lunes, 18 de marzo de 2013

El incierto futuro de nuestros niños


Antes oías hablar del paro y sabías que se trataba de personas que engrosaban una larga lista que ocupaba gente que, en su mayoría, te quedaba lejos, que no conocías y aunque te preocupaba, simplemente era eso, un grupo de personas más o menos lejanas que no solías ver habitualmente. Ahora te cruzas con un vecino en la escalera, al que no sueles ver habitualmente pero con el que hay una relación cordial. Le preguntas por su vida, como siempre haces y compruebas que su sonrisa no es como antes, brillante y con ese ojillos entornados, sino apagada y con unos ojos como platos que reflejan preocupación. Lleva ya casi un año sin trabajo. Tras esa breve introspección en su apagado mundo interior, hoy salgo de casa a “disfrutar” un día más de ese bien escaso que es mi puesto de trabajo, con el corazón encogido y pensando en esas personillas que me importan mucho más de lo que ellos y yo siempre hemos pensado, mis alumnos.

La breve conversación anterior me ha dejado tocado, moralmente roto, porque aprecio a ese vecino, pero mientras voy conduciendo sigo con la mente puesta en otro lugar, en otro momento. Cambio de emisora porque las noticias que vomita el aparato de mi coche son todavía más desalentadoras, insistiendo una vez más, no sólo en el tema que me ha dejado mal, sino en todos esos que abundan alrededor de él y que hacen que, lejos de remontar se vaya hundiendo hasta caer a cifras nunca vistas, recortes, desahucios, corrupción…  ¿Qué  puedo hacer para que los críos, que voy a encontrarme en unos minutos con sus pesadas mochilas llenas de libros y cuadernos, pillen el mensaje y no sean pasto de las llamas de este infierno futuro que parece esperarles? ¡La que se les viene encima!

Comienzan las clases y volvemos a la pasividad de unos, a las risas de otros y sólo un reducido número de alumnos trabaja de verdad, en ese campo de minas académicas que supone no tener tranquilidad para hacer las cosas medianamente bien.

Recuerdo que cuando yo tenía su edad, siempre había uno o dos compañeros que no hacían nada y su perfil era poco aconsejable para el resto, por lo que me da la sensación de que se les daba por perdidos prematuramente. Solían ser fumadores empedernidos a su corta edad, callejeros y, aunque el resto no íbamos hechos un pincel como ahora, bastante desarrapados.

Hoy las cosas han cambiado mucho y son bastantes más los que trabajan poco o nada, con un perfil que nada tiene que ver con el de aquellos años. Los que lo hacen de verdad son mirados mal y señalados por el resto y hay una masa anodina que pulula en la mediocridad.

Desde hace mucho tiempo me preocupa esta situación y trato de hacer lo que está en mis manos para revertirla, pero me temo que hace falta algo más que eso. Además de un profesorado implicado y comprometido con estos alumnos, que no siempre existe, o al menos con ganas ¿no haría falta algo más de exigencia por parte de mucho de los padres que están tras estos niños? La mayoría tiene de todo, lo consigue con excesiva facilidad y sin mucho esfuerzo. ¿No deberíamos ponernos de acuerdo, pero de verdad, no sólo de boquilla, unos y otros, para que estos futuros adultos comiencen a valorar lo que tienen, lo que se hace por ellos y lo que cuesta salir adelante en la vida? porque con la que está cayendo y lo que les espera ahí afuera, no tengo yo nada claro que estemos poniendo los cimientos necesarios para la nueva sociedad que nuestros hijos y alumnos se van a encontrar cuando salgan a esa vida tan desconectada de la realidad del aula, aunque eso ya es otro problema más que añadir al cesto de nuestra propia incompetencia.

Javier Lozano
17/03/2013

1 comentario:

  1. Para mi está muy claro. A mis hijos no les ha faltado nada de lo que de verdad es importante.
    Peo TODO lo que han conseguido les ha costado su esfuerzo en mayor o menor grado.
    Hay cosas por las que no pasamos ni mi marido ni yo y lo tienen tan claro desde siempre que, no se si les pasa o no por la cabeza, pero pedirlo no lo piden... Cosas como deportivas de 100 euros o cosas así pudiendo comprarlas mas que decentes por 30...
    Ambos tienen movil pero SOLO lo usan para hacer llamadas estrictamente necesarias, o para escuchar música cuando vamos en el coche o esperamos en alguna consulta.
    Ambos tienen su portátil que usan exclusivamente para estudiar y cuando quieren poner algún juego o necesitan entrar en Internet primero nos piden permiso; por supuesto ninguno tiene cuenta en ninguna red social... Últimamente juegan por Internet una especie de liga de fútbol con un montón de críos del cole y siempre supervisada por nosotros... Además no pueden entrar en el chat de la liga¡¡
    A nosotros SIEMPRE nos felicitan por el comportamiento de nuestros chicos; en el cole, la familia, los amigos, en cualquier lugar...
    Algo estaremos haciendo bien porque son chicos cariñosos, amables, educados, disciplinados cuando es realmente necesario y siempre saben estar en su lugar cuando toca¡¡
    Estoy muy orgullosa de ellos y se que aunque no acaben el insti con las mejores notas de la historia ni de lejos, el día de mañana serán hombres de una pieza, de los que no se encuentran muy a menudo¡¡¡ :)
    Saludos Javier y un besazo¡¡

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