
Al
día siguiente observé otra escena relacionada con la anterior pero de signo
bien distinto. Vi salir del portal de una casa a dos personas, otra vez madre e
hija pero distintas. La niña bebía un zumo de un tetrabrik pequeño. Ambas caminaban
juntas, la chica terminó su bebida y arrojó al suelo el envase, concretamente
al pinar que comenzaba junto a la acera. La madre ni se molestó en mirar. A
pocos metros había una papelera, pero el objeto abandonado se quedó en la
tierra.
En
los dos casos eran las madres las acompañantes y en ambas situaciones las dos
siguieron a lo suyo importándoles muy poco lo que acababa de suceder, ni lo
bueno en el primero ni lo malo en el segundo. ¿No les importa lo que hacen sus
hijas? ¿Dónde está su obligación de educarlas? Difícil de comprender. En cambio
una y otra de las pequeñas tuvieron actitudes totalmente distintas. ¿A qué se
debe la diferencia entre las chicas si las madres actuaron de forma parecida?
La
sociedad habla muy a la ligera de la juventud, de cómo se comportan, de sus
actitudes. Creo que no debemos generalizar, pero os puedo asegurar que yo a
diario veo que la mayoría tienen un gran corazón. ¡Ya nos gustaría a los
adultos muchas veces ser como ellos! Los alumnos y alumnas que frecuento se
pegan y riñen de vez en cuando y al minuto ya están juntos de nuevo. Cuando
observas en la escuela se nota enseguida quién tiene detrás a alguien que se
preocupa, y no me refiero a lo académico, sino a esos valores que van formando
a la persona poco a poco, día a día.
Cuento
lo que vi porque me descolocó, me dejó desorientado. Si ambas madres actuaron
así. ¿Qué hizo que cada una de las hijas actuara de manera tan distinta? ¿No
echamos siempre la culpa de todo a la sociedad? ¿Tal vez es más fácil porque no
tiene nombres ni apellidos? ¿Educa entonces la escuela? ¿La calle? Me sorprendió
y por eso le sigo dando vueltas. A mí me ha hecho pensar algo que parece muy simple
pero creo que no lo es. Son estos pequeños detalles a veces los que hacen que
nuestro mundo sea como es.
Zaragoza
24/10/2013
Me ha tocado ver muchas veces aquello de tirar basuras y que la madre o padre no dicen nada al respecto a sus hijo, es una cuestión de principio básico no tirar papeles en la calle, como no hacer daño a los animales o esperar a que el semáforo de verde para cruzar entre tantas más. La educación de los hijos, sobre todo la de aquellos pequeños principios de cuidados comienzan en casa, con la familia, padres o mentores... Un abrazo y me gustó leerte.
ResponderEliminarA mí, leer tu comentario Amanda. Tienes toda la razón. Si desde pequeños y desde la familia fuéramos capaces de inculcar todos esos valores fundamentales en la persona, la sociedad en su conjunto saldría ganando.
ResponderEliminar