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sábado, 1 de abril de 2023

"Con esfuerzo… sí, se puede"


A pesar de estar unos meses fuera de las aulas por mi prejubilación, no dejo de pensar y trabajar en el tema que ha ocupado mi vida, mi alumnado y, especialmente las personas que presentan algún problema, como los alumnos y alumnas con TDAH, aunque creo que en realidad se enfrentan a dicha situación, más que por ellos mismos, por el medio que les rodea en la propia escuela muchas veces, o como les ocurre en la sociedad en el día a día, por a la ignorancia, la soberbia y la desidia de muchas personas con las que se cruzan en su camino, ya tortuoso de por sí en demasiadas ocasiones.

Sigo en contacto con muchas familias de Zaragoza y de otros lugares por diferentes medios y estoy dispuesto a seguir así. Ayer leía en Facebook el comentario de una madre, conocida por este tema, y veía lo orgullosa que está con su hija, y con razón, porque debido a su esfuerzo y las medidas ordinarias aplicadas por su centro, ha conseguido superar con buenas calificaciones este segundo trimestre. Coincido con ella, como he dicho siempre en la importancia de valorar el esfuerzo por encima de las calificaciones.

Más tarde tuve una larga conversación con otra madre, amiga de una antigua alumna que la puso en contacto conmigo, preocupada por el más que posible TDAH de su hijo. Buscaba información sobre el tema, pero tenía muy claro lo que os acabo de contar en el caso anterior.

Todo esto me recordó un caso de hace ocho años y medio, que os cuento con el permiso de la madre desde aquel día y que no publiqué entonces. Le hablaron de mí, se puso en contacto conmigo y concertamos una entrevista para hablar del chico. Quería consejos sobre el tema y también sobre a qué centro llevar a su hijo. Prefiero copiaros tal cual, el correo que recibí un curso después de aquella conversación y del que he cambiado solo el nombre del chico.

“Buenos días Javier, quiero hacerte partícipe de mi alegría, mi hijo Luis ha titulado, la verdad es que estamos muy contentos, estos días en que mis compañeros de trabajo me hablan de que sus hijos están estudiando en EEUU, o que han sacado "cum laude" en alguna sesuda carrera, la verdad es que veo cierto desfase en mi alegría, pero da igual, para mi este título viene a ser la recompensa a tanto esfuerzo, es como si hubiésemos tocado Marte. 

Creo que me comprendes.

Ha habido en este intensísimo año de todo, solo me quedo con lo bueno y positivo, iniciamos una nueva etapa, nos vamos a formación profesional, aprovechamiento y conservación del medio natural, (antiguos forestales); me ha parecido que el contacto con la naturaleza, que a él le encanta, y el poder no estar tanto tiempo sentado en una silla, (así lo espero), pueda gustarle, no lo sé, la verdad. 

Quiero recordar tu sinceridad a la hora de recomendarme tu centro, y tu empuje a tomar la decisión, sea cual fuere, sería acertada, así ha sido. Eres culpable en cierta medida de esta titulación en ESO, de forma sutil, y en la sombra; quería en consecuencia que saboreases mi/nuestro pequeño triunfo. 

Gracias Javier, 

Un super- abrazo. 

Y mucho ánimo para este curso, saca lo mejor de ellos, aunque esté escondido.”
 

Si lo pensamos, igual tampoco es tan difícil. ¿Nos os parece? Vamos a seguir por este camino dándoles la mano en su trabajo diario y en su vida en general.


Fco. Javier Lozano 1 – abril – 2023


 

viernes, 10 de marzo de 2023

"Sentimientos producidos por el TDAH"

Desde que estoy prejubilado –no jubilado del todo aún– el tiempo ha tomado otra dimensión, tanto para bien, pues los horarios ya no existen de la misma forma, como para mal, ya que es más complicado hacer otras cosas que antes formaban parte de tu día a día.

Una de las cosas que llevo tiempo haciendo es organizar mis cosas, las de mi cuarto de estudio, la mesa, que hace tiempo que no la uso para lo que más me gustaba, mis discos duros, papeles e información que llevaba conmigo años. Algunas totalmente inútiles ya y otras con su valor.

Haciendo esta revisión van apareciendo cosas curiosas –algunas ya las iré comentando. Encontré hace unos días un papel que no tengo ni idea de quién lo pudo escribir, aunque me van viniendo a la cabeza alumnos y alumnas que he tenido la suerte de conocer y poder ayudar a que fueran avanzando y solucionando en lo posible sus problemas. En este caso me temo que de un caso de TDAH.

Os lo copio porque la letra y la redacción es cómo es, lógicamente. Ya lo comprobaréis en la foto de portada del artículo.

 

“Cuando mis compañeros me dicen que me calle porque molesto, yo me siento triste porque no me gusta molestar a nadie. En mi casa también me entristezco porque cuando mis padres tosen yo lo repito sin querer y me entristece porque mis padres tienen que aguantarme y no me dicen nada.”

Solo quería recordar con este mensaje, tan claro y contundente, de este niño o niña, no lo sé, a todas esas personas que siempre creen que nuestros afectados/as con TDAH –también con otros trastornos– hacen lo que hacen a idea por molestar, porque les gusta hacer rabiar a los demás, a ese alumno que atiende en clase o a ese otro que hace cualquier otra actividad.

Todas las personas que están habituadas a tratar a estos niños y niñas con trastornos neurobiológicos, como el TDAH, especialmente madres, padres, familiares cercanos, médicos, sanitarios, personas de asociaciones y profesores –si tienen suerte de dar con ellos– saben de sus características y hacen oídos sordos a todas esas palabras que guiadas por el desconocimiento y las ganas, a veces, de que todos seamos exactamente iguales –sobre todo como a ellos les gustaría– no hacen más que daño a la imagen de un trastorno que los demás tratamos de minimizar con trabajo y esfuerzo, además del de estos niños y niñas, que añaden estos comentarios tan perjudiciales a esa mochila que ya llevan las veinticuatro horas del día.

Simplemente quería compartir este documento, de un enorme valor por su contundencia, su sensibilidad y especialmente porque, aunque parece escrito con un simple bolígrafo, creo que esta personilla la ha escrito con el corazón. 

                                                  Fco. Javier Lozano, 9 – marzo – 2023 


lunes, 27 de febrero de 2023

"Una vida distinta"

 


Han pasado ya unos cuantos días desde aquel en que dije hasta luego a mi actividad docente. Hasta luego porque en septiembre tengo que volver durante otro pequeño periodo de tiempo de unos dos meses y medio. Es lo que tiene este proceso de prejubilación.

Desde hace ya mucho tiempo llevaba soñando con llegar a este punto, en mi caso seguramente más por una anomalía en el proceso de prórroga que surgió de la negociación que vete tú a saber si… Bueno, que ya pasó y a mí lo que me apetecía era esto que he empezado a vivir.

Los primeros días fueron raros, no dejaban de parecer un puente y, tras el domingo, a trabajar, pero la noche de este último día del imaginario puente, una lucha interna increíble se desató en mí. Por una parte, la cena y la oscuridad a través del balcón indicaban que había que dormir ya para levantarse pronto al día siguiente. Por otra, mi cabeza me recordaba que no debía hacer caso a ese mensaje que nacía de la fuerza de la costumbre. Esa sensación llega hasta hoy noche tras noche. Incluso durante el día tengo una curiosa sensación de culpabilidad por no haber ido al colegio esa mañana.

Cuando ya han pasado los primeros once días, ocho de ellos sin clase, sigo sin acostumbrarme a no ver su cara a diario. Hace unos días tuve que acercarme por una cuestión personal y volvieron a aparecer los abrazos y los besos nada más llegar a la puerta del centro. Claro que, con el tiempo, llegaré y será muy distinto porque no me conocerán muchas personas y yo tampoco a ellas, incluido el profesorado. Lo que ha sido mi casa durante tantos años será simplemente un recuerdo.

En este momento estoy tratando de reorganizar mi vida. Trato de hacer cosas que antes no hacía y que hoy el tiempo me permite realizar y otras, a las que antes dedicaba pequeños espacios de mi día, ahora puedo dedicarles mucho más, aunque primero debo planificar todo un poco. Entre estas últimas están las de seguir escribiendo y atender a niños y personas con trastornos como el TDAH, Tourette o acoso escolar que siguen poniéndose en contacto conmigo como asociaciones o a nivel personal.

