Hoy ha sido un día muy especial.
He vuelto a ver a unos buenos amigos de esos que no abundan y que en realidad
son esa familia que la vida dejó fuera de la gente que llaman de tu sangre.
Cosas del destino que él mismo se encarga de arreglar con el tiempo.
Siempre
que te encuentras con personas que te quieren de verdad te ofrecen todo lo que
te tienen, lo material y lo sentimental, y en este segundo caso también todo un
abanico de posibilidades. Recordando cuestiones del ayer hemos llegado a las
cosas de hoy y entre ellas, cosa extraña, ha salido mi preocupación por el
TDAH, a lo que todo el mundo por extensión llama, aunque no sea del todo
correcto, hiperactividad. En el momento que ha surgido de mi boca la palabra en
cuestión, rápidamente me han contando que Pepe era hiperactivo.
Yo
no conocía a Pepe y al interesarme por él, por si podía hacer algo, me han
confesado que se trataba de un perro que vive con otros tres más. Moncho, muy
mayor, con cataratas y casi sin poder andar pasa sus últimos días por la casa,
dando unos ligeros ladridos cuando necesita que alguien le ayude a bajar en
brazos las escaleras, ya que las sube sólo aunque suele intentar ascender antes
de llegar al primer escalón que supone más cercano. Con ellos hay otro que se
esconde cuando llega alguien y no aparece hasta que se va, además de un cuarto
que parece actuar como un perro de los de toda la vida.
Tras
todo un día hablándome de Pepe, al final, me lo han traído a casa para que lo
pudiera conocer. Ha entrado y, en un abrir y cerrar de ojos, ha subido por
todos los sillones del salón, ha recorrido la casa entera y no ha habido manera
de hacerle una foto quieto. Imposible. Eso queda corto con sus días habituales
en los que entra a los dormitorios y aparece con almohadones o lo primero que
pilla convirtiendo el pasillo o lo que mejor le viene en un caos total. Pepe es
un buen perro que reconoce las cosas que hace mal, en serio, es capaz de ladear
la cabeza mientras chasquea la lengua, como disimulando, cuando ha sido él
quien ha hecho algo. Es noble y jamás muerde, lo malo es que no para y no deja
títere con cabeza. Pero al bueno de Pepe, lo quiere todo el mudo porque nadie
duda de su falta de malicia, simplemente como dice la gente que le conoce y le
quiere, es un perro hiperactivo. Yo doy fe de ello, es un buen chaval este
Pepe.
Zaragoza
15/09/13
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