En estos días, entre comilonas, cava y turrones, aparte
de la crisis y cuestiones similares que no alegran precisamente el cotarro, una
de las preocupaciones son los regalos para los niños por Papá Noel o los Reyes
Magos. Aunque el gordito de rojo se ha ido haciendo ya un hueco en nuestros
hogares, aquí en España, creo que seguimos siendo más de Reyes, sí, de los
Magos, a esos me refería.
En realidad, no me
preocupa tanto que seamos partidarios de uno o de los otros, sino que los
niños, influidos todos nosotros por las modas y conveniencias sociales, algunos
incluso por el ridículo y penoso “pues yo más” y arrastrados por el comercio sobre todo de las grandes
superficies comerciales, vayamos como locos a llenarles sus habitaciones de
pingos, de trastos que una vez desenvueltos pasan a ser parte del jugueterío
habitual que les circunda y al que no suelen hacer caso porque siempre vuelven
a ese juguete en el que nadie reparó y que siempre es el que usan, normal y de
lo más simple pero que despierta en ellos ese apego que sólo consiguen las
cosas que les llenan ya que suelen servir para casi todo porque igual corren
que vuelan o nadan, algo que los sofisticados recién llegados no pueden hacer.
En realidad yo
aconsejaría, a quien no haya comprado los regalos a estas alturas y si no que
lo vaya meditando para la próxima ocasión, que pensáramos antes de comprar que
no es lo mismo un juego que un juguete, ambos compatibles. No entraré en las
múltiples diferencias por no aburrir, pues las podemos encontrar en mil lugares
de la red seguramente, sino que bastaría con que pensemos en algunos concretos
de los que tenemos por casa. Será entonces cuando empezarán a brotar de
nuestras mentes esas palabras que muchos olvidan ante el escaparate al ver
juguetes llenos de colores, sonidos, luces y movimientos que nos atraen como a
los pequeños y creemos que ellos alucinarán con ese artefacto. ¡Pues no! Enseguida
al rincón con el resto y encima nos habremos dejado un dineral porque baratos…
no son. Esas palabras como imaginación, creatividad, compartir, sociabilidad y
un etc muy largo sólo suelen fluir de verdad cuando se trata de juegos simples
que permiten al niño inventar, pensar, construir mundos que desbordar su
imaginación y muchas veces nos dejan perplejos.
Sólo quería, sin
demasiada teoría, ni tecnicismos excesivos que no creo necesarios para comprender
algo tan sencillo como las necesidades que tienen nuestros niños y niñas para alcanzar
una formación integral como personas, que pensaras tú que estás leyendo esto en
una escena que seguro has vivido y que, si no recuerdas ya, la habrás visto ante
tus ojos con tus hijos, sobrinos, etc. Día de regalos, montones de paquetes
desenvueltos, exclamaciones, risas y gritos a montón que terminan con un niño o
niña que sale de entre papales arrebullados con el más simple de ellos o
sencillamente se va en busca de su muñeca, coche o pelota preferida y que, a
pesar de estar ya algo “así”, le ha acompañado en sus últimos tiempos a todos
los lados y que nunca olvida cuando sale de viaje. Todavía recuerdo aquella
caja de zapatos repleta de pequeños cochecillos de plástico, de peseta, que llenaron
tantas horas de mi infancia. Y tú ¿Te acuerdas? ¡Haz un esfuerzo! ¿Cuál fue tu
juego o juguete preferido?
Javier Lozano 30/12/2013
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