miércoles, 5 de octubre de 2016

Inconsciencia y rayos gamba

Pendientes de un móvil van entrando al aula tras deambular por los pasillos. Tras ellos una mochila llena de vete tú a saber qué, tal vez libros sin abrir y cuadernos llenos de dibujos hechos en tiempos de aburrimiento que nosotros mismos solemos crear. Pero lo que pesa realmente no es lo que transportan, su contenido físico, lo que meten en ella cada mañana, suponiendo que la revisen que muchas veces ni eso. Lo que les pesa de verdad es su conciencia tratando de salir de una adolescencia que les acorrala entre estudios que no les atraen y responsabilidades a las que todavía no están acostumbrados, eso sí, se sienten adultos incomprendidos muchos de ellos. La presión de unos padres que quieren lo mejor para ellos, de unos profesores que pretenden ayudarles y de su propia conciencia no es fácil de llevar. Ellos, parte fundamental del proceso, solo piensan, en la mayoría de los casos, en divertirse que la vida son dos días y está empezando, total rondan aún casi los dieciocho años.

Comienza la clase y la atención se dispersa en el mejor de los casos, otros ni se molestan en conectar. De ahí que digas una fecha, como ya conté en una ocasión, o propongas un trabajo y al momento pregunten unos y otros lo que ya se ha dicho antes en varias ocasiones. Desesperante para uno pero supongo que para ellos, como suelen decir ahora aburrido no, lo siguiente.

Han pasado ya muchos días de curso, pocos aún para lo que queda hasta que llegue la presión de fin de curso. Queda tan lejos, hay tanto tiempo para reaccionar que van pasando un día tras otro y así muchos sin asumir unas responsabilidades que en muchos casos nadie les exige de verdad. La sociedad, ese ente sin nombres y apellidos espera, la empresa, lugar en el que esperan aterrizar para sacar ese añorado dinero con el que tener todo con lo que ahora sueñan, esa vida idílica donde la felicidad se consigue con dinero, eso dice la tele. Todo son lugares a los que llegar, a los que aferrase hoy para mañana poder vivir mejor. ¿Mejor que hoy? ¡Imposible!

Falta conciencia de la realidad, responsabilidad al nivel que se les debe exigir, ganas de trabajar en su día a día que no conocen muchos de ellos porque nadie les ha pedido que lo hagan de verdad desde sus primeros años. No se trata de culpar a nadie porque nadie tiene la culpa y todos les hemos acompañado hasta este fracaso. Son chicos al límite del horrible sistema educativo que sufrimos, al margen casi del mismo y cerca del abismo que supone ese resquicio que el propio organigrama ha creado para ellos.

Yo me pongo ante ellos cada mañana, trato de escucharles y de hacerles ver esa realidad que todavía no ven a pesar de su adultez simulada inconscientemente, a pesar de su cabeza puesta en el fin de semana que viene, en las próximas fiestas locales, en todo aquello que no obligue a sumir más responsabilidad que disfrutar de la inmediatez de la vida.

Hoy tienen un examen y me han pedido que les deje estudiar un rato en mi clase. Les he dejado pero, a pesar de ser conscientes por un momento de la suerte que corren, han aprovechado la mitad de la mitad de la mitad. Espero que haya servido mi apoyo y pongan en sus respuestas algo más que aquella chica de segundo del año pasado en un control de ciencias de la naturaleza al contestar a cómo actúa la atmósfera frente a la radiación solar poniendo … “Lo que pone en el libro y los rayos gamba”

                                                          Javier Lozano 5 – Octubre - 2016

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