sábado, 15 de julio de 2017

El placer del agradecimiento

Hace poco menos de un mes, agobiado por los coletazos finales de un curso para olvidar, deseaba ya el descanso, pero también algo de silencio y soledad que me permitiera una recuperación mental y emocional total para estar en las mejores condiciones para el comienzo del próximo curso. Imaginaba algo de playa, pero sobre todo el pueblo donde la vida se ralentiza, se frena y cobra verdadero sentido.
Unas semanas después, me doy cuenta una vez más, que lo que crea esa ansiedad, ese estado de desanimo y hartazgo, no suelen ser los alumnos, ni tampoco sus familias, salvo excepciones, sino ese mundo que desde que lo conocí hace ya muchos años, demasiados, te inunda de papeles y de otros factores empeñados cada día más en convertir en rutinario un proceso lleno de vida, en instrumentalizar en exceso un mundo de por sí pleno de actividad por la propia idiosincrasia de cada alumno como persona individual e irrepetible. Todo eso te quita tiempo de estar con tus alumnos, tu familia y tus amigos, porque si no quieres dejar desatendidos a los primeros de algún lugar debes sacar el tiempo, de tu tiempo.

Por todo esto te das cuenta de que en el fondo les echas de menos por sus bromas, sus risas, sus secretos e incluso sus enfados y malas caras. No quiero decir que quisiera estar ahora en clase, todos necesitamos ese distanciamiento temporal para esa recuperación a la que antes aludía, si no que al reflexionar en la quietud de estas fechas tratas de analizar tus fallos y tus aciertos, los primeros te ayudan a mejorar, sobre todo por ellos, los segundos para comprobar qué cosas debes mantener de tu acción personal.

Todo esto surge al acordarme de dos mensajes que me llegaron días después de irme de vacaciones, de los que todos años llegan unos cuantos, que te mueven el corazón y te animan a seguir, pues son estas las voces que debes escuchar de verdad y no otras. Os las copio eliminando nombres y demás datos personales.  

Buenas Javier, soy... Espero que estés pasando un buen verano y que disfrutes el que queda. Con este mensaje, ya más personal, quería darte las gracias por todo lo que me has ayudado este año, ya que para mí ha sido un año pésimo por una serie de problemas tanto conmigo misma como con el resto de personas, y que sepas que tú me has ayudado a superarme en tu asignatura animándome cada día, preocupándote como el que más por mí. Muchas gracias desde lo más profundo de mi corazón.
Gracias a ti por todo, espero que el año que viene, aunque no me des clase, podamos seguir hablando. Gracias

Estimado Javier, en nombre de toda la familia queremos desearte que paséis un feliz verano y darte las gracias por todo lo que has hecho por nuestro hijo.
Recibe un afectuoso abrazo

En una semana salgo para San Cristóbal de las Casas, Chiapas (México) para participar en el “I Foro Nacional de TDAH y otros trastornos del Neurodesarrollo”. Gracias a todo esto que os he contado, parto con las pilas a tope, ya que debo dejar aquí lo que más quiero por unos días, hacer un largo viaje, seguro de encontrar allí buena gente con quien compartir mis experiencias y aprender de todos ellos. Después de esto uno no puede mostrarse indiferente. Nuestro trabajo es clave para la felicidad de muchas personas y algo debemos estar haciendo bien cuando nos dan las gracias por algo que debería ser lo normal, ese trato cercano preocupándonos por ellos. Yo les doy aquí las gracias a ellos por ayudarme a seguir en este camino que a veces no es tan fácil como mucha gente cree.

                                               Javier Lozano 15 – Julio - 2017

1 comentario:

  1. Que bonito, quisiera que tuviesemos suerte el curso que viene de encontrar algun profesor/a la mitad de implicado que tu y creo que no pido mucho....ojala en este mundo huvieran más personas con tu paciencia y amor por su trabajo...
    Sientete muy orgulloso de como eres Javier Lozano...����������esperamos seguir aprendiendo de ti...

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