
Echando
la vista atrás veo que lo he aprovechado. Lo más importante es pasar el tiempo
en buena compañía, estar con quien quieres y disfrutar de lugares donde estés a
gusto y, a ser posible, conseguir un grado de relajación que te permita, al
menos mentalmente, afrontar el próximo curso escolar en mi caso, aunque en
realidad a los cuatro días ya andas a veces subiéndote por las paredes.

De
ahí marché a mi lugar preferido en vacaciones, Moros (Zaragoza), el pueblo de
mi familia y al que tengo por mío, donde la relajación se palpa en sus calles y
en la charla con sus gentes. Allí he disfrutado de sus fiestas acompañado por
mis mejores amigos. Por si fuera poco fui invitado por Paco, todo un gran
personaje, a participar en las cenas que todos los sábados de julio y agosto
celebran en las piscinas. Nada menos que alubias con sepia y almejas que
estaban… el recibimiento y el trato fueron espectaculares. Unos días a la playa
iban a cerrar el deambular de un lugar a otro, pero Paco tuvo la culpa de que
dos sábados después estuviera, también
con mis mejores amigos, en el pueblo para cenar con todos de nuevo. Una noche
inolvidable con canciones, chistes y una temperatura al aire libre
espectacular.
Después
un verano así, salpicado de buenos momentos, algunos más puntuales de esos que
no querrías que terminaran nunca, de gente que te muestra su cariño
abiertamente con verdadera ilusión y de amigos que te demuestran que no estás
solo, poco más se puede pedir. Aunque la vida no nos sonría siempre, sentirse
querido, arropado por los amigos, hace que el día a día, que a veces es
tortuoso, tenga otro color.
Ahora,
aunque nunca he dejado de pensar en ellos, me toca redirigir mi vida y volver
la vista y toda mi ilusión hacia mis alumnos, unos jóvenes a los que dejé hace
un tiempo para que ellos descansaran igualmente (sí, del profe también lo más
seguro) y que en unas semanas esperarán mucho de mí, que les ayude a ver la
vida de otro modo, y les enseñe a ilusionarse y a descubrir nuevos horizontes
más allá de los libros de texto y las calificaciones.
En
unos días volveré a mi escuela a preparar su llegada, mientras tanto reuniones
y más reuniones harán que vayamos olvidando el tiempo de descanso disfrutado,
que no los recuerdos. El secreto para un buen curso es hacer que sus días de
clase, gracias a nuestro trabajo, sean motivadores e ilusionantes para que
vengan a disfrutar.
Sé
que es muy complicado, pero ya que la escuela de hoy es como es, tratemos de
hacerles ver las cosas de otra manera, echémosle ganas e imaginación para que
cada momento sea una oportunidad de aprender y no un tiempo de espera para
poder escapar del aula y respirar el aire fresco del exterior, de la vida real,
a la que tanto tenemos que acercar nuestros pasos.
Fco.
Javier Lozano – 25 – Agosto - 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario