
Hace
ya unos meses, y parece que fue ayer, estuve en Badalona, donde sus gentes me
trataron de maravilla, regalándome un cariño que me impresionó. Yo creía que
aquello no se repetiría y dejó en mí una huella que nadie podrá borrar, no sólo
en lo relativo a la charla y presentación del libro, sino en todos los
aspectos.
Tres
meses y algunos días después me pidieron que fuera a Camas, en Sevilla, una
pequeña población tal vez más conocida por algunos vecinos famosos. Ya por mail
y teléfono me trataron de maravilla. Llegué a la capital y mis sevillanos me
volvieron a tratar con el cariño y la dulzura que ellos portan consigo con
singular naturalidad. En mi estancia se coló un Madrileño que quería conocerme
y que ha pasado toda su vida prácticamente entre Barcelona y Badalona, un señor
del baloncesto, pero sobre todo una gran persona, Aíto García Reneses. Volví
tras la charla y presentación allí encantado de la gente y el trato recibido.
Ahora
vuelvo de Valencia con el sentimiento de haber dejado también allí parte de mi
corazón, porque una vez más el trato de la gente relacionada con el TDAH ha
sido, como siempre, exquisito. Allí he tenido además la suerte de reencontrarme
con un amigo de hace años, fuera del acto al que había ido a esta ciudad. Me
paseó por las hoces del Turia y me enseño más lugares de la zona, acompañado de
varios amigos suyos que ahora lo son también míos, un pequeño puñado de personas
que en sus días de juventud, ya hace algún tiempo, unos cuantos kilos de más y
bastantes canas, en el caso de que quede pelo todavía, pertenecían a un grupo
scout. ¡Qué recuerdos!
Volvía
recordando en mi viaje de vuelta esas últimas horas con familias que luchan
sin descanso por sacar a sus hijos adelante. Ha pasado como en una película
todo este tiempo en que Juanito, que no para de sorprenderme como buen niño con
TDAH, me presenta gente sin parar. No sé cómo ha llegado a mí, como un recuerdo
amarillento, aquella vieja cassette en las que sonaba un poema de Miguel
Hernández, cantado por Cafrune, que hablaba de las gentes de las distintas
zonas de España, entre otras decía… catalanes de firmeza, andaluces de
relámpagos nacidos entre guitarras, castellanos
de alma, valencianos de alegría y aragoneses de casta. No sé si el poeta
tendría razón o no, si estaba o no en lo cierto con sus apreciaciones, pero lo
que sí puedo decir es que desde que pisé Badalona hasta este fin de semana en
Valencia, pasando por Camas y Sevilla, he podido una vez más refrendar una
teoría, tan vieja como sencilla. Siempre hay personas buenas en todos los sitios,
gente amable y agradecida que saber darte lo mejor de sí misma. Gracias a
cuantas personas conocidas o no se han cruzado en mi camino. ¿Cómo no voy a
seguir intentando desde la sencillez y humildad que me han enseñado ayudar en lo
poco que sepa si puedo?
Javier
26/03/2013
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