sábado, 7 de mayo de 2016

Los leones del Congreso

Hoy por la mañana un grupo de segundo de secundaria ha tenido una salida del centro y me he quedado libre un cuarto de hora antes de lo habitual. He terminado un par de cosas y he salido tranquilamente al pasillo para dirigirme a la sala de profesores de mi departamento, unos metros más allá. A lo lejos una estampa no ha dejado de sorprenderme a pesar de tenerla ya muy vista, revolviendo mis entrañas pedagógicas -si es que tenemos de eso-.

Al fondo del pasillo, en la puerta de un aula, permanecían como de guardia dos críos que yo suponía expulsados. Luego, al hablar con ellos unas horas más tarde, me han sacado de mi error pues, a pesar de ser de los que en su grupo están constantemente alterando la clase, esta vez yo estaba equivocado, pues habían tenido que salir por otro motivo. Una vez más, situaciones vividas anteriormente con otros alumnos, debido a determinadas actitudes nos hace impregnar del mismo sentido todas sus acciones, intoxicando nuestra forma mirarles y negativizando de antemano todo lo que hacen. Menos mal que en mi caso sólo se ha tratado de un pensamiento y que en el aula suelo pensar mucho antes de actuar para evitar estos errores y que no se conviertan en acciones.

A pesar de no ser la imagen que yo había imaginado, me ha dado por pensar en esa escena que jamás debería producirse y que sigue habitando nuestros pasillos escolares. Cuando un alumno crea algún tipo de problema debemos intentar solucionarlo dentro del aula -recodemos que nos pagan por tenerlos dentro y no fuera-. ¿Te imaginas que un médico echa de la consulta a un paciente que no se encuentra bien porque no puede evitar vomitar en un momento dado? Pues a nuestros alumnos les ocurre algo similar, les expulsan por vomitar comportamientos que se producen por ese malestar en el aula que entre todos no podemos o sabemos corregir.

Preocupado por esta idea me ha venido al pensamiento otra que me ha permitido al menos esbozar una leve sonrisa, un ligero toque de humor a un problema tan serio, una comparación que a veces he hecho con los dos alumnos que suelen custodiar las puertas de algunas aulas en muchos colegios, fruto de muchos factores de los que todos tenemos alguna responsabilidad en mayor o menor grado. ¿Alguien sabe por qué en Madrid, en el Congreso de los Diputados siempre hay dos leones en la puerta? Además, son siempre los mismos.

                                                                Javier Lozano 30 - mayo . 2013

1 comentario:

  1. Quizas si tendriamos que preguntar antes de prejuzgar, pero aun así a veces no lo hacemos y luego muchas veces nos sentimos fatal, por no haberlo hecho...es por eso que aprendemos mucho de los errores tambien...

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