
Volvemos a encontrarnos otra
vez más con los fantasmas del pasado, esos de sábana amarillenta que habitan
nuestras aulas desde tiempos inmemoriales, desde que la enseñanza es enseñanza
y desde los que seguimos luchando por formar integralmente a esos jóvenes que
son confiados a nosotros. Son problemas que están ahí y los conocemos todos,
académicos y personales: Absentismo, falta de motivación, de respeto al compañero,
ausencia o desconocimiento de valores elementales, en definitiva, falta de
interés por todo aquello que no esté al alcance de su mano, en su radio de
acción.
Seguramente no nos falte
razón si decimos que a todos, a esta edad, nos pasó algo parecido, que son
jóvenes, a veces unos críos, pero eso no puede ni debe ser nunca excusa para
que dejemos hacer al destino y la educación de nuestros alumnos se convierta en
una simple transmisión de contenidos y poco más.
Nuestra labor como tutores,
nuestro trabajo incansable e interminable como tales es innegable, pero en
multitud de momentos y casos nos sentimos desasistidos, sentimos el desaliento
porque echamos en falta un pilar muy importante para que nuestra labor dé el
fruto deseado, para que nuestros alumnos sean lo que nosotros pretendemos. En
estos momentos en los que todos los movimientos pedagógicos, autores e incluso
las leyes se mueven en paradigmas pluralistas y comunitarios, en los que la
contextualización de los centros y los currículas en ellos creados son la base
de todo el proceso enseñanza-aprendizaje, nos falta la colaboración de las
familias.
Nosotros debemos partir de
una premisa clave para nuestro trabajo que es, en palabras de Petitt ya hace
casi veinte años, la inutilidad de tratar al alumno aisladamente de su familia
y entorno. Por todo esto debemos seguir intentando implicar a las familias,
cada día más, en el proceso formativo de sus hijos, a los que tanto quieren,
pero a los que no se dan cuenta que tienen que ayudar acercándose a nosotros.
Quería con estas reflexiones
acercarme a ti tutor, que luchas codo a codo con tu Equipo Educativo sin
desmayo, para que sigas en la brecha porque aunque ninguno de nosotros tiene la
solución definitiva, entre todos podemos poco a poco ir descubriendo pautas y
estrategias que nos acerquen a su consecución. ¡Estos padres…!
Fco.
Javier Lozano
Noviembre 1998
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