sábado, 12 de octubre de 2019

A por su próxima sonrisa


Ya han pasado unas semanas desde que alumnos y alumnas volvieran a llenar nuestros centros, las aulas donde pasarán el curso que comenzaron cargados de nuevas ilusiones y proyectos, en la mayoría de los casos. Nuevas caras plenas de ilusión, expectantes unas, otras ya conocidas, seguro de que algunas tal vez todavía continuarán intentando ganar nuestra confianza y llamar nuestra atención. Necesitan una mano que le guíe, alguien que les recuerde lo importante e imprescindible que es el esfuerzo, ese valor tan importante después en su vida y que hoy, en más casos de los deseables, está siendo sustituido por sucedáneos lejos de su espíritu inicial.

A pesar de todo, de los derroteros que está tomando la educación en los últimos años en todos los sentidos, para bien y para mal que de todo hay, sigo intentando conservar la ilusión que me hizo elegir este mundillo como eje de mi vida. Esas miradas, sus necesidades, algunas alejadas del terreno académico, de muchas de las personas que vienen a mis clases me empujan a seguir en la brecha, porque al final lo que vale es ayudarles a ver la vida con una sonrisa, a partir de la cual lo demás sea menos complicado de realizar y más llevadero.

Por si fuera poco todo lo anterior, me encuentro entre la diversidad de personas que pueblan mis aulas, muchas personas con problemas debidos también a diversas trastornos o situaciones problemáticas en sus relaciones. Por este motivo vuelvo a comenzar con fuerzas renovadas para luchar por los afectados por cualquiera de estas situaciones, especialmente el TDAH, el Síndrome de Tourette cuando surge, algo menos frecuente y la plaga de hoy, el acoso escolar, que no deja de inquietar a muchas familias al ver a sus hijos e hijas asustados y tristes a la hora de asistir al centro educativo. Todo esto tengo la posibilidad de hacerlo en las numerosas ocasiones en que soy requerido a distintas ponencias y charlas en congresos, jornadas o seminarios desde muchos lugares de España e incluso fuera de nuestro país, pero especialmente tengo el privilegio de poder trabajarlo desde el día a día en el aula y el contacto con el resto del profesorado y comunidad educativa.

Así pues, sigo intentando mantener la ilusión viva a pesar de los pesares, que no son pocos. Lo que los años no han conseguido apenas desgastar no lo va a poder destrozar lo que me rodea en los distintos campos de mi existencia diaria. Desde el primer día en que pisé un aula, hace ya muchos años, he decidido atender a todas y cada una de las personas que llegan ante mí y a sus familias, pero reconozco que especialmente a los que tienen algún problema sea del tipo que sea y no solo educativo, también personal, emocional, etc. Es imprescindible atender a las diferencias y tenemos que tener muy claro que nuestro trato hacia los chicos y chicas que nos llegan cada año, cada día, empieza por el gesto y la palabra para una verdadera educación inclusiva. Cuidemos mucho cómo nos dirigimos a los demás.

Nuestro nuevo reto tiene que ser buscar su felicidad. Ayudémosles a fabricar su próxima sonrisa.

              Javier Lozano 12 - octubre - 2019

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