Hace
unos días, al entrar en clase, una chica que siempre me viene contando sus
historias, por una vez dejó de hablarme de cantantes y demás famosillos a los
que idolatra, e increíblemente también de ese chico de cuarto que la vuelve
loca y al que sigue a distancia en los recreos y con sus pensamientos el resto
del día.
Al
poco de empezar a sacar sus cosas me habla en esta ocasión de lo bien que le
caigo y me dice que no todos los profesores le caen igual y se va un poco de la
lengua contándome de unos y de otros. Al final me explica el por qué de su
afirmación. Me cuenta que ella tiene una lista negra en su cabeza en la que va
metiendo a todas aquellas personas con las que, por una cosa o por otra, tiene
algún problema o le crean ansiedad.
Como
si le dieran cuerda o le hubieran acabado de cambiarle las pilas, sigue a su
bola, explicando sus razones para tener esa lista negra que a ella le ayuda a
sobrellevar mejor las cosas y a mejorar esa ansiedad que los que están ahí
incluidos le crean.
Al
fin nos desvela el por qué de su método, el funcionamiento de su mecanismo
emocional ligado a esa retahíla de nombres entre los que tengo la suerte de no
estar, no tanta como sus padres que como me dice aparecen en un lugar puntero
porque claro…
Ella
tiene claro que hay gente a la que no soporta, otra que le hace daño y también
quien sin más le incordia entorpeciendo su día a día. Entonces, para evitar
cabrearse, pegar cuatro gritos, romper algo o cualquier otra acción más menos
agresiva o violenta, que sería capaz de hacer empujada por un estado mental de
angustia que la llevaría a salirse de sus casillas, prefiere leer mentalmente
las personas apuntadas en ese momento y, cerrando los ojos, la rompe en mil
pedazos y tras un pequeño instante se empieza a encontrar mucho mejor liberada
de todo aquello que le generaban esas personas.
La
verdad es que es un método curioso y elemental, tras el que seguro que hay
algún adulto, aunque me imagino que no tan fácil de llevar a la práctica, pero
si ella le ayuda a sentirse mejor y no hacer daño a nadie, mejor que mejor.
Estos
niños cada día me enseñan más cosas nuevas, no paro de aprender a su lado. Así
que a partir de ahora a tener cuidado de no caer en la lista negra de esta
niña, ni de cuantos día a día se relacionan conmigo, aunque a veces nunca se
sabe en determinados casos y con algunas personas. ¿Personas? Bueno.
Procuraremos de todos modos, para no hacer también eterna nuestra lista negra
según lo que veamos, como ya os conté hace años que decía el hermano de un alumno que cambiaba una letra en la expresión
de mirar para otro lado y así… hacer la lista gorda.
Fco. Javier
Lozano, 10 - Noviembre - 2018
Muy bueno !!
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