
Pasado
un rato no muy largo, igual ni veinte segundos, en los que su madre hablaba con
la chica de la tienda, ambas se han levantado para ir a pagar al mostrador
desde la mesita donde le había estado mostrando las distintas gafas que tenían
para la señora. Ha sido entonces cuando la joven que acaba de entrar detrás de
nosotros, tras saludar amablemente, ha dicho algo sobre el crío. Lo va a
despertar. A que lo despierta. En un abrir y cerrar de ojos no he podido
reprimir un ¡¡¡cuidadoooo!!! al ver al pequeño hecho un fardo en brazos del
mayor, que no tendría más de siete u ocho años, y que agachado trataba de
enderezarse con el peso del pequeño de cerca de dos. Los padres, especialmente
él, han corrido a sujetarlo y le han dicho un par de cosas por tratar así a su
hermano, por despertarlo con esa dulzura tan extraña.
Una
vez pasado el incidente han vuelto al mostrador de nuevo para intentar hacer el
pago por segunda vez, mientras la madre trataba algo avergonzada de quitarle
hierro al asunto. Hijo mío, si ya era hora de que despertara peor podías haber
sido algo más cariñoso. La clienta que espera su turno después de nosotros ha
tratado de hacer que la madre se sintiera mejor diciendo que tampoco había sido
tan brusco. Tenía razón, los boxeadores y los que hacen lucha libre lo son más.
Estaban en estas exquisiteces ya con el eterno pago, porque también la tarjeta
de crédito no quería funcionar, como si pretendiera aliarse con el niño, cuando
éste ha empezado a subirse por el extremo del mostrador obligando a la madre a
que le pidiera otra vez un montón de veces que se bajara, mientras la chica de
la tienda paciente, muy paciente, miraba atentamente. Ha sido cuando mi mujer
que estaba a mi lado, y sabiendo mi debilidad por este tipo de pequeñajos, me
ha hecho un gesto con uno de sus ojos para indicarme que ese era uno de los
míos. Yo ya lo había pensado desde que lo he visto al entrar.
Al
final se han dirigido a la calle y cuando los padres con el pequeño del carrito
ya estaban fuera, el niño ha vuelto a entrar. Le han pedido que saliera y lo ha
hecho, pero ha repetido la operación ante los ojos de unos padres desbordados
una media docena de veces. Es que la puerta se abría y cerraba cuando detectaba
la presencia del niño, y eso a él le ha gustado. Por fin lo han tomado de la
mano y la joven que esperaba tras nosotros les ha dicho que se fueran que ya se
lo quedaba ella. Yo también lo había dicho pero, por si acaso bajito porque
mira que si… La madre le ha contestado. Si quieres… no te imaginas lo que
llevas.
Zaragoza
01/10/2013
Muy bueno tu articulo, me he topado varias veces con situaciones parecidas, mi hija sin ir más lejos cuando tenía 6 años detuvo una escalera mecánica en pleno centro comercial y luego mientras miraba una tienda ella se escondía bajo los colgadores circulares de ropa, esos que tienen rueditas abajo, yo la buscaba por todos lados hasta que veía cierto montículo de ropa moviéndose de un lado al otro y ya sabía que debajo de todo eso estaba ella... Un abrazo!!!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado Amanda y te agradezco tus anécdotas. Son geniales. Besos
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