viernes, 22 de febrero de 2013

Dosis de ingenuidad


Este año llevo un curso que no puede catalogarse precisamente de bueno, aunque tal vez sí de los que sirven para curtirse y aprender de unos alumnos que no paran, unos disruptivos que alteran el ánimo y el sistema nervioso, y otros, la mayoría, que si los llevaras de visita a un parvulario, a la hora de marchar sería complicado distinguirlos de los que estaban ya allí a nuestra llegada por su alto grado de infantilismo.

Aunque la mayoría de los días la tensión es continua, éste es nuestro sino cuando toca un grupo así, hay veces que también consiguen arrancarme una sonrisa fabricada desde su mundo fantástico, desde la más absoluta ingenuidad. Os contaré algunas de las ocurrencias de los últimos días que me vienen a la memoria.

Esta misma mañana, en la clase de ciencias de la naturaleza, en un tema dedicado a la atmósfera terrestre, ante el ejercicio que preguntaba de qué están formadas las nubes, varias manos se han alzado intentando decir la respuesta correcta. Al final un alumno ha explicado que las forman pequeñas gotitas de agua suspendidas en el aire. En ese momento la cara de extrañeza y algunos gestos de un niño sentado en mitad de la clase me ha llamado la atención. He querido saber qué le pasaba y su opinión ha sido el sumun de la inocencia… “pero ¿no las hacen las chimeneas cuando echan el humo?” Esta explosión de ingenuidad me ha transportado muchos años atrás donde, en la misma asignatura, un alumno creyó que la explicación de cómo se formaban las olas del mar era otra broma de las mías para amenizar las a veces arduas horas de clase. “Sí hombre, el viento, es broma ¿verdad? Yo sé que son los barcos al pasar, que los veo para el verano cuando voy a la playa”. Era éste el mismo niño que no se creía que los vegetales respiraran, porque nunca había visto a una simple lechuga mover sus hojas como nosotros hacemos con nuestro pecho al tomar o soltar el aire que respiramos.

También en esta misma asignatura, poco después de explicar el asunto de las nubes, ha habido que aclarar que el rocío no se forma sólo sobre los pétalos de las flores e incluso en algunas hierbas, si no que lo hace sobre cualquier objeto. Esta idea que mi alumno se había formado en su cabeza debe ser por culpa de las preciosas postales que, llenas de romanticismo, nos presentas hermosas rosas rojas con una transparente y brillante gota de de cuarto de litro. Así que el rocío selectivo no existe, el rocío es rocío para todo lo que está sobre la superficie terrestre, sea bonito o feo, natural o artificial.

Para terminar quiero aclarar que las anécdotas aparecen en todo tipo de asignaturas y contextos. Hace unas semanas un alumno quería saber cuántos “Gibas” debía tener el pen drive que se había propuesto comprar para poder incluir en él unos cuantos documentales de plantas, mientras que otro al hacer una operación de fracciones, le salía como resultado 3/24, lo que leía como tres “veinticuatronabos”. Tanto a uno como a otro las risas que provocaron en sus compañeros los sacaron de su error.

Al final, después de horas y horas, de días y días de clase, estas cosillas son el poso que va quedando a lo largo de muchos cursos y probablemente sea lo que nos ayuda a seguir, a mantener la ilusión por nuestro trabajo que es por y para ellos, toneladas de ingenuidad que a pesar de los años que van pasando y de lo que la sociedad dice de nuestros jóvenes, en realidad no va desapareciendo, se mantiene ahí para que aprendan con una sonrisa, que bastantes penas encontrarán después en sus vidas. Cuando piensas en todo esto recuerdas por qué un día decidiste entregar tu vida a toda esta gente menuda que tan pronto te hace pasar un mal rato, como te alegra el día con una sonrisa o una simple mirada.

Javier

22/02/2013

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