Cierto
es que en este momento preparo cosas, leo y paseo un ratito casi todos los días,
pero siento que me falta algo, ese algo que la mayoría de la gente busca y
parece encontrar en el pueblo o la playa. Probablemente iré a ambos lugares
aunque sean unos pocos días buscando ese otro calor, el de los amigos y esos
paseos que no se pueden dar aquí durante el curso. Tal vez visite Madrid,
Valencia o Barcelona, pero sigo sintiendo que algo falla porque no siento ese
recargar baterías que tanto ansiamos en el estío.
Jugando
con los recuerdos, pienso en aquellos largos veranos de piscina y bocata de
jamón con tomate en el Stadium Venecia de Zaragoza, los baños en los pozos del
río Manubles en Moros, ese pueblo que guarda en sus cuestas y caminos tantos
momentos de correrías y alegrías con los amigos de la niñez o los baños
familiares en la playa de Peñíscola cuando éramos críos y la felicidad era poco
más que un helado al atardecer o jugar a las cuatro esquinas a la luz de las
farolas mientras los barcos iban y venían en sus faenas pesqueras. En aquellos
veranos nos acompañaban la risa, merodeaba a nuestro lado la alegría y hasta
acechaba en ocasiones el amor, a veces imposible, otras imaginario, casi
siempre esfumándose al final de las vacaciones que era cada curso como una vida
distinta.
Hoy,
cuando los años no nos permiten las mismas alegrías en muchos aspectos, he
cambiado el teclado y los libros por aquellas sensaciones placenteras que
sentíamos al correr por el campo, al comer aquella manzana recién robada del
árbol o al chapotear por el río para pescar cabezudos, ranas o pequeños pececitos
con las dos manos. Pero aún así sigo con esa sensación de vacío que produce
este parón vital que son las vacaciones donde ya no existen todas aquellas
sensaciones, donde el amor tiene otro color y seguramente otro sabor del que
conocimos y vivimos en nuestros años juveniles.
Después
de darle muchas vueltas, de esperar tanto estos días, cuando llegan es como si
de repente parara la música en seco y el silencio lo llenara todo. Necesito que
vuelva a sonar y que tú me acompañes. Aunque no lleves el vals con el mismo compás
¿Bailas conmigo?
Javier
Lozano 14 – Julio - 2015
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