braille es el sistema de los 6 puntitos mágicos
que bajo nuestros dedos se transforman en letras, palabras, imágenes,
sueños… Puedes disfrutar de la lectura
tanto de día como de noche, a la luz del Sol o la luna. Los que hemos perdido
visión de mayores y hemos aprendido braille, lo debemos valorar.”
Quería
compartir mi ilusión y emoción por ver “El origen de un sueño” en braille al
alcance más gente.
Muchas
gracias
Las
maneras de leer
Las maneras de leer. Y
¿qué es leer? Leer. Acceder a un mundo de colores, imágenes y sensaciones. Leer
con las manos, leer con el oído, leer con los ojos, leer en braille es tocar
palabras que se bordan para crear un telar mágico, ese telar por el que las manos
discurren ágiles, ligeras, ávidas de mundos sin fin.
Leer en braille, en
papel, leer en braille en un dispositivo electrónico, por ejemplo el Orbit
Reader en el que una tarjeta SD contiene los archivos en formato braille o en
formato TXT, se muestra en sucesiones de caracteres táctiles para contar la
historia, pero leer también a través de una línea braille sincronizada con el
teléfono móvil para acceder a ese mismo libro que se encuentra en una tablet o
en ese móvil y que con ese dispositivo llamado línea braille o el llamado Orbit
Reader ahora mismo nos ayuda a conectarnos y hacer el braille que sea
sostenible incluso ecológico porque no requiere de papel, simplemente requiere
de la electrónica y la tecnología.
Maneras
de leer, maneras de vivir como diría la canción. Pues así uno se hace luz, se
prolonga en el espacio y salta las barreras gracias a las yemas de los dedos,
gracias a unos puntos que son magia y gracias a las historias que quien las
escribe construye para que el lector pueda volar, pueda saltar y pueda sentirse
libre y acompañado, porque leer es ser más libre, porque un libro te acompaña
siempre
Jesús Alberto Gil
Pardo
Jesús
Alberto Gil Pardo (Fuentestrún, Soria) vive en Madrid y trabaja en la
Biblioteca de la ONCE. Entre su obra podemos encontrar, entre otros títulos
"Huellas de Luz, relatos de un ciego optimista y esperanzado para tiempos
de crisis", "La partida de cartas y otras historias de la vieja
dama", "Mis pequeñas odiseas, viajando con otros ojos", etc.
PALABRAILLOLOGÍA
Las yemas de mis dedos ya iban
detectando algunos puntitos sobre una fría superficie de latón, que brillaba
como un espejo.
Otro día, muchos más puntos fueron emergiendo
en multitud de combinaciones, y adoptando diversas formas.
En mi corta edad, no había tenido ocasión
de aprender las grafías normales, y mis primeras letras aparecieron como
aquellas combinaciones de puntos. Y tampoco hasta entonces mi mente había configurado
la forma y estructura de una palabra construida con los trazos usados por las
personas videntes. Luego descubrí que cada escribiente podía revelarse mediante
su caligrafía propia. Reflexioné: esto con el sistema braille no es posible,
porque sólo nos permite acortar la distancia entre los puntos o influir en su
calidad según el papel empleado. Siempre me ha producido desazón tal estrechez
o angostura.
Notorias iniciativas pretenden la
proclamación de la palabra más bella, o la que contiene determinada
sensibilidad, o la que precisa ser preservada por hallarse en desuso. Destacar
alguna de estas peculiaridades nos conduce hasta una visión no exenta de
subjetivismo, que no desdeña como algo baladí la referencia a su significado
dominante.
Cuando pienso en una palabra concreta, en su
longitud, en su forma y estructura, me la figuro escrita en braille, con su porción
de puntitos dispuestos en series ya convenidas y que, naturalmente, también así
me parece más o menos hermosa. Cierto es que, casi siempre, analizando cada
letra o cada palabra, pronunciamos inconscientemente sus propios sonidos
alineados, señalando sus características también especiales. A esto nosotros,
quienes aprendimos primero el código braille, le habilitamos un aspecto muy
relevante: la sensación táctil de una estructura solamente palpable, que
pasando la yema del dedo índice, nos informa de la esbeltez de la letra L, del
vigor de la R, de la amplitud de horizontes de la S, de la firmeza y
consistencia de la V, del aperturismo libre de la X, de la placidez de la Z. Siempre observadas desde el Poniente
según leemos.
Transformando el estudio de la
Geografía en serena lectura, me entusiasmaba entonces contemplar cuanto me
sugería alguna de aquellas capitales o ciudades que yo situaba remotas y
consideraba exóticas; y, consecuentemente, las atesoraba en alguno de los
múltiples cofrecitos de mi incipiente memoria.
Me divertía pronunciándolas; me dedicaba a copiarlas para que no se me
olvidaran.
La letra K me ha subyugado como un
sonido habitual en los topónimos foráneos, por su exquisitez aristocrática
(Helsinki, Reykiavik, Samarcanda), distante de la C, asimilable a una vulgar
rayita demasiado común. Las ciudades de Siberia, me transportaban a regiones
profundas, insondables, como en los cuentos de Affanasiev, (Verkhoiansk,
Krasnoyarsk, Vladivostok). A propósito; recientemente me topé con un libro en sonoro
que describía un espectacular viaje en el Transiberiano. Me habría deleitado
todavía más si aquella vez lo hubiese localizado en sistema braille, con sus
numerosísimos nombres plagados de la letra K al comienzo, en medio y al final.
