viernes, 3 de enero de 2014

Educar en el detalle

Esta tarde hemos ido a comprar algunas cosillas para casa. He entrado al aparcamiento y al salir hacia la tienda una pareja pasaba en dirección contraria a un metro de distancia. Les he saludado y como el que oye llover. Ni la mujer con un bebé en su silla, ni el hombre con un carro con la compra han respondido, únicamente él ha mirado y yo diría que hasta extrañado. Poco más allá he esperado a que el ascensor se abriera para meter mi carro. Al abrirse había dentro una señora acompañada, supongo, de su hija. Casi instintivamente he vuelto a saludar y me he quedado otra vez, como suele decirse, con un palmo de narices. Para colmo esta vez ni me han dirigido la mirada, menos mal que han acertado con el carro y no me han atropellado porque verme, verme, no tengo claro que me hayan visto.

La verdad es que a estas cosas no consigo acostumbrarme nunca. Hace poco más de dos meses contaba aquí lo que había observado con unas madres y sus respectivas hijas con el tema de los papeles que se tiran al suelo en la calle. Pues algo parecido, son ese tipo de cosas que uno no llega nunca a entender, pero si  es más fácil hacerlo bien que mal. Aún recuerdo cuando de más joven paseaba por el Pirineo y por cualquier camino te cruzabas con gente totalmente desconocida y lo lógico era un saludo. ¡Ah! Y lo de los papeles ya... cada uno se llevaba los suyos para tirarlos después en alguna papelera.

Todas estas pequeñas cosas que ocurren en el día a día son las que realmente indican el grado de educación alcanzado por una sociedad. Hablando de educar, otra cuestión que mucha gente pasa por alto y que puede ser muy importante es el paso de los semáforos como peatones cuando hay niños delante. Sabemos que nuestros pequeños son como esponjas, absorben todo, especialmente lo que ven. ¿Te has fijado si cuando pasas un semáforo como peatón hay algún niño esperando para hacerlo igual que tú? Yo trato de esperar a ver el hombrecito verde aunque no pasen coches en un rato, porque ellos saben que no debe pasarse hasta ese momento y si lo haces en rojo... Sí, ya lo sé, a mí también me ha pasado que después de esperar se te queda cara de tonto cuando el padre o la madre le dicen al niño eso de ¡hala! vamos a pasar que no viene nadie.

Sólo quería, como siempre, dejar en el aire esta pequeña idea para que pensemos en esos pequeños detalles que nos definen en multitud de ocasiones. Cuando hablamos de educar, muchas veces nos olvidamos de estos pequeños momentos y deberíamos darnos cuenta que la verdadera educación no está en los libros esos gordos que estudiamos en la universidad, la auténtica educación, la que se escribe con mayúsculas es la del día a día, la de la calle, la que se genera en el trato con los demás, con seres humanos semejantes que pasan a nuestro lado y cuyos corazones laten al mismo ritmo que los nuestros, la que hace que todos y cada uno podamos ser mejores, especialmente esos pequeños que tanto esperan de nosotros y a los que debemos enseñar a ser los adultos educados de un mañana que está a la vuelta de la esquina.


Javier Lozano 2-1-2014         

1 comentario:

  1. Estoy encantada con tu último escrito. La verdad es que me pasa muchas veces el darme cuenta de lo que en realidad transmitimos, de las maneras (o la falta de ellas) o de lo que significa ser un ciudadano de este mundo, por decirlo de alguna manera. Es muy gratificante ver que queda gente que ve estas cosas, porque no es en el súper en el único sitio o en la única situación en la que me he sentido sola, diferente o "invisible". Gracias

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