Hace
ya unos días que estrenamos este año con nuevas ilusiones, seguramente mucho
más realistas que las de otros anteriores porque, después de lo que hemos
sufrido en el que ha finalizado, lo que realmente queremos es volver a vivir,
volver a la vida que antes nos parecida incluso en muchos momentos anodina,
aburrida y sin demasiado interés. Ahora, tras meses de confinamiento, mascarillas,
restricciones de todo tipo y otras medidas con el fin de que pare de una vez el
número de personas que enferman y el de las que nos dejan, hemos descubierto
que la vida es lo que era, no una utopía irrealizable y siempre buscada más
allá de nuestra realidad sino algo más consecuente con nuestro devenir diario.
En
mi caso, de aquellos días maratonianos de los primeros meses de esta pesadilla,
donde el horario lectivo se difuminaba en el resto del día, pasé a ver a mis
alumnos con la única posibilidad de mirarlos a los ojos, sin muchas veces
entender lo que me dicen o sin que ellos me entiendan por interponerse entre
ambos una simple tela casi pegada a nuestra boca y nariz.
La
tristeza es hoy algo habitual en la cara de mucha gente porque el ánimo se siente
minado por lo acontecido. Es muy complicado, aunque respetemos al máximo las
medidas de seguridad por el bien de todos, no tener, al menos en mi caso, cosas
tan sencillas como las charlas con los amigos o simplemente pasar algún día en
el pueblo paseando por el campo o al fuego del hogar, pero la vida debe seguir
y para ello tenemos que seguir esforzándonos por hacer las cosas lo mejor
posible.
En
un par de días estaré otra vez frente a mis alumnos, apoyándoles, animándolos a
seguir hacia su futuro y en los casos más complicados, especialmente en la FPB
(Formación Profesional Básica), batallando para que vean que su vida pasa por
formarse ya que en ella hay algo más que móviles, tabaco, alcohol, apuestas y
otras cosas que la sociedad pone a cada paso que dan sin importarle el daño que
les está haciendo por sus características personales y en algunos casos
familiares.
También
en unas semanas me gustaría intentar de nuevo dar el empujón definitivo a una
ilusión que la pandemia me quitó, mi último libro, el primer trabajo de
recopilación de mi blog y que muchos lectores me habíais solicitado. “¡Cuidado
con la tarima! Reflexiones desde mi aula”. Espero al final pueda verlo en mis
manos con la imprescindible ayuda de todos vosotros, si no ya deberé olvidarlo
muy a pesar mío. Está listo para pasar a papel después de un buen esfuerzo por
parte de mi editor.
Y ya
no queda más que colocar esta noche de Reyes nuestros zapatos listos para
recibir los regalos, en nuestro caso como adultos en ellos caben todas nuestras
ilusiones, todo aquello que nos ayude a volver a tener una vida plena, real y
tan normal y corriente como era antes de todo este mal sueño.
Que
la ilusión de la noche de Reyes, que tantas veces nos dio vida a la mañana
siguiente cuando éramos pequeños, nos llene de ella este nuevo año que buena
falta nos hace.
Fco. Javier Lozano
– 05 – Enero – 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario