miércoles, 22 de julio de 2015

Delicias de Teruel


Anoche llegaba de Teruel de participar en su Universidad de verano en el "XIV Curso de Psicopatología de la Adolescencia: Vivir y ser adolescentes". Ha sido una experiencia muy agradable. Es mi segunda participación y ambas excelentes. Es difícil expresar con palabras lo que he sentido allí. Lo intento para que podáis entender porque se te encoje el corazón cuando tienes que partir y dejar allí a un grupillo de personas a las que no sabes si las volverás a ver.

En primer lugar cuentan contigo Pedro y Mariano, unas personas que confían en ti, en tu forma de hacer y tus conocimientos, pero que además te aprecian y lo demuestran con su cercanía y su trato. Aparecen ponentes como Eva, a la que no conoces y te trata como si te conociera y al día siguiente aparece Espido Freire y, un año después de conocernos, se muestra especialmente alegre y cercana. Un lujo tener al lado a este equipo de personas.

Claro que, como en todo curso que se precie, lo más importante y su razón de ser son los alumnos y alumnas que esperan expectantes tanto de nosotros. Sentir desde el primer momento sus miradas atentas y, poco después, las incipientes sonrisas que se dibujan en sus rostros muestran que la cosa marcha. Ante las primeras ponencias se nota el interés, reflejado en su participación, algo que constato desde mi posición cuando me toca hablar del TDAH en la adolescencia. En los descansos se ve que la cosa marcha, la gente sale contenta, sonriente y comentando lo tratado. Todo va saliendo perfecto.

En la segunda jornada, a media mañana, tenemos un debate tan interesante como intenso con un grupo muy participativo. ¿Fracaso escolar o fracaso social? La verdad es que ya la primera palabra es muy poco afortunada para definir un problema de gran calado, ya que un alumno que no va bien en la escuela, no tiene por qué fracasar también en la vida y no ser feliz. Poco a poco nos vamos dando cuenta de que los que estamos ahí somos verdaderos educadores, cada uno desde nuestro trabajo, a pesar de no ser todos docentes y que nuestra preocupación, especialmente por los más débiles, es manifiesta. Por si fuera poco comprobamos que un alumno italiano, un chico muy agradable, con unos sólidos argumentos apoya nuestra preocupación. Al final comprobamos, como afirma el director del curso, que lo que se planteaba como un debate está sirviendo como una terapia en la que todos hemos sacado a la luz nuestras preocupaciones, frustraciones y alegrías cuando estamos ante esos chicos con problemas.

Al final llegas a la conclusión, una vez más, que cuando la gente acude voluntariamente a este tipo de encuentros, porque su vocación y actitud de servicio se lo pide, el resultado, tanto a nivel profesional como personal, es incuestionable. La posibilidad de formarse, de crecer personal y profesionalmente está ahí, querer hacerlo y tener voluntad para ello es más complicado. Ayer me acosté cansado pero contento de haber podido participar en el curso, hoy me he levantado pensando en la gente que ayer dejé en Teruel, un manojillo de amigos y amigas a los que quiero agradecer que han conseguido hacerme estos dos días un poco más humano y algo más feliz.
                      Javier Lozano 22 - Julio - 2015


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