martes, 28 de julio de 2015

La panadería de mi barrio

No he podido aguantarme, lo siento. ¿No hablamos siempre de los negocios de barrio de toda la vida? ¿De emprendedores? ¿No dicen algunos que los jóvenes no quieren trabajar? Seguramente influya en mi caso, y no poco, estar rodeado siempre de gente joven y tener dos hijas jóvenes y ver los problemas que existen para encontrar un trabajo, sobre todo de lo que han estudiado y en lo que pusieron su esfuerzo e ilusiones, además de haber salido de una tienda familiar, que es “la tienda” por excelencia y que hoy lleva mi primo y desde la que os he colgado foto de alguna cata de vino.

En Zaragoza, en el barrio de Torrero, del que siempre me he sentido orgulloso, apareció hace ya casi siete meses una parejilla que había abierto una panadería nueva, con pan de verdad, lo que siempre se ha llamado pan, pan. Entré por probar y estos chicos consiguieron ganarme enseguida con su cariño y su profesionalidad. Que entres en una tienda y veas que te conocen y te tratan como si te conocieran de toda la vida se agradece. No me refiero a los típicos "qué deseas cariño, corazón o similares", vacíos y absurdos de gente que pretende ser amable con un trato como si fueran tu madre, novia o vete tú a saber quién.

Te describo la panadería en pocas palabras. No es la típica tienda de azulejos en paredes y suelos que te deslumbran con ese brillo de recién puesto a golpe de euros, sino suelos limpios a base de esfuerzo y paredes pintadas con ilusión. Es la panadería que huele a pan recién hecho, sí, como olía en el horno del pueblo en mis veranos de niño cuando no aguantaba a llegar a casa para comer un trozo, el coscurro que tanto me gustaba, y me gusta. El ambiente que se respira al entrar es de confianza y alegría, la que emana de unas sonrisas llenas de ganas de agradar y lejanas a la falsedad. Es curioso cómo las personas que entrar hablan entre ellas como lo hace la gente en los corrillos de la calle, cotilleando si es necesario ¿por qué no? los últimos acontecimientos del barrio.

Tras medio año en un local han tenido que trasladarse unos metros más allá al lugar que ocupan desde ayer, mucho más acogedor, más panadería. He estado observando un fenómeno curioso en su traslado. He visto el trasiego de vecinos que iban y venían, entraban y salían. No se trataba de curiosos, si no de gente agradecida por su buen hacer diario que se ofrecían a echar una mano. Eso es que han conseguido hacerse un huequito en sus corazones.

Espero que estas líneas sean simplemente un pequeño homenaje a Vanessa y Miguel, esa joven pareja llena de ilusión que supo desde el primer día ganarse mi confianza, y por extensión a esa juventud harta de vagar por la triste realidad que nos rodea y que lo está pasando mal, que pueda ver en ellos, que un día decidieron lanzarse sin red al vacío que supone jugarse lo poco que se tiene para salir adelante, un pequeño rayo de esperanza.

Te aconsejo que pruebes allá donde estés, que busques tu tienda de barrio, porque seguro que la hay y que pruebes, total poco puedes perder, y tal vez descubras algo que  no conocías y que pueda ayudarte a conocer mejor la realidad que te rodea. Eso sí, si tienes la suerte de vivir en Torrero no dejes de darte una vuelta por “la panadería de mi barrio”


Javier Lozano 28 - Julio - 2015

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