martes, 21 de octubre de 2014

La profecía

Cuando ya he pasado el primer mes de curso con mis nuevos chicos creo que puedo empezar a estar relativamente contento. Un análisis comparativo con otros grupos de los que he sido tutor me hace ver que a estas alturas, aún demasiado pronto, no había conseguido algunas pequeñas metas imprescindibles para una buena convivencia.

Desde el momento en que nos conocimos traté de hacerles ver la importancia de dar una buena imagen ante el resto del profesorado, lo más cercana posible a la realidad. La verdad es que las sensaciones habían sido muy buenas, confirmándose en cierto modo días después en la primera reunión con sus familias donde me confirmaron que eran felices conmigo, incluso muchos de ellos con una autoestima muy baja por experiencias anteriores.

La idea que siempre persigo y que esta vez va dando sus pequeños frutos es que den una buena imagen como grupo, especialmente ante el resto de profesores, que se queden con ella y actúen en consecuencia. Ya sé que eso de que si se desea algo puede convertirse en realidad no es una certeza, pero sí que influye en la manera de actuar del docente ante los alumnos. Siempre, las expectativas que se tienen respecto a un grupo de alumnos provocan un trato que hace que su respuesta se traduzca en comportamientos que finalmente se acercan a lo esperado.

Todo esto sería como aprovechar de manera positiva el tan negativo y despreciable etiquetado de un alumno ya, que partiendo de una situación falsa que definimos, al final conseguimos convertirla en verdadera, es lo que se conoce como profecía autocumplida o efecto Pigmalión por el que si tenemos unas altas expectativas del grupo y ellos lo notan, mayor será la posibilidad de conseguir el objetivo previsto.

El curso no ha hecho más que empezar, ahora el siguiente paso es elevar el rendimiento académico. Espero que habiendo preparado un ambiente en el que se puede trabajar mejor, salpicado de valores como el esfuerzo, el respeto a los demás, etc. y estando todo lo a gusto que un alumno puede estar en el aula, porque seguramente preferiría estar mejor en el parque jugando con sus amigos, podemos empezar a esperar que progresivamente y sin perder nuestra paciencia, poco a poco las cosas vayan cada día mejorando un poco más para conseguir que pasen al curso siguiente el mayor número posible de alumnos. Seguiremos sin prisa pero sin pausa a ser posible con una sonrisa sincera y sin que ninguno de los fantasmas que acechan y pululan alrededor de nosotros en este mundo educativo puedan asustarnos.

                                      Javier Lozano 20 – Octubre - 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario