miércoles, 7 de mayo de 2014

El auténtico protagonista del acto educativo

Hace unos días compartía en Zamora, donde había ido para dar una conferencia sobre TDAH, comida y charla con padres y madres de algunos niños y jóvenes con este trastorno. Tras las conversaciones típicas que surgen en cualquier encuentro de este tipo, comenzaron las que más inquietan siempre a cada uno. Una vez más relajados, y con algo más de confianza tras el ratito anterior, tomando café en otro sitio que permitía hacer pequeños grupos para conversar, se abordaron los temas que realmente más les preocupaban y ahí ya aparecieron los clásicos, los que en todos los lugares te cuentan porque ven que están afectando a sus hijos muy seriamente y nadie sabe cómo darles una solución definitiva y si no, al menos, comenzar a caminar en el camino correcto.

Reconociendo en la mayoría de los casos las situaciones individuales de cada uno, recordando historias muchas veces dolorosas en las que se ha tenido que cambiar de centro, e incluso en casos más extremos, de ciudad, se llega a la conclusión de que las familias, y muy en especial las madres, que aunque no en todos los casos, sí en la mayoría, cargan con la pesada carga que supone educar día tras día, tarde tras tarde, rodeadas de deberes, exámenes y trabajos inacabables en sesiones infinitas a unas personillas que no pueden concentrarse y que son fruto del desánimo porque no suelen encontrar el apoyo que necesitan fuera del hogar, y muy especialmente en el centro escolar.

Una vez analizada una situación, el resto suele ser muy parecida a pesar de ser cada hijo distinto de otro, como también lo son las madres. Lo que constato y no sé si es bueno o malo es que a más de quinientos kilómetros, en Zaragoza ocurre lo mismo, pero que también sucede a miles de kilómetros de distancia en Argentina, México o cualquiera de los países de habla hispana por los testimonios y comentarios que a diario recibo de las madres de allí. Bueno, porque si la causa es común, la solución debería ser fácil de encontrar con un poco de voluntad. Malo, porque llevamos décadas así y nadie mueve un dedo para que esto cambie.

Lo triste es que en la conversación que comentaba al principio, como en todas las que mantengo con familias, en un momento determinado todo el mundo comienza a hablar del maestro/a o profesor/a que tiene su hijo y todo gira en torno a él o a ella como si fuera el protagonista. Llegados a este punto te preguntas para quién estamos haciendo nuestro esfuerzo diario, dejándonos, sino la piel, si un buen número de neuronas. ¿Nos estamos volviendo locos? El verdadero y único protagonista del acto educativo no debe ser otro que el niño o niña que nos espera en el aula cada mañana. Nosotros simplemente somos las personas que debemos ayudarles a encontrar su camino en esta sociedad que ya de por sí es complicada, como para que nosotros le pongamos más trabas.

Javier Lozano 07/05/2014 

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