A pesar de estar
convaleciente y de baja por mi operación de vesícula, y aunque en casi
perfectas condiciones, uno tiene madre. La condición de hijo obliga a estar
pendiente de ella por si necesita algo, pero al estar más o menos libre, como
decía por mi reciente intervención, en esta ocasión, además de delegar como
casi siempre, también me he acercado a hacerle compañía mientras el médico
acudía a visitarla por su problema de rodilla.
Ha
pasado el tiempo con el run, run incesante de sus historias, siempre por los
mismos derroteros y contadas mil veces mil cada una de ellas, nombrando las
mismas cosas, personas y lugares. Ya no vale lo de ya me lo contaste, siempre
contesta aquello de a ti no pero a… y tienes que volver a escuchar lo mismo que
a veces, porque no se canse, te dan ganas de decirle que si quieres tú mismo lo
cuentas esa enésima vez a la siguiente víctima.
Al
fin un sonoro timbrazo ha dado con el médico subiendo hasta su tercer piso sin
ascensor. Ella que no le quería hacer ir, a pesar de su estado, porque el buen
hombre no tuviera que subir tres pisos escalera a escalera. Amable, cariñoso y
muy cercano la ha saludado con un “a ver cómo está esta chavala” y le ha estado
mirando su maltrecha rodilla. En un momento determinado ha preguntado lo que
había tomado y le hemos sacado esa bolsa que los abuelos usan a modo
de baúl de los recuerdos de los medicamentos. Hemos extraído de ella un
analgésico, un antiinflamatorio y… ¿qué es esto? una bombilla. Sí señor, con su
cajita y todo, de 40 watios, como una señora y ¡claro! sin dolor de cabeza.
Miradas,
risas y la pobre mujer justificando su error con otra cajita de similar tamaño
que ayer, víctima del inaguantable dolor, equivocó. Mi primer pensamiento por
bromear ha sido pensar en que si eso existiera como tal, igual a mis alumnos
les venía bien. Es que les estoy echando mucho de menos estos días. Luego me he
dado cuenta de que ese no es el camino mejor para el aprendizaje, sino la
motivación, el apoyo y hacer que crezca en ellos la ilusión por aprender.
Al
final, a pesar de las risas me he quedado con la copla. Mira que si inventaran
algo similar a lo que yo estaba pensando, algo que iluminara mentes que… bueno,
a ver si se dan prisa que hay bastante necesidad de ello en esta nuestra oscura
sociedad.
Javier Lozano – 11 – Junio – 2015
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