martes, 25 de marzo de 2014

El libro inolvidable

Hoy quiero compartir algo muy bonito que me ha ocurrido con toda la gente que me lee, que me escucha, e incluso que me quiere, que sé que también la hay tras algunas pantallas, que se alegra cuando consigo algo bueno y que sufre cuando no estoy bien, porque como todo el mundo tengo mis momentos buenos pero también malos, si no sería un ser extraño y si de algo me alegro siempre es de ser tremendamente normal.

El pasado viernes, uno de mis alumnos de 2º de ESO, aprovechando que estábamos desde hace días a vueltas con los volcanes y los terremotos, trajo un libro bastante antiguo, de esos hechos con la clásica máquina de escribir de las de antes en un colegio cualquiera y encuadernado para uso interno casi siempre. Hizo un comentario en clase de algo relativo al tema y posteriormente vino a mi mesa a comentar algo. Cuando estaba conmigo me dijo que me regalaba ese libro, del que le acaba de decir que era una joya. Me negué pidiéndole que lo guardara para él y el dijo que no, que era para mí. Entonces me explicó el origen del libro y el por qué ese día lo había traído a clase.

Estando de vacaciones este pasado verano en Murcia, una tía suya, le había pedido que le bajara a tirar varios libros al contendedor porque en casa no hacían ya más que estorbar y él obedeció, porque es un chico excepcional. Al tenerlos delante vio que uno era de Ciencias, se acordó de mí y decidió salvarle la vida para guardármelo. Así que en cuanto ha tenido ocasión me lo ha traído para regalármelo con la excusa del tema que estábamos estudiando.

Al escuchar esta bonita historia acepté encantado el regalo encantado, pero le pedí que se lo llevara a casa y me lo trajera con una pequeña dedicatoria para tener un bonito recuerdo siempre. Esta mañana, la primera clase que tenía desde el viernes con él, también la primera de la mañana, ha aparecido con el libro y al abrirlo he podido leer una preciosa dedicatoria que os pongo con su permiso y que he leído ni sé ya cuantas veces. Me ha dicho que tiene la costumbre de firmar con el apellido y que probablemente me olvidaré de su nombre con el paso de los años. Leedlo y veréis como ese nombre, el de mi amigo Alejandro, ese buen alumno pero mejor persona si cabe, será imposible que el tiempo pueda borrarlo.


Javier Lozano 25/03/14

2 comentarios:

  1. Te felicito por este enorme premio¡ Pocas cosas son tan claras, tan bonitas, y le pueden hacer sentir a uno tan tan bien. Enhorabuena.

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  2. Gracias José Antonio. El cariño de nuestros alumnos es el mejor premio a nuestro trabajo a diario. Cuando pasan los años, ver que la vida les ha ido bien y te llevan con ellos en su corazón es el otro, el que más vale, el que dice que hiciste bien tu trabajo con ellos.

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