No aparecían deletreados, lógicamente, y tampoco fui capaz de asimilarlos.
¿Y qué decir de las vocales
acentuadas? Los amantes del braille no soportamos una transcripción tan
deficiente por no incluir el acento ortográfico siendo preceptivo. Nos molestan
tales vocablos deformes, mas si van acentuados nos resultan muy agradables al
tacto. Estas vocales les dotan de elegancia, estilo, solemnidad. ¿Cómo no
ponderar la belleza de Té o Café ante la expectativa de omitir la E acentuada
por la otra E? ¿Y los esdrújulos Cántaro, Céfiro, Sílfide, Óvalo, Lúgubre...?
¿No es más majestuoso un Árbol con su acento y todo, que un Árbol con el
puntito de la A, convertido en enclenque y a merced del vientecillo?
Acaso nuestro sabio Louis previó en
algún momento el desinterés de las
actuales generaciones por el añadido del acento ortográfico, mucho más
influenciadas y serviles a las modas establecidas por la informática y otras
tecnologías al uso donde se desprecia y no se utiliza. Por eso a cada una de
las vocales acentuadas le otorgó personalidad independiente, para que al menos
el colectivo de fervientes adoradores de su sistema de lectoescritura no las
perdiera de vista y las reivindicara tal y como han de escribirse.
En mi pequeño mundo de finales de
los años 50, apenas al inicio de mi instrucción primaria, todo se constreñía a
mi pueblo, quizá mi provincia. Así pues, cada nombre de ciudad que resaltaba en
los libros precedido de mayúscula exhalaba un encanto especial. El signo de
mayúscula era como un portón que daba acceso a un recinto nunca visitado por mí
y, con toda seguridad, digno de ocupar sitio preferente desde entonces en mi
memoria. Y lo mismo sucedía con otros nombres propios que no concebimos, al
rescatarlos del recuerdo, sin el abolengo conferido por esos dos puntitos tan
arrimados a ellos. Si, además, aportan una vocal acentuada, sobresale su
refinada elegancia con el resto. En
Braille, si no fuera por la amplitud de la Y griega, serían Tú y Él mucho más
importantes que Yo, aunque no presuma de tal magnificencia. Y no digamos nada
si localizamos un vocablo acabado en el mágico rombo dibujado por E acentuada
seguido de N (Verbigracia, Rubén) y opuesto al laberíntico trapecio formado con
la é seguida de la Z (Verbigracia, Alquézar).
Mi nombre y apellidos, como parte
sustantiva e individual de mi persona, son únicos y van a acompañarme en toda
mi existencia. Lo toco, a la vez que lo pronuncio a media voz y, entre la
articulación de los sonidos, también irrepetible, y la representación que mi
mente forja con esas letras así dispuestas, lo identifican como absolutamente
personal no comparable a ningún otro nombre.
Inopinadamente, surge como un vigía
que nos alerta del acceso al fortín de las ostentosas cifras, nuestro signo de
número, para mostrarnos, desde su posición de descanso gimnástico, que la
hilera de puntos que sigue ha mudado su vestimenta inicial. Este centinela nos
dará detalles de nuestras sagradas fechas.
La caricia de los dedos sobre el
texto pasando de uno a otro renglón, semeja al proceso respiratorio de los
pulmones. Si los puntos simbolizaran los guijarros del sendero y las palabras
son filas de puntos, mi destino como permanente usuario del braille está ligado
al nuevo universo creado por mi mente mediante el tacto. Cuanto aporto yo a ese
universo se concreta en mi inconfundible estilo para tallar esos cantos
rodados. Louis Braille ha serenado mi respiración, me ha enseñado a caminar, a
sortear las piedras y a detectarlas también, a aplicar la técnica para que las
palabras, cinceladas en mi mente, sean una obra en su forma y estructura
irrepetible. ¡Bendito sea!
Antonio Martín
Figueroa
Martín Figueroa gana el Concurso Europeo de
Redacción en Braille Internacional Dibujo de un ciego pensando en la redacción.
El escritor ciego afiliado a la ONCE Antonio
Martín Figueroa se ha alzado con el primer premio del Concurso Europeo de
Redacción en Braille, convocado por la Unión Europea de Ciegos (EBU) bajo la
leyenda “La alfabetización cambia mi estilo de vida” y dotado con 2.000 dólares.
El ganador tituló su trabajo “Palabraillología”, uniendo los términos “palabra”
y “braille” con el lazo de la sílaba “bra” que las abarca a ambas.
Según explica Martín Figueroa a nuestra
revista, para él esa sílaba tiene una gran fuerza y, en el concreto caso de la
expresión “braille”, a menudo es la única que se pronuncia bien, pues es
frecuente que se diga “braili”, “brail” etc. En definitiva, que considera esta
sílaba “bra” como trascendente en referencia al sistema de lecto-escritura para
personas ciegas ideado por el francés Louis Braille, de quien en 2009 se cumple
su segundo centenario, motivo que ha provocado la convocatoria de la EBU. Para
Antonio Martín, el braille tiene una importancia radical en su vida, “en cuanto
al acceso al libro, a la cultura…
Javier Lozano, 28 - agosto - 2020
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