Son muchos los
días que, por suerte, alumnos míos, chicos y chicas con los que convivo a diario
me hacen regalos de esos que pueden considerarse auténticos tesoros porque
salen de corazón, del afecto que une nuestras relaciones diarias por mucho que
se cuelen por en medio asignaturas y calificaciones, exámenes y otras cosas que
parece que, lejos de unirnos nos pudieran separar.
Algunos
los pongo en mis redes sociales, orgulloso de ellos, de mis chicos, de sus
afectos, de ese cariño que hace mi profesión mucho más llevadera a pesar de
todo lo que la rodea en el momento que sales de su lado y de sus familias,
donde suelo encontrarme a gusto. Otros no llego a ponerlos porque no quiero que
parezca algo presuntuoso.
Esta
vez os quiero compartir algo que llega desde muy lejos de mis clases, de las aulas por las que
paso a diario, algo mucho más lejano en la distancia aunque muy cercano en mi
corazón.
Ximena
es una chica de 14 años, agradable, educada, simpática, con una sonrisa
preciosa a la que tuve la suerte de conocer personalmente, junto a sus hermanos
y a su madre, hace un par de veranos en San Cristóbal de las Casas, en el
estado de Chiapas de México en el I Foro Nacional de TDAH y otros trastornos del
Neurodesarrollo y a la que he vuelto a ver este verano en el II Foro del mismo
tema en su ciudad, Irapuato, en el estado de Guanajuato.
Ella,
con el húmero fracturado junto al hombro derecho, postrada en la cama desde
hace una semana esperando una operación, puede mover la muñeca y ha tenido en
esa situación un detalle impresionante al acordarse de mí y mandarme un dibujo
que, conociéndola, ha hecho para mí desde miles de kilómetros de distancia con
todo su corazón, ese tan enorme que le permite ayudar en la Fundación Carlos Eduardo
Almanza, en la que no puede dejar de pensar mientras está ahí en su cama,
esperando su momento para entrar en el quirófano.
Todo saldrá bien
Muchas gracias Ximena
Besicos desde Zaragoza (España)
Fco. Javier Lozano - 18 - Noviembre - 2018
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