viernes, 20 de septiembre de 2024

"El tiempo sigue su curso"

 

Por fin llegó ayer ese día tan ansiado por un lado y tan temido por otro del último día de trabajo, el de tu jubilación, que plantea una cantidad enorme de dudas, tal vez irresolubles.

Te ves ante un poliedro de muchas caras y demasiadas aristas, tal vez infinitas, cada una de ellas con matices distintos. Algunas duras y cortantes, escondiendo tras ellas recuerdos de una vida que va y viene en el tiempo sin orden ni concierto, de algunos días vividos de los que el olvido no quiere hacerse cargo y engullirlos como hace el tiempo con otros muchos. Otras son muy suaves, algunas nos ponen ante situaciones más o menos creíbles, otras ante deseos y sueños que nunca sabemos si podrán convertirse en realidad, en un futuro que no sabemos el tiempo que podrá durar.

Las caras de este poliedro representan situaciones de nuestra vida, campos de una existencia que ocuparemos con mayor o menor frecuencia en consonancia con nuestro grado de actividad, de salud y libertad, movidos por obligaciones y retos, por ilusiones y frustraciones, las que tiene cualquier ser humano.

Dejar atrás a ese alumnado que ha llenado mis momentos de ilusión por enseñarles la dirección del camino en sus vidas, además de darles herramientas para ser mejores cada día, es duro, por una parte, porque crean un vacío imposible de llenar, pero por otra te libera de muchas responsabilidades que dejas ya en sus manos y en las de la gente que vive con ellos en su día a día. Ya han ido creciendo. Algunos demasiado.

A la hora de la despedida, están las personas con las que has trabajado codo a codo desde hace muchos años. Como en cualquier colectivo humano, los momentos vividos, alegres y tristes, hacen que algunas ya formen parte de ti, de tu vida, de esos momentos que te gustaría repetir y a quienes no quieres soltar de la mano, que no desaparezcan para siempre. A las demás les deseas lo mejor y dejas que sigan su camino. Solo de vez en cuando, tal vez aparezcan en algún recuerdo medio perdido o descabalado de tu existencia.

La nueva vida, después de tantos años de esfuerzo y trabajo, siempre pensando en los demás, me lleva al momento de pensar también un poco en uno mismo y para ello en desarrollar un nuevo tipo de vida, especialmente en el plano mental, sentimental, donde la libertad y la sensibilidad tomen el mando para conseguir llenar el mayor número momentos de alegría, porque como me decía hace unos años una amiga y maestra tras su jubilación, ahora empieza un nuevo momento, una nueva vida y estoy en lo mejor de lo peor.

Fco. Javier Lozano – 20 – septiembre – 2024


sábado, 22 de junio de 2024

"Respeto y otras zarandajas"

Hace unos días volví a vivir una de esas situaciones que te hacen pensar. Muchos años educando personas, ayudándolas a entender que el resto de las que están a su alrededor también tienen una vida y que de nosotros puede depender que sea algo mejor en determinados momentos.

Poco más de las nueve de la mañana, me encuentro en urgencias de un gran hospital de Zaragoza, acompañando a una persona que se siente mal. Ya que el ambiente no suele ser muy agradable en esos lugares, ni corto el tiempo de espera, ayer hasta las cinco de la tarde tras cuatro horas para ser atendido, ves a tu alrededor cosas difíciles de entender. Varios carteles de un tamaño considerable por las paredes indican determinadas prohibiciones que, por mucho que nos pese, son necesarias. En una de ellas, un móvil enorme de color azul está tachado con una equis roja, indicando que no se utilice para hablar dentro de la sala.

Son varios los sonidos que se escuchan a mi alrededor, música sin auriculares y otras de vídeos de diferentes redes sociales, que se nota en determinadas caras a las que molestan, probablemente por un posible malestar general o un simple dolor de cabeza que les ha llevado hasta esa sala de urgencias.

En un momento determinado un señor, de unos cincuenta años con poco pelo y barba, a voz en grito habla de cuarenta kilos de lomo que tiene que vender a la empresa R, pero indicando que de momento no hagan nada por determinadas cuestiones de personas y facturas que no nos interesan a los demás y que a él deberían sonrojarle. Momentos después, tres asientos a mi izquierda, una señora muy arreglada, habla con alguien sobre un enfermo, para pasar en segundos a preguntarle por las vacaciones y qué tal les va en un bonito pueblo del Pirineo aragonés y, durante unos minutos de la cama de un hospital se pasa a los imponentes montes pirenaicos. Lo más curioso del asunto es que el de los cuarenta kilos de lomo me mira y sonríe como haciéndome ver lo mal que hace la señora. Lo de él no lo ha visto, claro.

Así discurre la mañana entre músicas, conversaciones y otras zarandajas, que darían para mucho y que tampoco tienen muy en cuenta el tema del respeto a las personas de nuestro entorno en esos lugares. En un momento determinado necesito hacer una llamada, me levanto y le indico a mi acompañado en un tono prudente, pero que puedan oír los dos de los móviles, que vuelvo enseguida que voy a salir a la calle para hablar. Yo creo que sus miradas se dispersan, no por su actitud anterior, sino simplemente porque el egoísmo en esas y otras situaciones hace que vivan solo su vida, esa en la que los de alrededor, estén enfermos o no, poco les importa, su ego les marca el camino.

De todos modos, espero que cada vez, aunque poco a poco, seamos conscientes de estas y otras situaciones y vayamos mejorando la especie. Tantos años entre mi alumnado me hace pensar, con optimismo, que muchos de ellos ya están en ese camino.

                                                Fco. Javier Lozano, 22 - junio -­ 2024


jueves, 29 de febrero de 2024

"Volver a empezar"


Hace unos días volvía a casa recordando, por las calles de mi querido barrio de Torrero, antiguos negocios, talleres, bares… ya desaparecidos que me trasladaban a mi infancia. Iba a contar todo eso cuando otro fragmento de mi niñez se cruzó entre mis recuerdos y decidí dejarlo para otro día. 

Era por la tarde. Estaba en la librería de mis hijas y salí a la calle para tomar un poco de aire cuando veo acercarse por la acera a un señor empujando un carro de compra. Lo miro, me mira y una sonrisa nos devuelve a un ayer lejano, muy lejano, pero no perdido. Sí, era él, aquel niño de entonces, cinco ó seis años menor que nosotros, los mayores, a los que seguía por la arena de la playa de Peñíscola o la calle donde tenían alquilado su apartamento ellos en Benicarló.

En todos estos años, pues aquel niño ya ronda hoy los sesenta, nos hemos visto un par de veces. También he tenido la suerte de ver a sus padres, una especie de tíos postizos, educados y agradables y hablar con ellos sobre todos aquellos veranos de coches pequeños, utilitarios de los 60 repletos de bolsas, maletas e incluso el Seat 600 de otro amigo de nuestros padres en cuyo portaequipajes, una rudimentaria baca de las de entonces, sobresalía en cubo de una fregona con su mocho como si de una bandera se tratase y que al pasar por algunos túneles de la carretera nacional de la época golpeaba en el techo con intención de caerse. Viajes eternos de ida y vuelta que se alargaban por el calentamiento de aquellos 600 y el 1400.

Como siempre que tardas en ver a alguien haces un recorrido por la familia. El padre ya fallecido, los hermanos a los que casi nuca volví a ver desde entonces salvo en un par de ocasiones casi en la prehistoria de mi vida, su antigua vivienda en la que yo aprendí a ir en bici jugándome la vida de un pino a otro, una Nochevieja en ella en medio del pinar donde estaba ubicada. Y así seguimos hasta volver a la arena caliente de la playa, a las noches del chiringuito donde, bajo la luz de la luna y el rumor de las olas, nosotros corríamos por la arena, mientras las madres y los padres echaban la partida y una charrada hasta que el sueño nos reclamaba.

Ahora que no vuelvo a la escuela más que de vez en cuando, donde recibo el cariño de mis chicos y chicas al verme y de algunos compañeros y compañeras que sé que me aprecian de verdad, sentir que la vida, además del cariño recogido en el trabajo diario después de tantos años, me regala este tipo de recuerdos en blanco y negro, de veranos de tardes interminables, de días de sol, en la que también hubo días de lluvia que disfrutamos con la misma ilusión, es cuando analizas tu recorrido vital y te planteas tantas cosas, tantas ilusiones, tantas personas a las que echas de menos, que casi valdría la pena tener una segunda oportunidad para poder apreciar y valorar con más intensidad cada uno de los momentos vividos y que sabes que jamás volverán. Sería como la película de Garci “Volver a empezar” ¿No te parece?

                                                  Fco. Javier Lozano 27- febrero - 2024

domingo, 19 de noviembre de 2023

"A paso lento"

En este momento parece estar algo más tranquilo. Que lo hayan despertado para venir a la escuela le ha cabreado como siempre, pero algo menos, y esa leche con cacao y las madalenas le han ayudado a empezar mejor su nueva jornada.

Nos hemos saludado con algunas bromas para que empiece más relajado y el trabajo que le han puesto para hoy, una presentación en Power Point de momento, lo mantiene entretenido y trabajando de verdad. Hoy no ha soltado su enfado con esa asignatura diciendo que no le gusta y que la odia como con el inglés, la biología, la lengua, la... bueno como con todas.


