
No hace demasiado tiempo, una de las muchas madres con
las que hablo para interesarme por cómo les van las cosas a sus hijos,
generalmente con TDAH o cualquier otro problemilla que siempre agrava la
situación, me comentaba… ¡Madre mía! Ayer hizo diez ejercicios de lengua, hoy dieciocho
de mates, tiene cinco de “cono” de los largos, escribir un cuento, una ficha de
inglés y estudiar. La pobre madre estaba desesperada ante el del fin de semana
que le esperaba a un niño como el suyo a punto de cumplir sus diez años. La
angustia se notaba en su voz, adivinando unas lágrimas que con toda seguridad
estaban a punto de brotar de sus ojos mientras miraba al pequeño ahogándose
ante un material escolar formado por una ingente cantidad de objetos esparcidos
por la mesa… papeles, libros, cuadernos, lápices, bolígrafos y multitud de
útiles escolares. El niño no sabía por dónde empezar, creando una ansiedad en
el pequeño, que hacía que hasta las pinturas de colores del su estuche
perdieran el brillo que daban en otros momentos a sus preciosos dibujos. ¿Esto
es normal? Me temo que no. Algo estamos haciendo mal desde la escuela.
Los deberes, entendidos como recuerdo de lo aprendido
en clase o como un simple entrenamiento, tienen que cumplir su objetivo. Deberes
sí, pero con mesura. Siempre hemos de tener muy presente que es más
importante la calidad que la cantidad, e incluso que muchas veces "menos puede
ser más" para nuestros alumnos. Sí, ya sé, deben esforzarse y ser apoyados por
unas familias que nunca han de hacer de maestros, sino complementar nuestra
labor, y que no en todos los casos se da, pero vamos a tratar de racionalizar
al menos nuestra parte. Tal vez ellos entonces puedan ser también más eficaces
con sus hijos, nuestros alumnos.
Siempre recuerdo unas fiestas del Pilar que pasamos
casi en su totalidad encerrados en casa porque una de mis hijas, bastante
pequeña y ya con un grado de responsabilidad encomiable, tenía que hacer
cantidades ingentes de deberes en los cuatro días de fiestas locales que
teníamos. Aquel año, ni ofrenda a la Virgen del Pilar, ni ferias, ni nada de
nada. Su profesora, de la que me acordé más de lo que debiera en aquellos días
¿las pasaría también en casa preparando las clases de la semana siguiente
mientras su marido en el sofá leía un libro para hacerle compañía? Me temo que
no.
Otra pelea sin visos de solución es la que tengo con
algún compañero sobre los deberes de periodos vacacionales como Semana Santa,
Navidad y sobre todo verano. Yo siempre he pensado que las vacaciones están
para algo, concretamente para descansar y desconectar del día a día en la
escuela. En las del verano sí que es cierto que hay que hacer alguna cosilla
para no volver, como algunos jugadores de fútbol, gordos, que luego pierden el
puesto de titular que tenían la temporada anterior y ya no vuelven a ser lo que
eran. Pero aún así, con sensatez y cordura.
Ante estas ideas que van y viene en mi cabeza cuando
pienso en mis alumnos, ya sé que no es lo mismo pero pienso… ¿qué ocurriría si
a nosotros maestros, una vez llegado el fin de semana, cualquier otro periodo
vacacional o, sobre todo, el tan ansiado y merecido verano, nos obligaran a dar
clases a los chicos del barrio, el pueblo o la playa donde vamos con la familia
para que a la vuelta no se nos olvide la profesión? Me temo que nos entrarían
la angustia, la ansiedad y la depresión que tenía la madre que comentaba al
principio. Tal vez también en nuestro caso nos caería algún que otro lagrimón.
Javier Lozano
10/04/2013
Estoy completamente de acuerdo contigo. Hubo un año en que en 4º de Primaria nos mandaron una cantidad de deberes para una Semana Santa que era casi insufrible. Mis padres tenían programado un viaje y tuvimos que añadir a las maletas una bolsa llena de mis libros, mis cuadernos y mis fichas. Más de una mañana no pudimos salir para que pudiese hacer los deberes y total, que cuando llegamos a la escuela ni los revisó.
ResponderEliminarYo no suelo mandar muchos deberes para casa, aunque sí que es cierto que en ciertas ocasiones un ejercicio o dos como mucho no viene mal para mejorar los conocimientos adquiridos esa mañana.
Un saludo muy grande compañero!
Raquel. R. P.
Soy una veterano profesora de Matemáticas de Secundaria en un ies de la Comunidad de Madrid. Este curso soy tutora de 3º de ESO y mis alumnos se quejaron, en la última evaluación, de la gran cantidad de deberes diarios que se les juntaban al sumar los de cada una de las asignaturas del día.
ResponderEliminarTras mucho reflexionar he llegado a la conclusión que en alguna parte debemos VER los profesores del grupo la totalidad de tareas que estamos mandando de un día para otro o en los periodos vacacionales.
Y en ello estoy: he creado un grupo en internet donde, cada día un alumno sube las tareas encomendadas durante la jornada escolar, que es accesible a padres y profesores.
Un saludo
Teresavp
Totalmente de acuerdo contigo Fco. Javier, aquí te dejo lo que me sucedió el otro día en clase cuando mandaba la tarea...
ResponderEliminar¿Y cuando jugamos? En Una tiza