Con la maldita pandemia dejé muchas cosas a medias, desde viajes para charlas ya programadas por España, hasta proyectos para escribir cuestiones de tipo educativo (tengo una muy interesante que si salé adelante os contaré) y varias de ficción, especialmente una novela con cierto grado de humor que quiero terminar en las próximas semanas. La verdad es que ideas no me faltan. Quedó por culpa de la citada pandemia sin editar, ya maquetada, una recopilación de más de 60 artículos educativos de mi blog, a petición de mucha gente que lo lee habitualmente y que titulé ¡Cuidado con la tarima! Reflexiones desde mi aula. No sé si lo sacaré ya o no. Depende de vosotros.

Así pues, voy a ver si me acostumbro a esta nueva forma de vida, sin dejar de lado algo tan importante para mí, además de tratar de sonreír a diario porque sé que tras estas líneas estás tú, montones de personas que me habéis acompañado siempre y que sé que lo vais a seguir haciendo. Yo, por mi parte trataré de brillar si es posible para quien me necesite.


Fco. Javier Lozano, 27 – febrero – 2023

miércoles, 21 de diciembre de 2022

"Cerrando la puerta"


Aún recuerdo la ilusión que me llevó a la Escuela de Formación del Profesorado tras atravesar mi adolescencia. Por fin mi sueño de ser maestro iba a empezar a convertirse en realidad a base de esfuerzo y dedicación a libros de Psicología, Pedagogía, Didáctica y otras muchas asignaturas, además de las de la especialidad de Matemáticas y Ciencias de la Naturaleza que yo había decidido seguir. Luego vino aquel primer colegio, San Juan de la Peña, en los bajos con poca luz de unos edificios de los que bajaban aquellos alumnos que daban luz a mis primeros años de profesión. Por fin estaba dedicando mi vida a esos chicos y chicas con quienes yo había soñado, ayudando a sus familias en su formación. Fueron unos años entrañables, de ahí el cariño que todavía les tengo y ellos a mí. 

Más tarde llegaría el cierre de mi añorado colegio y mi llegada a San Valero, un centro con muchas posibilidades. Fue entonces cuando amplié mis estudios con la carrera de Ciencias de la Educación (Pedagogía) en la especialidad de Orientación escolar, lo que sirvió para que ejerciera unos pocos años como orientador, hasta que las circunstancias me mandaron de vuelta a las aulas, cosa que aproveché para seguir estudios de doctorado, dedicándome después al TDAH sobre todo, además del Síndrome de Tourette, el acoso escolar y otros trastornos. Comencé a escribir algunos libros y a viajar de un lado a otro dando charlas sobre esos temas, referidos al trato del alumnado en el aula.

Han pasado muchos años desde que pisé por primera vez un aula y sentí el cariño que solo saben transmitir esos alumnos y alumnas que te miran, esperando siempre que les ayudes a seguir adelante en su vida, a través de unos ojos que te transmiten también todo lo que les rodea y que tal vez sus palabras no saben transmitir de igual manera.

El tiempo ha seguido su curso y poco a poco, casi sin darme cuenta, ha llegado la hora de dejar paso a gente que venga con las mismas ilusiones que me empujaron a mí a meterme en este mundo de la educación. Dentro de mi prejubilación, hoy he terminado una primera fase. Ya no voy a dar clase nunca más, se acabo el corregir exámenes, las reuniones de evaluación, acudir a cursillos y otras cosas similares. Desde este momento voy a concentrar el tiempo que me queda hasta la jubilación en varias fases pudiendo disfrutar ya de meses fuera de mi trabajo diario. A partir de ese momento podré tener tiempo libre para mis cosas, entre las que se encuentran seguir apoyando a los niños con problemas, allá donde me necesiten, sin ataduras de horarios de clase.

De momento espero estar desde enero, poco menos de dos meses, apoyando a otros jóvenes profesores en sus clases y otras labores de apoyo que haré encantado por ese alumnado al que seguiré queriendo como ellos me quieren a mí.

