Anoche llegaba
de Teruel de participar en su Universidad de verano en el "XIV Curso de
Psicopatología de la Adolescencia: Vivir y ser adolescentes". Ha
sido una experiencia muy agradable. Es mi segunda participación y ambas
excelentes. Es difícil expresar con palabras lo que he sentido allí. Lo intento
para que podáis entender porque se te encoje el corazón cuando tienes que partir
y dejar allí a un grupillo de personas a las que no sabes si las volverás a
ver.
En
primer lugar cuentan contigo Pedro y Mariano, unas personas que confían en ti,
en tu forma de hacer y tus conocimientos, pero que además te aprecian y lo
demuestran con su cercanía y su trato. Aparecen ponentes como Eva, a la que no
conoces y te trata como si te conociera y al día siguiente aparece Espido
Freire y, un año después de conocernos, se muestra especialmente alegre y
cercana. Un lujo tener al lado a este equipo de personas.
Claro
que, como en todo curso que se precie, lo más importante y su razón de ser son
los alumnos y alumnas que esperan expectantes tanto de nosotros. Sentir desde
el primer momento sus miradas atentas y, poco después, las incipientes sonrisas
que se dibujan en sus rostros muestran que la cosa marcha. Ante las primeras
ponencias se nota el interés, reflejado en su participación, algo que constato desde
mi posición cuando me toca hablar del TDAH en la adolescencia. En los descansos
se ve que la cosa marcha, la gente sale contenta, sonriente y comentando lo
tratado. Todo va saliendo perfecto.
En la segunda
jornada, a media mañana, tenemos un debate tan interesante como intenso con un
grupo muy participativo. ¿Fracaso escolar o fracaso social? La verdad es que ya
la primera palabra es muy poco afortunada para definir un problema de gran
calado, ya que un alumno que no va bien en la escuela, no tiene por qué fracasar
también en la vida y no ser feliz. Poco a poco nos vamos dando cuenta de que
los que estamos ahí somos verdaderos educadores, cada uno desde nuestro
trabajo, a pesar de no ser todos docentes y que nuestra preocupación, especialmente
por los más débiles, es manifiesta. Por si fuera poco comprobamos que un alumno
italiano, un chico muy agradable, con unos sólidos argumentos apoya nuestra
preocupación. Al final comprobamos, como afirma el director del curso, que lo
que se planteaba como un debate está sirviendo como una terapia en la que todos
hemos sacado a la luz nuestras preocupaciones, frustraciones y alegrías cuando
estamos ante esos chicos con problemas.
Al
final llegas a la conclusión, una vez más, que cuando la gente acude
voluntariamente a este tipo de encuentros, porque su vocación y actitud de
servicio se lo pide, el resultado, tanto a nivel profesional como personal, es
incuestionable. La posibilidad de formarse, de crecer personal y profesionalmente
está ahí, querer hacerlo y tener voluntad para ello es más complicado. Ayer me
acosté cansado pero contento de haber podido participar en el curso, hoy me he
levantado pensando en la gente que ayer dejé en Teruel, un manojillo de amigos
y amigas a los que quiero agradecer que han conseguido hacerme estos dos días
un poco más humano y algo más feliz.
Javier
Lozano 22 - Julio - 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario