jueves, 28 de febrero de 2013

Hacia la cumbre



Cada instante de nuestras vidas es un suspiro de eternidad, un deshilachado recuerdo que cae en un olvidado rincón de nuestro particular baúl de los recuerdos, una imagen que irá amarilleándose segundo a segundo, a veces, tristemente, hasta desaparecer desintegrándose y desapareciendo entre el polvo del olvido.

Las imágenes vividas hoy las recreamos en la memoria como fruto de nuestra propia obsesión, como anhelo de un vivir mejor, de unas sensaciones que siempre pasaron por nuestra mente sin hacer demasiado ruido, tal vez para no despertar a nuestra adormecida conciencia que en esos momentos vivía del añorado instante, de ese tiempo feliz que nunca debió terminar, porque después de él todo fue más triste.

Caminando por el tortuoso e incomprensible sendero de la vida, vamos encontrando a nuestro paso infinidad de obstáculos, piedras a las que golpeamos, a veces sin piedad, con una brutal patada para apartarlas de nuestro rumbo sin darnos cuenta de que tal vez ellas nos hagan valorar las flores que lo rodean, pedruscos que al arrancar de él la seca polvareda nos hacen ver, por contraste, el frescor y la humedad recogida en el bosque que lo circunda. Nunca debemos despreciar ni siquiera el más minúsculo de nuestros problemas, acaso tras él se encuentre la respuesta a muchos de los interrogantes que pueden dar a nuestra vida ese sentido del que tal vez carezca.

A veces, sin comprender el por qué, el libro de la vida pasa una página más, nunca sabremos la longitud de cada una de ellas, ni el número de ideas ni conceptos que encierra y nos vemos deletreando una nueva. La historia de nuestras vidas continúa. Tal vez la riqueza de esta novela tan peculiar, lo que la hace única e irrepetible, es que nosotros, protagonistas de la misma, somos los únicos que no abandonamos el reparto de la obra, ya que los personajes que intervienen en cada capítulo y, hasta en cada renglón de sus páginas, son diferentes. Simplemente unos pocos sobreviven página a página, alguno aguanta varias seguidas para desaparecer en el umbral de sus párrafos.

En estos momentos mi camino empieza a subir una gran pendiente, una cuesta de enormes proporciones, una nueva página se ha abierto ante mí, una página en la que escasean las comas y hasta los puntos y seguido para poder descansar lo suficiente. Por supuesto que los puntos y aparte ni se vislumbran en el horizonte cercano. A pesar de todo esto, las fuerzas no flaquean porque no estoy solo.

En mi peregrinar por este mundo en el que, como todos muchas veces, yo también he reconocido la soledad más amarga, he sentido en muchos momentos el valor de la amistad, el amor del amigo cercano que sabe darte la mano en el momento oportuno. Es esa alegría de sentir el calor del amigo cerca, la que hace que esa pendiente en estos momentos esté rodeada de un frondoso bosque que hace más llevadero el camino, que esconde los ardientes y molestos rayos de sol que tanto daño hacen al caminante en la subida a la cumbre. Gracias al acompañante de viaje, hasta las piedras del camino se ven de distinta forma, en ocasiones sirven para sentarnos, descansando en ellas nuestros anhelos e ilusiones y vaciar de nuestras mochilas lo inservible, todo aquello que pesa en la subida y que sólo entorpecía nuestra marcha.

El camino es duro, pero llegaremos juntos a la cima y allí descansaremos valorando el esfuerzo que nos costó subir y todo lo que de nuestras vidas dejamos en el camino. Desde allí contemplaremos y saborearemos el paisaje.

Espero que sigas conmigo hasta la última página. Gracias por darme la mano en esta dura subida.

                                                        Javier
                                                                          
                                                        21/12/96

2 comentarios:

  1. seguro que nunca te faltarán acompañantes porque te mereces todo y más. Un abrazo, amigo

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  2. Cuando tienes a alguien a tu lado que te aparta las piedras y los matojos, que a las rocas les pone una bomba si hace falta, que encuentra el agua cuando tienes sed, cuando tienes frio enciende un buen fuego, que sabe lo que necesitas con solo mirarte; entonces el camino se allana y se vuelve un hermoso paseo que no quieres que termine nunca¡¡¡
    Te deseo que tu camino sea largo y dulce¡¡¡

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