Hoy ha sido un día muy especial. Me he despedido de mis alumnos como profesor de asignatura, nos hemos hecho fotos, me han escrito cosas preciosas e incluso me han hecho algún que otro regalillo para que les recuerde. Al final, he pedido que me hicieran una foto que habla por sí sola. En ella se ve cómo cierro la puerta del aula donde he impartido mi última clase, oficialmente la última de mi carrera profesional, la última de mi vida como docente, aunque seguiré siéndolo mientras viva. Al cerrarla, no queda atrás solamente un grupo de pupitres, una pizarra o la mesa del profesor. Lo que realmente queda tras esa puerta son muchas ilusiones, vivencias, momentos malos y buenos, alegrías, penas, risas y multitud de susurros. En realidad, tras esa puerta quedan encerrado cuarenta años de mi vida.

Muchas gracias a todas las personas que habéis pasado por mis aulas y habéis llenado de sentido la mayor para de mis años, de toda una vida.

             Fco. Javier Lozano, 21 – diciembre – 2022

lunes, 28 de noviembre de 2022

“Buen título para el tema de matemáticas”

 

“Buen título para el tema de matemáticas”

 


A todos nos va pesando siempre la semana, pero al llegar a la última hora de clase del viernes, ese peso es ya mucho más visible en nuestro alumnado. El viernes pasado entramos a clase y, entre lo dicho y que estos días la bronquiolitis y otras patologías están mermando la asistencia a las aulas, tras comentar lo que íbamos a hacer, cada uno con más o menos ganas se puso a trabajar en lo que les había dicho. 

Cuando llevaban centrados unos minutos nada más, uno de los alumnos de primero de la E.S.O. que asisten a la clase de taller de matemáticas para reforzar esa asignatura me planteó una de esas dudas que se resuelven por sí solas, pero a la que este chico dio una respuesta simpática, directa y contundente. La pregunta, evidentemente por hacer una gracia, después de poner en pantalla ejercicios sobe potencias y raíces, precisamente de un tema que se titula así, fue “Javier ¿Qué título ponemos?”

A mí se me ocurrió contestarle, con una sonrisa que venía a decirle que si todavía no se había enterado de qué iba lo que estábamos trabajando y que en la pantalla se veía en un tamaño enorme, que podía poner lógicamente por título “Cómo matar un elefante a besos”.

Una vez contestada su gran duda y viendo que se ponía a ello, he seguido atendiendo a otras cosas y al resto del grupo. Cuando habían pasado un par de minutos, con una cara que os podéis imaginar, sonrisa picarona y ojos de bichillo simpático y juguetón, me llamó por mí nombre para decirme “¿Así está bien?”

Le pedí permiso para hacer una foto a esa portada con un carácter matemático impresionante. La verdad es que ese día y a esa hora ya poco trabajó. La semana había conseguido agotar sus pocas ganas de trabajar, pero no las de bromear y hacerme sonreír. En una mañana como esa, dura, apagada y triste, salvo en unos escasos minutos, agradecí la ingenuidad con la que me ayudó a evadirme unos segundos de mi auténtica realidad. Todo un personaje, os lo aseguro.

                                                Fco. Javier Lozano, 28 – noviembre – 2022

 

martes, 1 de noviembre de 2022

"Feliz por una simple radiografía"

 

Hace unos días, una simple radiografía me alegró el día. Te parecerá extraño, pero así fue.

 Salgo de la escuela con el tiempo justo para no ahogar a la compañera que se quedaba con mis chicos y al llegar me las veo y me las deseo para poder aparcar en zona azul. Voy corriendo y al llegar al ambulatorio compruebo que me he dejado la mascarilla clínica en el coche, pero recuerdo que llevo una homologada de tela en el bolsillo y me la pongo antes de entrar.

 Se abre una puerta y sale una mujer con una señora mayor del brazo, la lleva hasta su acompañante y se dirige hacia mí. Lo sabía pensé, mi mascarilla no es la reglamentaria es ese lugar. Pronuncia mi nombre, me pregunta si soy yo, y me pide que pase. Abre la puerta y, cuando espero que me diga algo sobre la dichosa mascarilla, me dice que yo fui el tutor de su hijo hace unos años y nada más escuchar su nombre se abre otra puerta, la de ese gran espacio que ocupan los maravillosos recuerdos de muchas de las personas que han ocupado nuestras aulas y también nuestros corazones mientras han estado ante nosotros.