Es cuestión de paciencia, de saber estar cerca de él, que sepa que mi intención es apoyarle, no tanto en las asignaturas que hace mientras le acompaño, sino en el control de sus salidas de tono y sus reacciones desmedidas, que más de un compañero y profesores han podido sufrir más de lo aceptable.

Unos días atrás me hablaron de él, unas pinceladas algo preocupantes me pusieron en guardia y, cuando lo me lo fueron a presentar, reconocí en él al chico con el que había hablado ya varias veces al encontrármelo por los pasillos, porque varias horas al día parecía habitar en ellos.

El comienzo de cada hora es igual. Despotrica contra la asignatura del momento y, además de no querer hacer el trabajo encomendado, muestra una gran agresividad mordiéndose el puño como si fuera a pegarte, y a veces la camiseta, una irritación que tengo que aplacar con palabras, bromas y dosis de cariño que pronto le aplacan, al menos unos segundos que nos permiten empezar, otras veces unos minutos que le ayudan a relajarse.

Así llevamos ya una semana, una forma de ayudarle a gestionar situaciones que ya antes de estar conmigo, antes de venir a nuestro centro, eran un verdadero problema para él, compañeros, profesores y cuantas personas se iban cruzando en su camino.

Nada augura un final feliz, existen indicadores que pronostican problemas futuros si no se actúa rápidamente, y aun así la cosa es extremadamente complicada. Hoy, lo único que puedo hacer es suavizarle las horas, que se vaya más tranquilo a casa cada mañana. El otro día vino como siempre y al final conseguí que se fuera con una amplia sonrisa. Todos contentos. Objetivo conseguido.

 

                  Fco. Javier Lozano – 6, noviembre – 2023

jueves, 19 de octubre de 2023

"El silbido de los fuegos"

 

Ya han quedado atrás las fiestas del Pilar. Pasamos en Zaragoza unos días yendo de un lado para otro y, como en todas las fiestas populares, comiendo y bebiendo. La cosa era disfrutar de la calle, la familia y los amigos.

Entre los actos que se organizan y que son multitudinarios, además de conciertos y otras historias, están los fuegos artificiales. El otro día fui a verlos a un parque y las figuras formadas en el cielo, la multitud de colores y sus ruidos mantenían a la gente embelesada.

Pensaba yo mientras en todas aquellas personas que, por su condición de autistas sufren con esas explosiones de ruidos y colores, así como de esos animales, perros generalmente, que lo llevan fatal también. Con todo mi respeto hacia todos ellos quería plasmar hoy otra idea.

Los niños, subidos muchos de ellos a hombros de sus progenitores, seguían las estelas que surcaban el cielo con miradas de ilusión. En un momento dado, sin que mis pensamientos anteriores se esfumaran, unos de los grupos de fuegos lanzados hicieron que mi cabeza comenzara a pensar en otras cosas por sus insinuantes silbidos al ascender antes de explotar. Al ser disparados hacia la oscuridad del cielo entre aquellos árboles del parque su sonido era distinto a los anteriores y me hizo pensar en las noticias de la tele de estos últimos días en la guerra de Israel y la frontera de Gaza, incluso me remontó mucho más atrás a la de Rusia y Ucrania, y a tantas otras que ni sabemos de su existencia y donde las empresas armamentísticas y otros muchos grupos económicos se están forrando a manos llenas a costa de la muerte de muchas personas inocentes, entre ellas niños como los que a mí lado, a hombros de sus mayores miraban el cielo absortos entre ruidos y colores.

Pensé en las personas de la guerra, los que sufren a diario mientras nosotros disfrutamos de nuestras fiestas tan esperadas como merecidas, en esos niños de cara sucia debido al polvo producido por las explosiones y los derrumbes de sus casas y de sus vidas. Imagino sus miradas y sus pensamientos mientras escuchan el silbido de esos fuegos que en la guerra también generan colores y humo, pero a la vez muerte y destrucción.


¿Dónde está la conciencia de los gobernantes? Desde luego lejos de sus egos y sus bolsillos repletos de dinero que huele a muerte, sangre y destrucción. ¡Ya está bien! Como diría el gran humorista Gila ¿Podrían parar la guerra un momento? Y yo añado, si puede ser definitivamente, mejor.

                                                         Fco. Javier Lozano 19 – 10 – 23

martes, 3 de octubre de 2023

"Respeto en el tiempo"


Llevo unas semanas tratando temas como la autoestima y la motivación entre los alumnos de 2º y 3º de E.S.O. a petición de algunos compañeros y, dentro de ellos, surge uno de vital importancia, no solo entre el alumnado sino en el mundo en general. La juventud que puebla nuestras aulas hoy en día serán las personas adultas dentro de pocos años. Se trata del respeto, pero no solamente hacia los demás, sino también el que debemos tenernos a nosotros mismos, que está justo en la base del anterior.

Hablas con ellos y ves en sus miradas, gestos y expresiones, que son conscientes de la importancia real del respeto en sus relaciones, pero partiendo desde ellos mismos. Lo notas cuando los tratas en la relación personal de pasillo o en la calle. Te das cuenta en ese momento que lo realizado por y para ellos, al haber llegado a mentalizar a la mayoría, ha merecido la pena.

De repente tengo dudas de dónde se rompe esa cadena educativa que hace que un joven respetuoso de hoy sea mañana un adulto que parece no haber recibido noticias de que el respeto es fundamental. Todo esto me surgió, aunque pueda parecer extraño, este fin de semana cuando conducía por la autovía, pudiendo comprobar que el efecto del ámbito educativo de las aulas puede disiparse en años posteriores.

En primer lugar, todos hemos podido comprobar que las normas básicas de circulación que todos conocemos, mucha gente no las respeta. ¿Cuántas veces vas conduciendo respetando el límite de velocidad permitido y, uno tras otro te pasan superándolo ampliamente como si quisieran llegar a su destino antes de que acabe el mundo? Del móvil, no he dicho nada, eso lo estás pensando tú, pero tienes razón, también puede ser motivo de accidente y por lo tanto el respeto juega su papel.

Ya el detonante de este pensamiento fue ver cómo entre los Fernandos Alonsos de pacotilla que se lanzan a esas velocidades, hay algunos que ya no es que no respeten dichos límites, sino una de las normas más básicas y que en la vida normal, cuando vamos caminando también existe. Uno iba a una velocidad excesiva, pero el de atrás intentaba adelantarlo y para ello se le pegaba prácticamente en un momento intenso de tráfico en ese punto. No respetaba ni su más mínimo espacio vital, pudiendo provocar un grave accidente en cualquier momento involucrando a muchos de los que íbamos a su alrededor.

Sigo pensando, dónde dejamos el respeto a los demás y, por supuesto, hacia nosotros mismos cuando nos ponemos al volante, poniéndolos en constante peligro. Pensemos un poco más las cosas y que una maquina no haga que los egos, o vaya a saber usted qué, puedan hacer daño a cuantos nos rodean.  

                                               Javier Lozano, 3 – octubre – 2023


lunes, 18 de septiembre de 2023

"Otra vez a tu lado"


Por fin hace unos días llegó el nuevo principio de curso y ya he pasado mi primera semana. Este año, tras algunos meses más por la prejubilación, he vuelto a sentir el cariño de cuantos alumnos tuve en los cursos anteriores. Desde que aparecí por mi centro, y se enteraron de que estaba por aquí, ha sido un continuo bajar chicos y chicas a saludarme a la sala de profesores a preguntar por mí y a contarme, como muchos han hecho siempre, sus vidas.

 Han sido unos meses desconectado del día a día en el aula y, aunque es cierto que ha sido mi vida de los últimos más de cuarenta años, lo he echado de menos en muchos momentos. En otros muchos ya se agradece esa liberación de tareas repetitivas, de papeles y otras historias que poco tienen que ver con el verdadero trabajo de campo al lado del alumnado, acompañado de la tiza y un bolígrafo para resolver sus problemas, por un lado, y de mi sensibilidad para ayudar en lo posible en sus situaciones personales de todo tipo por otro, algo que años después me van agradeciendo cuando te encuentras con ellos por la calle. En los últimos meses he tenido muchos casos que me han ayudado a recordar que algo bien he debido de hacer en todo este tiempo por sus muestras de afecto y cariño. Ya os contaré un día de estos.

En el tiempo que voy a estar estos meses, mi labor consistirá en el acompañamiento de nuevo profesorado en las asignaturas que siempre he dado, o con no tan nuevo apoyando a grupos difíciles o con alumnos concretos que presentan algunas dificultades, no solo académicas, incluso de idioma o mil cosas más de apoyo a personas que llevan una tutoría por primera vez y, por qué no, echar una mano a compañeros o compañeras que necesiten cualquier cosa, aunque no esté reflejado en lo que he firmado para este periodo.

Cómo no, me preocupa ese alumnado del que he estado siempre tan atento, las personas con TDAH, aunque también Síndrome de Tourette, Asperger, acoso escolar etc. Concretamente ayer hablaba con una profesora de este último tema a raíz de un chico diagnosticado, a la vez que analizamos algunos comportamientos de otro aparentemente con rasgos claramente hiperactivos. En cualquier caso, mi objetivo sigue siendo estas personas, tanto los ya conocidos como los que vayan surgiendo. De momento ya hemos quedado para hablar de estos dos últimos casos y poder ver cómo ayudarles lo mejor posible.

                        Fco. Javier Lozano 18 – septiembre – 2023