martes, 1 de septiembre de 2015

La máquina de hacer milagros

Hoy nos hemos vuelto a encontrar en el pasillo y, tras un par de besos o un abrazo, ha comenzado el nuevo curso con los que vienen a probar suerte, porque otros ni han aparecido. Una vez repartidas las hojas correspondientes han empezado a sobrevolar la clase multitud de miradas buscando una salida a la tesitura, como si la respuesta a las preguntas o el mismo aprobado estuvieran en el techo.

Pasado el tiempo establecido, y en algún caso ofreciéndoles más si lo necesitaban, se han ido marchando dejando las hojas algo más escritas que cuando se las he repartido. Poco más tarde, una vez guardado todo, me he ido a mi casa a corregir el trabajo realizado por mis alumnos, porque en la escuela entre idas y venidas, conversaciones y gritos por los pasillos resultaba imposible concentrarse.

Hace un rato he terminado de revisarlos uno a uno y más o menos lo que me esperaba, no me ha dado un patatús porque todos los septiembres son similares. ¿Sirven para algo? Dejaré la respuesta en el aire.

Ahora viene lo más comprometido y es que ante el momento que se avecinaba me he puesto a buscar… ¿dónde la dejé? No estaba en el primer cajón, en el segundo tampoco. Creo que he perdido la máquina de hacer milagros. ¡¡¡Socorrooooo!!!

Seamos sensatos. ¿Esperábamos que un chico o chica que durante un montón de meses no es capaz, por lo que sea, de aprobar una asignatura, lo va a hacer solo, o en el mejor de los casos en una academia en este tiempo de calor que invita a todo menos a estudiar? ¡No seamos ingenuos por favor!

Como no he encontrado la máquina de hacer milagros ¡dónde la metería! Valoraré lo que hicieron durante el curso, aquellas intenciones suyas que en momentos puntuales funcionaron cuando les animé, veré si eso ha tenido repercusión en su trabajo de verano y de ese modo veré si entre el momento en que llegó a mi clase y hoy ha habido avances, una evolución que me permita creer en el alumno para apoyarle y que sepa que voy a seguir apoyándole en el nuevo curso, y en caso de no estar yo habrá un compañero que seguirá el trabajo que yo inicié.

Tratemos de buscar en cualquier gesto, en cualquier detalle, el posible inicio de un cambio. Si no se produce, en el mayor de los casos, tampoco habremos perdido tanto. ¡Ayudémosles! Valorando su esfuerzo, aunque el dichoso número de la nota no llegue hasta donde nos gustaría a todos, tal vez consigamos ver que su trabajo ha merecido ese voto de confianza y tampoco le estamos regalando tanto. ¿Y si de ese gesto nuestro depende parte de su futuro?

Javier Lozano 1 – Septiembre - 2015

4 comentarios:

  1. Javier, ojalá hubiera mas profesores q entendieran q no existen las máquinas de los milagros, ojalá no pensaran q las tenemos escondidas los padres en casa. Estoy segura q de tu pequeño gesto saldrán grandes futuros. Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. Gracias Patricia. Te puedo asegurar que al menos intento no cortar las alas a aquellos que creo que quieren y pueden volar, aunque al principio no tengan muy claro si es el momento o cómo se consigue hacer bien. Todos merecemos en algún momento de la vida una segunda oportunidad, o... una tercera o... mucha paciencia y que nos quieran.

    ResponderEliminar
  3. Increíble reflexión!!! Siempre pensándo en positivo y mirando lo bueno de cada persona. Cuanto tienen q aprender muchos!!! Gracias por este empujón a los chicos y a los padres. Eres maravilloso Javier gran profesional y sobre todo gran persona. Espero verte pronto amigo y contarte nuestra nyeva aventura en el cole nuevo. Te mando un montón de abrazos y besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Marta. De forma positiva y mirando a cada persona como un ser único e irrepetible es la mejor forma de seguir avanzando. No podemos convertir a los niños en números, aunque sí exigir un esfuerzo continuo acompañándoles de nuestra mano. Espero que vuestra nueva aventura salga bien, os lo merecéis. Ya me contarás. Besos

      Eliminar