 Poco a poco se agolpan imágenes ante sus palabras, afirmaciones que a mi entender son excesivas, pero que me llenan de alegría. “Mi hijo llegaba de repetir el último curso de primaria en otro colegio y desde que te conoció fue otro” “Mi hijo es el que es hoy gracias a ti” “En casa te recordamos con mucho cariño y te nombramos muchas veces” “Todavía tiene en su habitación aquella foto que le trajiste dedicada por Aíto García Reneses de Sevilla por lo que le habían hecho en el recreo aquel día” …

 Me agradeció también que en aquellos momentos la sacara de dudas cuando no sabía si el chico podía tener déficit de atención y le explicara qué era aquello, además de dejarle mi primer libro sobre el tema “Juanito y su TDAH. Ser feliz es posible”.  

 Estoy seguro de que, si este gran chico es hoy una buena persona, es quién es y cómo es, quizá yo pude influir en algo, tal vez en darle herramientas para desenvolverse mejor en su día a día, en la vida, pero no me cabe la menor duda de que ha sido él mismo con su esfuerzo y también con el apoyo de su familia quien lo ha conseguido.

 Siempre digo a mis alumnos que, si cuando pasen muchos años, diez, quince, veinte… aunque tal vez yo ya no exista, me recuerdan, es que hice bien mi trabajo. Esta madre me lo confirmó. Consiguió hacerme feliz por unas horas.

                                         Fco. Javier Lozano, 1 – noviembre – 2022

martes, 1 de marzo de 2022

"Ayudar al alumnado"

Hace un par de días hablaba con una madre, amiga de Facebook, preocupada por su hija como es normal. En la conversación surgía una pregunta sobre la obligatoriedad de ayudar o no a una persona que cursa bachiller, algo que puede resultar clave en su desarrollo académico y, mucho más cuando nos encontramos con algún tipo de trastorno. Mi primera reflexión me llevó a pensar que se refería a ayudas académicas de tipo institucional, de esas que hay que solicitar al organismo de turno y que en un tiempo te dicen si te conceden o no algún tipo de refuerzo educativo o cosas similares.

Mi sorpresa fue enorme al comprender la pregunta. Se trataba de saber si el profesor puede o no, si debe o no, ayudar a sus alumnos. Según le habían dicho en su centro, a partir de bachiller, el profesorado no puede ni debe ayudarles. ¿Es que al llegar a dicha etapa y no ser obligatoria, los apoyos y ayudas a personas con dificultades académicas no se pueden dar y no pueden pedir ayuda? ¿No es labor nuestra, como docentes, ayudarles en esa etapa nueva para ellos como en las demás?

Al oírlo empecé a pensar en ese director, tutor o profesor de asignatura que es capaz de afirmar eso. Espero que la implicación con mi alumnado en casi cuarenta años de profesión no me haya escondido esa normativa, a la que deben referirse en ese centro educativo y que ni me he molestado en buscar, primero porque supongo que algo tan poco educativo no existe y segundo porque, en caso de existir, no le haría el menor caso.

Creo que todos los alumnos y alumnas de nuestras aulas necesitan de nosotros, en mayor o menor grado, para ir desarrollándose académicamente, pero también como personas y en ambos casos nuestra cercanía es clave para que se sientan seguros y puedan progresar en lo académico y ser mejor seres humanos en su vida. Para ello tienen que tener a su lado profesionales competentes y eso no significa solo dominar a la perfección la asignatura que imparten, sino también las relaciones personales, mediante las cuales ayudar a los alumnos a entender mejor todo desde la seguridad que da sentirse acompañados en su camino diario hacia el aprendizaje que tal vez, si conseguimos hacerles comprender, desde el respeto, el valor del esfuerzo les ayude a dirigirse por una senda que les lleve lo más cerca posible del éxito en su vida y no solo a nivel académico.

Nadie debe decir a un docente, esté en el nivel que esté, si debe ayudar o no al alumno. Él debe saber que esa ayuda y ese apoyo continuo deben formar parte de su currículum profesional y, mucho más importante, de su forma de hacer como persona que está al servicio de un alumnado que siempre espera lo mejor de él, y ahí no figura que lo deje desamparado en una etapa crucial para su futuro ante la próxima que puede llevarle a lo que le marcará con muchas probabilidades el resto de su vida.

Si eres docente ayuda siempre a tus alumnos y si eres uno de ellos, pide ayuda siempre que lo necesites, seguro que te la bridarán con mucho gusto.

                                                Javier Lozano 1 Marzo 2022