domingo, 17 de noviembre de 2013

Dios los cría y ellos...

Todos los cursos, sí todos sin excepción, parece como si una mano mágica pasase por encima de cada grupo de alumnos y los distribuyera a su gusto poniendo en compartimentos más o menos separados los diversos tipos que luego podemos observar en nuestra tarea diaria en los centros. Claro, eso en todos, no solo en el que yo trabajo o he podido conocer a lo largo de mi carrera profesional porque esa mano, que seguramente podemos llamar de algún modo desde el mundo de la psicología, la pedagogía, la sociología y seguramente desde alguna más de todas las “gías” posibles, e incluso de las que no, actúa desde que la educación es educación e incluso antes de ella si existió un momento anterior en el que el hombre no se educara de algún modo, consiguiendo siempre fácilmente dicho efecto.

Me pregunto desde que empecé por qué sucederá esto. Alumnos que se juntan con otros de características similares a los que no conocían el curso anterior, e incluso que provienen de otros centros. Ya sé que la base de todo está en sus aficiones, los temas de conversación e incluso lo que llamamos las pintas, esa imagen que parece ejercer también un efecto imán en muchas ocasiones y no siempre para bien. Siempre se oye decir que parece que se atraen o que lo malo se pega pronto, pero lo bueno… Si nos damos cuenta, normalmente cuando suceden este tipo de cuestiones, las atracciones a las que me refiero y que preocupan a padres y profesores, se producen entre chicos y chicas a los que no enganchan los estudios y no siempre, pero si hurgas levemente en sus historias familiares, muchas veces empiezas a encontrarle sentido a muchos casos, no a todos.

En los descansos, este tipo de grupos que se van juntando, terminan en lugares escondidos de los patios, por los pasillos siempre van llamando la atención, en la calle… y así continuamente, pero mi preocupación es, además de reconducir este tipo de situaciones que pueden acabar mal empezando por un casi seguro fracaso escolar, conocer su origen para tratar de evitar que se sigan produciendo, terminando con el futuro académico de muchas personas, aunque en bastantes casos son reconducidos y terminan siendo personas felices en sus vidas con su familia y trabajo a pesar de haberse movido por terrenos más que peligrosos.

Como siempre, como en cualquier problema, lo fácil y no me cansaré de decirlo, es echar la culpa a la sociedad que no tiene nombre y apellidos concretos, pero si somos algo más serios y realmente queremos abordar la cuestión sin miedos y tapujos, deberíamos ver distintos responsables que se encuentran en el entorno de los jóvenes. Desde niños, unos padres que o no han sabido o han delegado sus funciones al azar, a la televisión, al ordenador, a las “maquinetas”, a la calle, o vete tú a saber, pero ahí poco podemos hacer ya. Donde sí que entramos nosotros de lleno es en su vida escolar ¿Estamos preparados para asumir la parte de responsabilidad que nos toca? ¿somos capaces de motivarles para que hagan su trabajo diario? ¿Es el adecuado a su edad? ¿A sus intereses? Lo que se enseña en la escuela ¿les atrae? No sé, creo que las cosas no se están haciendo bien y no me refiero a la mayoría de profesorado implicado y con ganas de sacar adelante a su alumnado. La escuela por mucho que digan está muy alejada de la realidad, de su realidad, de su vida diaria. ¿Qué podemos hacer por estos jóvenes que se nos van de las manos? Porque mientras tanto creo que Dios los cría y ellos…


Zaragoza – 16-11-2013

1 comentario:

  1. Genial, cada articulo me sorprendes mas y mas . Ay!!! en mi caso me has tocado el tema....uf,es complicado.Hay una cuerda invisible que tienes que estar constantemente agarrando y soltando, por un lado tienes que tener mano firme en su preparación y por otro tienes que soltar primero por que van adquiriendo su propia personalidad, no siempre tienes que estar, ni debes protegerles, tienen que aprender de sus errores. Así mismo puedes y no puedes involucrarte en sus amistades. Cuanto más les digas no vayas con tal, más lo hará, pero tienes que estar con el ojo avizor, ante los graves peligros, porque están ahí , acechando, y no se escapa ninguno, porque no es cuestión cultural, adquisitivo...., pero tienes que haber hecho muy recto el árbol, para que sepa eludirlos, o si los toca saber escapar.Tienes que dar libertad, pero no la suficiente,....siempre estas jugando con esa cuerda invisible, que se va haciendo cada vez mas y mas pesada, pero que sabes que no puedes soltar hasta que ya se haya convertido en un joven, adulto y preparado.Gritas, te enfadas, y ,luego te dices: ¡¡¡ dios mio!!! me estoy comportando y diciendo lo mismo que mis padres.....

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