jueves, 28 de agosto de 2025

Los mensajes contradictorios


Tengo la sensación a diario de que cada vez con más frecuencia se impone en nuestra sociedad una costumbre que se confunde con la buena educación. En demasiadas ocasiones se mandan mensajes contradictorios en la misma frase cuando lo que se pretende es dar una orden. No importa el ámbito, la situación o el momento.

En la carretera, en los últimos viajes, me llama la atención ver en los paneles luminosos que te encuentras por autovías y autopistas una llamada de atención para los conductores, supongo que también para acompañantes que se encargarán de dar la tabarra al leerlos, cosa que tampoco está mal, avisos que piden que cumplamos las normas por favor, como si dicho cumplimiento no fuese obligatorio y dependiera la buena voluntad de cada cual. Ayer leía en uno de ellos “Ponte el cinturón por favor”. No digo que esté mal, pero ¿qué cara pondrías si en el semáforo por el que vas a pasar en un cruce en medio de la ciudad pusiera ”Para cuando se ponga rojo por favor”? Vuelvo a reconocer que no estaría mal, pero bien tampoco pues tenemos que tener claras las normas y las leyes y cumplirlas cuando llega el momento. O el colmo ¿Te imaginas que una vez que te saltas ese semáforo te para el guardia y te dice con dulzura… “corazón te has saltado el semáforo, son doscientos euros de multa y cuatro puntos del carnet”

Como estos hay decenas de mensajes en nuestra vida diaria que se lanzan amparados en la buena educación, no me cabe la menor duda, pero ¿Son efectivos? ¿Lo son tanto como deberían serlo? Yo creo que hacen que la orden, petición o mensaje que mandamos pierda parte de su efectividad. Pongo otro ejemplo. Un niño o una niña hace algo mal. Yo creo más efectivo y acertado pedirle, sin gritos, malas caras ni reproches que recoja sus cosas, que deje de hacer algo que no debe o mil cosas más, pero con un mensaje claro, corto y sin adornarlo con cariño, corazón o palabras por el estilo, precisamente porque le quieres y pretendes que aprenda para la próxima vez. Lo mejor sería, ya habrá tiempo para palabras bonitas, abrazos y arrumacos, que una vez lanzado el mensaje inicial, tras él o después de corregir lo que había hecho mal o dejado de hacer, explicarle por qué debe hacerse bien y entonces, según se vea, agradecer lo hecho haciéndole ver lo positivo de su acción. Yo siempre creo haber actuado así con mis alumnos y siempre he podido comprobar sus reacciones altamente positivas.

Cada uno es muy libre de actuar como crea conveniente o como su conciencia o su forma de ser le diga, pero es mejor que los mensajes sean concretos y dichos con buenas palabras, pero sin edulcorarlos de más.

 Fco. Javier Lozano, 1 de agosto de 2025

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