
Pasado
el tiempo establecido, y en algún caso ofreciéndoles más si lo necesitaban, se
han ido marchando dejando las hojas algo más escritas que cuando se las he
repartido. Poco más tarde, una vez guardado todo, me he ido a mi casa a
corregir el trabajo realizado por mis alumnos, porque en la escuela entre idas
y venidas, conversaciones y gritos por los pasillos resultaba imposible
concentrarse.
Hace
un rato he terminado de revisarlos uno a uno y más o menos lo que me esperaba,
no me ha dado un patatús porque todos los septiembres son similares. ¿Sirven para
algo? Dejaré la respuesta en el aire.
Ahora
viene lo más comprometido y es que ante el momento que se avecinaba me he
puesto a buscar… ¿dónde la dejé? No estaba en el primer cajón, en el segundo
tampoco. Creo que he perdido la máquina de hacer milagros. ¡¡¡Socorrooooo!!!
Seamos
sensatos. ¿Esperábamos que un chico o chica que durante un montón de meses no
es capaz, por lo que sea, de aprobar una asignatura, lo va a hacer solo, o en
el mejor de los casos en una academia en este tiempo de calor que invita a todo
menos a estudiar? ¡No seamos ingenuos por favor!
Como
no he encontrado la máquina de hacer milagros ¡dónde la metería! Valoraré lo
que hicieron durante el curso, aquellas intenciones suyas que en momentos
puntuales funcionaron cuando les animé, veré si eso ha tenido repercusión en su
trabajo de verano y de ese modo veré si entre el momento en que llegó a mi clase
y hoy ha habido avances, una evolución que me permita creer en el alumno para
apoyarle y que sepa que voy a seguir apoyándole en el nuevo curso, y en caso de
no estar yo habrá un compañero que seguirá el trabajo que yo inicié.
Tratemos
de buscar en cualquier gesto, en cualquier detalle, el posible inicio de un
cambio. Si no se produce, en el mayor de los casos, tampoco habremos perdido
tanto. ¡Ayudémosles! Valorando su esfuerzo, aunque el dichoso número de la nota
no llegue hasta donde nos gustaría a todos, tal vez consigamos ver que su
trabajo ha merecido ese voto de confianza y tampoco le estamos regalando tanto.
¿Y si de ese gesto nuestro depende parte de su futuro?
Javier
Lozano 1 – Septiembre - 2015
Javier, ojalá hubiera mas profesores q entendieran q no existen las máquinas de los milagros, ojalá no pensaran q las tenemos escondidas los padres en casa. Estoy segura q de tu pequeño gesto saldrán grandes futuros. Un saludo!
ResponderEliminarGracias Patricia. Te puedo asegurar que al menos intento no cortar las alas a aquellos que creo que quieren y pueden volar, aunque al principio no tengan muy claro si es el momento o cómo se consigue hacer bien. Todos merecemos en algún momento de la vida una segunda oportunidad, o... una tercera o... mucha paciencia y que nos quieran.
ResponderEliminarIncreíble reflexión!!! Siempre pensándo en positivo y mirando lo bueno de cada persona. Cuanto tienen q aprender muchos!!! Gracias por este empujón a los chicos y a los padres. Eres maravilloso Javier gran profesional y sobre todo gran persona. Espero verte pronto amigo y contarte nuestra nyeva aventura en el cole nuevo. Te mando un montón de abrazos y besos.
ResponderEliminarGracias Marta. De forma positiva y mirando a cada persona como un ser único e irrepetible es la mejor forma de seguir avanzando. No podemos convertir a los niños en números, aunque sí exigir un esfuerzo continuo acompañándoles de nuestra mano. Espero que vuestra nueva aventura salga bien, os lo merecéis. Ya me contarás. Besos
Eliminar