sábado, 26 de abril de 2014

Nuestros alumnos nos observan

Después de unos días de vacaciones vuelves, como solemos decir todos, con las pilas recargadas. Entras al cole y no tardas en volver a la rutina habitual de una u otra forma, con lo que todo lo que habías conseguido relajarte… pues eso, que se convierte simplemente en un recuerdo y ya empiezas a pensar en las siguientes para volver a repetir la recarga. Sin embargo hay otras situaciones cuya recarga es como esas pilas del conejito que permanecía andando entre otros como él que ya se habían quedado sin energía.

Os cuento. Hace diez años, entre los chiquillos que formaban parte del grupo con el que iba a convivir como tutor durante dos cursos, había uno que no paraba, siempre estaba con aquella sonrisa a flor de piel y su charla continua que hacía que me preocupara su rendimiento y a algunos de mis compañeros que les molestase en clase y distrajera a sus compañeros. Su sicomotricidad no era precisamente la mejor de sus cualidades pero siempre llevaba bajo su brazo un balón de fútbol, su deporte favorito.

Pasó el tiempo y fue superando poco a poco, curso tras curso, secundaria y posteriormente el bachillerato, llegando a la Universidad. Cuando empezaba sus estudios universitarios me lo encontré y, al preguntarle, me dijo qué estudiaba Psicología y que la hacía porque quería ser como yo. Aquello me dejó asombrado, además de hacerme muy feliz, volviendo a darme cuenta del valor del ejemplo, de lo importantes que podamos ser en la vida de nuestros alumnos. Luego nos hemos vuelto a ver de vez en cuando y entre nosotros existe una gran amistad.

Ayer, cuando me dirigía a dedicar un par de libros a una librería para dos amigas, me encontré a su madre. Me confirmó que mi buen amigo Carlos, hoy está cursando, después de Psicología, Lengua de signos, algo que ya me dijo meses atrás mi hija pequeña que coincidió con él en esos estudios. Pero lo realmente bonito, volvió a ser la confirmación una vez más de boca de su madre de aquello que años atrás me dijera él. “Ya sabes que lo hizo por ti. Le bastó conocerte y hablar contigo un par de veces para venir diciendo a casa que quería ser como tú. Y lo ha conseguido. Quiere estar siempre con niños a los que pueda ayudar. No se conforma con críos que les dices toma y ellos dicen ten. Le gustan los mismos que a ti, a los que necesitan que alguien les ayude”.

Todavía resuenan en mí las palabras de esa conversación y la satisfacción de la madre hablando de su hijo, no menor que la mía al saber que mi trabajo una vez más sirvió de algo. Lo que sentí si no es felicidad, se le debe parecer bastante.

                                      Javier Lozano      26/04/2014

4 comentarios:

  1. Qué maravilla me ha encantado, ojalá hubiese muchos profesores como tú !!! Enhorabuena Javier, besos

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  2. Gracias Mercedes, seguro que los hay. Besos

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  3. ¿Es que quien no pensaría así despues de conocerte? Ojalá hubiese algún modo de clonarté, eres casi perfecto, eres un ser humano con todas sus virtudes y, su FALLO, (1) "Anda Javier" cambia "Pilar X Pilas" y despues haber quien se atreve a decir que la perfección no existe. jajaaj
    Un abrazote Maestro.

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  4. Gracias por tus palabras María Elena. No sé yo si lo de ser perfecto es ni tan siquiera bueno. Yo, de momento, me conformo con ir mejorando un poco cada día.

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