jueves, 24 de octubre de 2013

Valores, esos pequeños detalles

Hace unos días paseaba por la calle y hubo un hecho que me llamó la atención. Una madre y su hija caminaban juntas. La madre tiró la bolsa de patatas vacía que compartían tras tomar de ella el último trozo.  La chica, sin ni tan siquiera mirarla, recogió la bolsa que acaba de caer al suelo y fue a una papelera que se encontraba a pocos metros y la arrojó dentro. La madre ni la miró siguiendo a lo suyo como si lo que acaba de ocurrir no fuera con ella. Se había perdido una auténtica lección de civismo en vez de ser la encargada de darla.

Al día siguiente observé otra escena relacionada con la anterior pero de signo bien distinto. Vi salir del portal de una casa a dos personas, otra vez madre e hija pero distintas. La niña bebía un zumo de un tetrabrik pequeño. Ambas caminaban juntas, la chica terminó su bebida y arrojó al suelo el envase, concretamente al pinar que comenzaba junto a la acera. La madre ni se molestó en mirar. A pocos metros había una papelera, pero el objeto abandonado se quedó en la tierra.

En los dos casos eran las madres las acompañantes y en ambas situaciones las dos siguieron a lo suyo importándoles muy poco lo que acababa de suceder, ni lo bueno en el primero ni lo malo en el segundo. ¿No les importa lo que hacen sus hijas? ¿Dónde está su obligación de educarlas? Difícil de comprender. En cambio una y otra de las pequeñas tuvieron actitudes totalmente distintas. ¿A qué se debe la diferencia entre las chicas si las madres actuaron de forma parecida?

La sociedad habla muy a la ligera de la juventud, de cómo se comportan, de sus actitudes. Creo que no debemos generalizar, pero os puedo asegurar que yo a diario veo que la mayoría tienen un gran corazón. ¡Ya nos gustaría a los adultos muchas veces ser como ellos! Los alumnos y alumnas que frecuento se pegan y riñen de vez en cuando y al minuto ya están juntos de nuevo. Cuando observas en la escuela se nota enseguida quién tiene detrás a alguien que se preocupa, y no me refiero a lo académico, sino a esos valores que van formando a la persona poco a poco, día a día.

Cuento lo que vi porque me descolocó, me dejó desorientado. Si ambas madres actuaron así. ¿Qué hizo que cada una de las hijas actuara de manera tan distinta? ¿No echamos siempre la culpa de todo a la sociedad? ¿Tal vez es más fácil porque no tiene nombres ni apellidos? ¿Educa entonces la escuela? ¿La calle? Me sorprendió y por eso le sigo dando vueltas. A mí me ha hecho pensar algo que parece muy simple pero creo que no lo es. Son estos pequeños detalles a veces los que hacen que nuestro mundo sea como es.

                                               Zaragoza 24/10/2013

2 comentarios:

  1. Me ha tocado ver muchas veces aquello de tirar basuras y que la madre o padre no dicen nada al respecto a sus hijo, es una cuestión de principio básico no tirar papeles en la calle, como no hacer daño a los animales o esperar a que el semáforo de verde para cruzar entre tantas más. La educación de los hijos, sobre todo la de aquellos pequeños principios de cuidados comienzan en casa, con la familia, padres o mentores... Un abrazo y me gustó leerte.

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  2. A mí, leer tu comentario Amanda. Tienes toda la razón. Si desde pequeños y desde la familia fuéramos capaces de inculcar todos esos valores fundamentales en la persona, la sociedad en su conjunto saldría ganando.

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