sábado, 30 de abril de 2016

Esperando el "Efecto 2000"

(Este artículo fue escrito hace ya muchos años como podéis ver, pero lo he vuelto a leer y quería compartirlo ya que entonces no lo llegué a hacer por miedo a que alguien conociera al personaje del que trata en el colegio donde trabajaba, que por suerte no era el mío)

Es curioso comprobar en estos días como la preocupación social, a nivel mundial, se centra en asuntos tan decisivos para la supervivencia del género humano como saber si el próximo siglo comienza en el 2.000 o en el 2.001. Los hombres tan preocupados como siempre por cuestiones numéricas.


Yo, hace ya varios años, comprobé que hay fenómenos que ocurren diariamente ante nosotros y que, con toda seguridad, tienen una importancia más acentuada en el desarrollo de la persona. Te cuento. Hace ya algún tiempo encontré en nuestro mundo, el de la educación, pero muy lejos de nuestra Escuela (gracias a Dios), un personaje lamentablemente especial. Es un hallazgo similar al de encontrarse por los Pinares de Venecia un dinosaurio paseando entre cardos y tomillos en una mañana soleada de primavera pisando a las procesionarias que pasean sin molestarle.

Mientras Platón, nacido el año 429 a.C., apostaba por auténticas innovaciones educativas, dando gran importancia a la familia incluso para la formación de los filósofos griegos, mi personaje amenaza a los niños de su curso de primaria para que no digan a los padres lo que él comenta en clase, porque luego van a quejarse.

A finales del siglo pasado corrían vientos de renovación en la educación en toda Europa y mientras desatacados personajes como Claparede, Decroly, Dewey, Montessory, Makarenko, Pestalozzi y muchísimos más consideran como primordial y más importante en clase al niño, este fenómeno considera que en la suya es el “Heraldo de Aragón”.

Tal vez crea que trabajar la psicomotricidad en los niños de primaria para que no tengan problemas motóricos es hacerles subir y bajar escaleras durante más de un cuarto de hora cuando uno de ellos habla en el aula. Tendré que comprobar sus efectos.

El reto educativo de sacar adelante a un alumno pasa por la personalización del proceso educativo. Este señor lo lleva a la perfección, puesto que tiene capacidad para llevar a cabo una importante característica de dicho proceso, la individualización. ¡Eso sí! a su modo, ese alumno está mejor en el pasillo, ese también, ese...

Otro dato fundamental para nosotros los docentes es la higiene personal. Él nunca olvida la corbata y así su imagen, cuando saca su cortaúñas en clase y se las corta mientras los chiquillos trabajan, debe ser de lo más pulcra.

Dada la importancia del alumno ante nosotros debemos hacer que se sienta importante, fortalecer su autoestima y ayudarle a formar su autoconcepto. Mi “amigo” también lo hace y los llama por su nombre. ¡Ah!, que ¿cómo se llaman los niños de ese curso? pues imbécil, “atontao”, idiota,... Sólo los mismos chiquillos utilizan otros nombres como Alberto, Oscar, Nerea,... cuando él se va al pasillo a charlar con el compañero del aula contigua a mitad de clase y ordena a uno que apunten en la pizarra a los que hablen.

La Institución Libre de Enseñanza, nacida hacia 1876, tuvo a grandes hombres de educación luchando por un mejor desarrollo de los niveles educativos de nuestro país. Giner de los Ríos, Salmerón, Azcárate y muchos más, partiendo de las ideas del filósofo alemán Krause. Nuestro esperpento educacional, tal vez por la universalidad de la educación para todos y en todo lo perteneciente al desarrollo del hombre que defendía la ILE, emplea el ancestral método de hacer copiar “veces” a sus pacientes alumnos, tal vez por aquello de que contribuirá con toda seguridad a su desarrollo integral como personas.

Por supuesto que una de las virtudes del personaje estudiado es la puntualidad. Como justo es que pida a sus alumnos que no lleguen ni un minuto tarde a clase (es preferible hacerlo antes), él, tomando al pie de la letra esta norma y, para dar ejemplo a su impenitente alumnado, cinco minutos antes de que sea la hora de irse a casa, antes de que salga nadie, ya está en la calle con sus pupilos. Debe ser para dar ejemplo.

Tal vez Rousseau conoció a personajes como éste y por eso defendía el naturalismo y apostaba por una educación natural del niño, puesto que, según él, era bueno por naturaleza y la sociedad lo estropeaba.

Después de todo lo dicho anteriormente quiero que sepas, querido compañero de tareas educativas, que estoy a favor de la unión de todos los que trabajamos con los jóvenes en su educación pretendiendo como fin su formación integral como personas. Creo que debemos respetarnos, ayudarnos y defendernos unos a otros. Me gusta pensar en los que nos dedicamos a estos menesteres como grupo, pero también creo con honestidad que todos los que en educación tienen este talante deben estar lo más lejos posible de nuestros alumnos, aunque se vayan de vacaciones con Curro al Caribe.
           
Por último, expresar mi gratitud a todos los que compartís mis días en la Escuela, a los que trabajáis hombro con hombro por nuestros jóvenes, por ser así y no como el antiejemplo que os he descrito. Animo a todos los profesores y tutores de la Escuela a seguir por el camino emprendido por los que nos precedieron hace años en el mundo de la enseñanza y que, aunque cometemos errores en más de una ocasión, que éstos no sean por dejadez, negligencia o pura dejación de nuestras obligaciones.
           
Me resta simplemente tranquilizar a todos los lectores de este artículo puesto que el personaje referido anteriormente, real a todas luces, pronto dejará de hacer más daño en las mentes de nuestros alumnos, como deberían de hacer los que, como él pueblen nuestras aulas, puesto que en pocos meses ya se jubila. Esperemos que esto y el famoso efecto 2000 que está a punto de llegar lo hagan desaparecer del planeta educativo para siempre.

                                                    Javier Lozano, 27 - Noviembre - 1999 

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