domingo, 31 de marzo de 2013

Mi estrella



La vida recobra su sentido en cada momento, a cada instante. Cada latido que da nuestro corazón es un pasito adelante, un lanzarse a un abismo incontrolado, desconocido, inimaginable... nuestro futuro.

Cada acto de la existencia es como un recodo en el camino de nuestra vida. ¿Qué habrá al doblar la esquina? ¿qué o quién se esconderá al otro lado? La alegría, la ansiedad, la tristeza, el amor... todos ellos pueden esperar y suelen ser fieles compañeros de viaje, aunque juguetones, van y vienen a su antojo y nos sorprenden cuando menos lo esperamos.

No vivir la vida, esconder nuestros sentimientos a los demás, es como negarnos a regar la flor del destino. El aire que respiramos tiene siempre un aroma especial, el que recuerda las pulsaciones del corazón, el vibrar de nuestro pecho ante el inevitable cupido que a todos acompaña siempre.

Cuando el amor que anida en nuestro corazón asoma por nuestros ojos, la vida se ve de otra manera, los colores son más vivos, los sonidos de una canción son más aterciopelados, y hasta parece que los pajarillos hayan afinado sus voces, ganando en ritmo y dulzura.

La vida, siempre llena de sorpresas, nos prepara un amor hoy, algo inesperado, nunca sabremos su duración, su intensidad. Tal vez tenga un sabor especial por las circunstancias de la vida. Sólo se es adolescente una vez y, tal vez, hoy sea mañana y debería haber sido ayer, nunca el reloj bailó tan extraño, ni perdió el tiempo tanto su sentido, ni el espacio se tornó tan amplio y tan urgente.

Hoy, cuando brille la luna, junto a ella, millones de estrellas revolotearán, alegrarán su envolvente oscuridad. Una de ellas será la mía y yo sé cuál es. Brilla y reluce como ninguna, se nota en ella el calor del amor, su incandescencia eterna.


                                               Javier
                                               3/12/99

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