domingo, 28 de octubre de 2018

Un abrazo profe


Hace ya casi un mes os hablaba de esa mochila que lleva todo el alumnado cuando va a la escuela, independientemente del nivel educativo, aunque es evidente que la mayoría de las veces a mayor edad mayor peso emocional, salvo excepciones en que ya a corta edad la traen repleta.

El tiempo vuela y el día a día me impide muchas veces acercarme por aquí como me gustaría, pero prometí contaros cómo habían llegado mis chicos, este año todos nuevos para mí por primera vez en muchos años, si no es el primero, como el que empecé, hace treinta y muchos años mi carrera docente.

La verdad es que una vez más desterraría el maldito mito de que cada día los chicos vienen peor, de que hoy en día no tienen educación o mil lindezas dichas por decir y sin que muchas veces las palabras sean pensadas y procesadas, antes de salir por la boca, por un cerebro con una cierta cordura. Es cierto que hay chicos de esos, que los hay mal educados o con unos valores algo deteriorados o inexistentes, pero en ningún caso son todos y ni siquiera la mayoría. La sociedad ha cambiado y con ella las personas y todo lo que les rodea, pero los valores principales, con ligeros retoques, siguen existiendo en la mayoría de las familias y por lo tanto en los jóvenes que de ellas salen.

Este curso tengo chavales de todo tipo, como es lógico. En secundaria excelentes en sus formas y sobre todo, independientemente de las ganas de trabajar, cariñosos y con una afectividad algo increíble. En el otro nivel en que en los últimos tres años me toca luchar muy duramente por sacarlos adelantes, los de la Formación Profesional Básica, es otro cantar, un mundo diametralmente opuesto. Jóvenes que están ahí para que tratemos de recuperarlos de un sistema educativo que los ha ido arrinconando por múltiples motivos. Aparentemente son vagos, gamberros que vienen a pasar el rato, pero si nos detenemos a analizar su vida académica, si es posible hablando en grupo y cara a cara con cada uno de ellos veremos que la cosa no es así, al menos en su inmensa mayoría.

Un alumno, desde que llega a un centro educativo en sus primeros años tienen que ir encontrando hasta esta edad, multitud de factores que estos chicos, con los que yo convivo a diario varias horas, no han conocido. El abanico es amplio, pero tratando de resumir, desde unos padres que crean en ellos, generando en cada uno una motivación interna que les empuje a aprender y a ver la vida con ilusión, hasta un profesorado que valore sus potencialidades desde su propia individualidad, esa que les va a ayudar a ser personas únicas e irrepetibles. Entre unos y otros podemos conseguir desde una maravillosa persona con ganas de luchar por todo hasta lo que hoy tenemos, chicos hundidos académicamente con un comportamiento demasiadas veces desquiciante en las aulas porque buscan lo que no han tenido, esa palabra que les haga creer en ellos como personas potenciando una autoestima que ahora tratan de encontrar equivocadamente haciéndose notar de una manera inadecuada ante los compañeros y fuera con los “amigos”.

Desde que comenzó este curso así son mis chico a diario, los de secundaria, todavía dentro de los parámetros que podríamos llamar convencionales, y estos últimos, mis queridos “básicos”, unos chicos que comenzaron expectantes en plan rompedor a ver cómo les trataba y que a día de hoy van aprendiendo que un saber estar cuando convivimos todo en el aula es mejor para todos y nos ayuda a encontrarnos más a gusto. Ya en un grupo está casi conseguido tan pronto y en otro costará pero se nota una mejoría que se constata día a día aunque a paso de hormiga.

Falta mucho para terminar el curso, pero estoy convencido de que el abrazo que algunos te dan al irse de fin de semana o al volver el lunes contándote sus historias, a veces duras, de sus correrías por ahí afuera, llegará lleno de sinceridad y cariño el último día de curso con una amplia sonrisa y esa despedida de los viernes de “Un abrazo profe”.

Fco. Javier Lozano 28 - octubre - 2018

4 comentarios:

  1. Has acertado de pleno, Javier. El primer paso para que alguien recupere la ilusión y las ganas de aprender, es conseguir que crea en sí mismo...algo me dice que tú sabes como hacerlo. Enhorabuena!!!

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  2. En ello estoy. La verdad que el trabajo con este tipo de alumnado es muy duro y bastante estresante, pero te aseguro que poco a poco voy consiguiendo cosas. No tengo la más mínima duda que lograré muchas más, pero en cualquier caso, hasta el último día de curso, lucharé por salvar todo lo salvable y algo más. Gracias Arancha.

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    1. Pienso igual que tu.Yo lucho sola.No soporto la injusticia y menos en los niños.Desde ki pequeño rincon trato de salvar hasta lo insalvable.Y por poco que se consiga, es mucho para ellos.Admiro tu trabajo

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  3. Yo vengo de un coleguo relugioso, gran colegio.Cargado de valires , que me inculcaron en casa y en el colegio.
    Yo pase muy desapwrcibids en Bup y Cou porque mi tiempo lo ocupaba mi entrenamiento.Si debo decirte que pase por cuatro colegios, y al unico que considero mio fue el ultimo:Marianistas.Solo pude ir a una convivencia, cargada de valores humanos, poca religion.Solo se que tengo un recuerdo maravilloso de ese colegio y de algun profesor especial, que aparte de que me enseño matematicas, fisica y quimica, se preocupaba de sus alumnos como personas que eramos.Le contabamos nuestros problemas de adolescentes y el nos aconsejaba.Conozco poca gente, que no sienta ese cariño tan especisl pir ese colegio, y los que no lo sienten, les hablas de "Jesus Angel"y les cambia la cara.Ojala seas ese profesor cercano del que todo el mundo hable cuando deje el centro, ojsla mi hijo pueda sentir en ti lo que yo siento por mi profesor y ojala, pese a toda adversidad pese mas tu recuerdo asiciado al centro y mi hijo pueda decir con lagrimas entre los hojo"ese fue mi instituto, el mejor de Zaragoza"

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