viernes, 16 de agosto de 2013

Manejando distancias

Siempre he creído en las personas, a veces he llegado a pensar que demasiado, aunque enseguida he preferido borrar esta idea de mi cabeza y seguir creyendo. Lo que sí me ha hecho reflexionar mucho, especialmente en los últimos tiempos, es el concepto distancia entre ellas. Por una parte cómo definirlo, por otra como maximizarla o minimizarla independientemente de la cantidad de terreno que exista entre las personas ¡Vamos! Lo que se conoce de verdad como distancia en el mundo físico.

Todos hemos tenido o tenemos una persona muy lejos en un momento concreto y da la sensación que está siempre a nuestro lado, mientras que otra está junto a nosotros y casi ni la percibimos. El papel para qué todo esto ocurra, evidentemente, lo juegan sobre todo los sentimientos, ese manojillo de afectos que nos empuja hacia la otra persona. Por todo esto, la distancia no la marca el cuentakilómetros, sino el corazón con su tic tac, a veces acelerando su ritmo con simplemente una foto, un recuerdo o el sonido del teléfono, incluso hoy en día con multitud de cachivaches electrónicos que pueblan nuestros bolsillos y que son ya como simples prolongaciones de nuestros dedos.

Uno de los factores que mayor influencia pueden tener para que la distancia entre personas aumente o disminuya es el lenguaje utilizado para comunicarse. Debemos cuidar mucho la forma en que lo usamos, casi mimarla, si la persona a quien va dirigido nuestro mensaje nos interesa de verdad. Un gesto de indiferencia o unas palabras que sutilmente pretendían frenar las tuyas, pueden sumirnos en un estado de desaliento que nos ahoga y deprime, consiguiendo abrir una brecha con la otra persona que tarda en cerrarse aunque tratemos de superarlo racionalizándolo, especialmente si nos duele.

Cada uno nos expresamos de un modo y debemos comprender que los demás también, pero es tan importante empatizar con el otro... Por eso, antes de desplegar toda nuestra ingenuidad, impulsividad, rabia,... es necesario sentir cómo siente quien nos escucha al lado o en la otra esquina del planeta, porque una simple mirada, un beso o unas palabras tiernas pueden acercarnos y casi hacernos sentir que nos tocamos con la punta de los dedos.


Cambrils (Tarragona)
       09/08/2013

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