domingo, 26 de enero de 2014

A mis alumnos/as de siempre

Después de esperar mucho tiempo a que llegara el día, por fin anoche pude reunirme con un grupo de personas excepcionales. Estuve cenando con un grupo de antiguos alumnos a los que, salvo una escasa media docena, no había vuelto a ver desde que salieron con unos 14 años del primer colegio de la antigua E.G.B. donde empecé a trabajar como maestro.

Es difícil describir todo lo que sentí ayer. Hace unos tres años me pasó algo parecido con unos exalumnos de la Escuela donde trabajo ahora y estas navidades con otros de este colegio anterior. Fueron momentos muy entrañables donde vuelves a sentirte querido, donde personas adultas te expresan con palabras salidas del corazón lo importante que has sido en sus vidas sin tan siquiera sospecharlo, porque cuando día a día estás a su lado en el aula, aunque sabes que la teoría es exactamente así, no piensas que realmente pueda ser tan lejano el efecto de tus actos, tus palabras o tu ejemplo y vives la cotidianeidad con la tranquilidad que va dando el paso del tiempo y simplemente sientes esa especia de mezcla agridulce, de tristeza porque se van y de alegría por verles crecer, mientras notas como se te escapan de entre los dedos, como tantos otros que han pasado por nuestras aulas.

Lo que ayer fueron niños que te querían a su manera, muchas veces haciéndote rabiar, son adultos hoy que te lo expresan con palabras, abrazos y besos e incluso con esa mirada que te dice que eres para toda su vida una parte ya de ellos, que siempre has estado ahí en su recuerdo y en su corazón. Al estar a su lado, al compartir cena, conversación y risas, ves que la distancia que marcaba hace 25 años la diferencia de edad se ha estrechado hasta convertirnos en amigos de los de verdad. Nunca habría imaginado en aquellos tiempos tan pasados, que no olvidados, que una variedad tan amplia de personas y caracteres, de formas tan distintas de pensar y de vivir, y de tantas y tantas otras cuestiones que podrían separarnos más que juntarnos, podamos seguir unidos por un cariño que trasciende el tiempo y el espacio. Hasta estuvieron presentes aquellos que por diversas circunstancias no pudieron acompañarnos personalmente pero que estuvieron con nosotros en esencia, e incluso en la distancia, desde el frío Pirineo aragonés en estos meses de invierno hasta esa Alemania que vemos tan lejana y distante en muchos sentidos.

Una vez más, y ya van unas cuantas, unos críos de ayer, nos demuestran hoy con su realidad, con su forma de ser y estar, que debemos seguir con más empeño e implicación si cabe haciendo nuestro trabajo diario en las aulas, porque somos una parte esencial de su vida de hoy gracias a nuestras preocupaciones de ayer. A todos los alumnos que he tenido siempre, a vosotros por la velada de ayer y a cuantos pisen las aulas donde yo habite hasta el último día de mi trabajo, os quiero agradecer el cariño que me devolvéis multiplicado por mucho, aquél que yo os di un día sin saber que me esperaba años después el premio de vuestro reconocimiento.
  
Javier Lozano 26/01/2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario