miércoles, 12 de agosto de 2015

Disfrutando de mi gente


Ya ha pasado algo más de una semana de las fiestas del pueblo. Por fin las he podido disfrutar dos años seguidos. Éste, ni el agua de las tormentas, ni el corrimiento de tierra que evitó que llegara a la Virgen a tiempo para los huevos fritos con chorizo que, junto con muchas más cosas, habían preparado los miembros de la nueva Comisión con mucho trabajo y ganas de agradar, han podido apagar las ilusiones que llevaba una vez más en mi equipaje.

He vuelto a saborear el cariño de la gente de mi pueblo, algo que a todos nos gusta. (Os pongo en representación una foto que me hice con Crise). Aunque ya mucha gente joven no te conoce si no le explicas tus orígenes y algunos ya ni aún con eso, se sigue manteniendo el saludo, algo básico, cuando bajas de la Portilla a la Plaza o subes el camino contrario.

A mí, que me ha gustado siempre hablar con la gente y pasear por sus calles relajadamente como uno más, me ha sorprendido gratamente una cantidad considerable de personas que me han parado para decirme que siguen en las redes sociales mis actividades de aquí para allá en charlas y cursos por toda España, e incluso que leen mi blog, hablándome de algún artículo concreto o de mi libro. Ha sido algo increíble. Además de que tu gente te quiera y valore tu trabajo ¿se puede pedir mucho más? Me siento feliz en Moros.

Por si fuera poco descubrí las cenas de los sábados que organiza Paco en las piscinas, algo que me había perdido en los últimos años por no poder ir tanto como me gustaría. Lo pasé genial compartiendo cena con muchos de los amigos y conocidos de siempre. No será la última a la que vaya. De momento dentro de dos sábados trataré de estar para el chuletón de cierre de cenas de este verano.

Al final de estos días te das cuenta que para ser feliz no se necesitan tantas cosas. He estado conviviendo con mis amigos en casa, en la calle, rodeado de la familia que se preocupa de ti. Ya sé, no hace falta que me lo recuerdes, no lo tenía todo, y es que tener todo tal vez sea imposible, pero he estado muy cerca de tocar la felicidad con la punta de los dedos.

Javier Lozano 12 - Agosto -2015

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