
Cuando
comienza una nueva semana, claro que la veo también como algo que parece no
tener fin, pero más tarde te ves a mitad y en poco tiempo en ese ansiado
viernes que da paso al descanso del fin de semana que nos prepara otro
principio para la siguiente. Y así cada siete días.
A
mí personalmente me cuesta arrancar por simple pereza pero una vez que comienza,
las horas se me escurren de los dedos salvo casos muy excepcionales. No, no
creas que soy un mártir ni un masoca. No, tampoco estoy mal de la cabeza. Te
contaré el secreto, me encanta mi trabajo, al menos su esencia, eso de estar en
clase con esas personillas que están con los ojos como platos esperando nuestra
respuesta, ya sea a nivel de conocimientos, por su comportamiento o por lo que
sea, pero en el fondo siempre afectiva, la necesidad de respuesta, de escucha y
de cariño que todos necesitamos. La otra parte… esa que nos quita tiempo de dedicación
a nuestro verdadero trabajo, estar con el alumnado, llena de reuniones inútiles
(no todas, sólo casi todas), de papeles (casi siempre puro paripé), etc. esa…
la detesto.
Al
final veo que lo que me gusta es estar a su lado y acompañarle día a día, hora tras
hora en su proceso formativo. Hace unos días la madre de un alumno nuevo, en
una reunión, me comentaba que su hijo tenía una sonrisa preciosa a los cuatro
años, que me podía enseñar fotos, pero que la había perdido en el colegio
anterior y que desde que estaba en nuestro centro la había recuperado y me daba
las gracias. ¿Hay algo más bonito que escuchar eso? Espero tener algo que ver en esa recuperación.
Esta
mañana en uno de mis grupos más especiales, los que me hacen disfrutar haciéndome
trabajar de lo lindo con su comportamiento típicamente adolescente con toques
de un infantilismo que parece no querer abandonarles, he recibido el
contrapunto sonriendo una vez más con ellos, como en otras ocasiones os he
contado. En Ciencias de la Naturaleza hablando de la célula, nos preguntaban en
un ejercicio ¿qué es el ATP? refiriéndose a esa molécula que almacena la
energía liberada en el proceso de la respiración celular para luego
transportarla a dónde la célula la necesite. Pues bien, yo, ingenuo de mí y sin
mucho éxito, por hacer una gracia, he dicho en broma… “eso debe ser la Asociación
de Tenistas Profesionales ¿no?” Creo que no han entendido muy bien el chiste y
hemos seguido. Al decirle a uno de ellos que contestara, un buen chico que este
año, tras animarle por los primeros resultados, parece haber empezado con más
ganas, ha contestado demostrando que no me había escuchado… “yo lo miré ayer en
Internet y ponía que era eso de los tenistas”, con la consabida carcajada
general. Le he felicitado, dándole la mano por su trabajo, indicándole que hay
que atender más en clase y que bastaba con haber leído lo que ponía en el libro
cuatro líneas más arriba, pero sobre todo por hacernos sonreír de verdad.
Al
final descubro día a día que si me gusta lo que hago y disfruto de mi trabajo y
de mi gente es porque ellos también me hacen sonreír de vez en cuando, que mi
trabajo en realidad tiene ese intercambio de sonrisas que lo hace único. Me
gusta estar su lado.
Zaragoza
18/10/13
Que bueno es trabajar en algo que te gusta y que bueno es encontrar maestros con verdadera vocación como tu. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarEs cierto. Aunque a veces también lo pasas mal, disfrutar de tu trabajo que es algo que tienes que hacer cada día durante muchos años es una suerte y más hoy que el trabajo es un bien escaso y mucha gente, muy valiosa como profesores y en otro campos no tiene la posibilidad de hacerlo. Gracias y besos Cata
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