Esta mañana hemos empezado bien
el día, y digo hemos porque yo he conseguido desencadenar la alegría de dos
personas más, además de la mía, la de un alumno y la de su padre. Uno de mis
chicos, aquel que os conté hace tiempo que creía que las nubes las formaban las
chimeneas con el humo que desprenden, ha recuperado la primera evaluación de
Matemáticas. Ya ayer por la tarde, festivo en Zaragoza, al corregir su examen
de recuperación me animó ver que un chico que tiene serios problemas para ir
superando asignaturas y cursos, conseguía llegar a esa barrera del aprobado que
casi nunca puede alcanzar.
Hemos
entrado esta mañana, y él debía ser consciente de que en esta ocasión había
roto sus esquemas habituales que suelen ser de notas desastrosas, porque nada
más verme me ha empezado a preguntar si ya tenía su examen corregido, que por
cierto tuvo que hacer días más tarde que los demás por haberse tenido que ir
aquel día al médico. Ante su insistencia y tras pasar lista y poco más, me he
levantado, me he acercado a él y le he pedido que me diera un abrazo. Debo
aclarar que es un grupo de niños con bastantes problemas y que habitualmente
vienen ellos y te piden que les abraces, es curioso. Se ha levantado con una
media sonrisa y me ha abrazado, después me he mirado a los ojos y me ha
soltado… “he sacado un cuatro ¿no? Y cuando le he dicho que era un cinco se ha
emocionado.
Íbamos
a empezar la clase cuando me ha dicho… “Podrías
hacerme una foto para mandársela a mi padre” porque él sabe que con su
padre, como con las familias del resto de mis alumnos, mantengo contacto
directo por todos los medios posibles dependiendo del motivo y la relación,
desde “guasap” hasta la típica entrevista, pasando por el teléfono o el correo
electrónico en cualquier momento del día, incluso por este último incluso los
festivos. No lo he dudado ni un momento, he sacado mi móvil (prohibido en horas
de clase, pero la ocasión…) y le pedido a un compañero que nos hiciera una
foto. Ha habido que hacer una segunda porque en la otra no se veía bien claro
el “5” y una “R” que indica que ha recuperado. Seguidamente he enviado la foto
en un correo al padre, al que he visto soltar algunas lágrimas en más de una
ocasión ante las serias dificultades de su hijo, bajo el asunto “Hemos
recuperado Matemáticas”.
Después
del recreo tenía otra clase con este grupo y nada más entrar me ha preguntado
si había contestado su padre. He abierto el correo y ahí estaba. Se lo he leído
“Gracias Javier por todo lo que te
preocupas y haces. A mí también me ha alegrado el día. Yo también espero que le
sirva. Gracias de nuevo.” Tras leerlo y con una amplia sonrisa se ha
sentado a hacer la recuperación que hoy le tocaba de Ciencias de la Naturaleza.
Le he preguntado cómo lo llevaba y me ha dicho que estaba nervioso porque
también quería aprobar ésta. Hoy está lanzado.
Sólo
por este ratito ha merecido la pena madrugar esta mañana, ver la sonrisa de un
niño que cuenta con pocas a lo largo del curso y la alegría del padre que
también las cuenta con los dedos de… una mano y le sobran. Esperemos que la
tarde sea también propicia.
Javier
Lozano 30/01/2014
No hay para menos Javier ,bien vale la pena el esfuerzo de uno al ver el resultado en su rostro.Gracias Javier por tu esfuerzo para todos,un abrazo desde aqui de parte de todos, y sobretodo sigue asi .
ResponderEliminarGracias Elena. Trataré de no cambiar nunca gracias a estos pequeños-grandes detalles que hacen que no olvide que nuestra profesión tiene que estar llena de ilusión y emociones.
ResponderEliminarMe alegra ver que aun hay maestros por vocación. Estoy a punto de ser pedagoga, estoy en el cuarto año, y me sorprende a la vez que me alegra que tengas esa relación tan estrecha con las familias, porque a veces para algunos maestros/as la familia sobra... enhorabuena por tu trabajo, sigue asi, no cambies. Un saludo
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