jueves, 11 de junio de 2015

Cuestión de Luces (Una graciosa anécdota casera)

A pesar de estar convaleciente y de baja por mi operación de vesícula, y aunque en casi perfectas condiciones, uno tiene madre. La condición de hijo obliga a estar pendiente de ella por si necesita algo, pero al estar más o menos libre, como decía por mi reciente intervención, en esta ocasión, además de delegar como casi siempre, también me he acercado a hacerle compañía mientras el médico acudía a visitarla por su problema de rodilla.

Ha pasado el tiempo con el run, run incesante de sus historias, siempre por los mismos derroteros y contadas mil veces mil cada una de ellas, nombrando las mismas cosas, personas y lugares. Ya no vale lo de ya me lo contaste, siempre contesta aquello de a ti no pero a… y tienes que volver a escuchar lo mismo que a veces, porque no se canse, te dan ganas de decirle que si quieres tú mismo lo cuentas esa enésima vez a la siguiente víctima.

Al fin un sonoro timbrazo ha dado con el médico subiendo hasta su tercer piso sin ascensor. Ella que no le quería hacer ir, a pesar de su estado, porque el buen hombre no tuviera que subir tres pisos escalera a escalera. Amable, cariñoso y muy cercano la ha saludado con un “a ver cómo está esta chavala” y le ha estado mirando su maltrecha rodilla. En un momento determinado ha preguntado lo que había tomado y le hemos sacado esa bolsa que los abuelos usan a modo de baúl de los recuerdos de los medicamentos. Hemos extraído de ella un analgésico, un antiinflamatorio y… ¿qué es esto? una bombilla. Sí señor, con su cajita y todo, de 40 watios, como una señora y ¡claro! sin dolor de cabeza.

Miradas, risas y la pobre mujer justificando su error con otra cajita de similar tamaño que ayer, víctima del inaguantable dolor, equivocó. Mi primer pensamiento por bromear ha sido pensar en que si eso existiera como tal, igual a mis alumnos les venía bien. Es que les estoy echando mucho de menos estos días. Luego me he dado cuenta de que ese no es el camino mejor para el aprendizaje, sino la motivación, el apoyo y hacer que crezca en ellos la ilusión por aprender.

Al final, a pesar de las risas me he quedado con la copla. Mira que si inventaran algo similar a lo que yo estaba pensando, algo que iluminara mentes que… bueno, a ver si se dan prisa que hay bastante necesidad de ello en esta nuestra oscura sociedad.

                                                Javier Lozano – 11 – Junio – 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario