viernes, 4 de abril de 2014

Sueño algebraico


Como todos los años por estas fechas expliqué hace unos días a un grupo de 1º de ESO cómo se hacen las tan temidas ecuaciones de primer grado, las más sencillas de momento, eso sí. Una vez más, al llegar a este punto, unos se quitan el miedo de las habladurías que cuentas barbaridades de las pobres hijas del álgebra que nunca se han comido a nadie, hasta la fecha claro, que todo puede pasar. Otros no consiguen aclararse con tantas letras y números revueltos y expresan lo que ya les había avisado que me dirían: “es que me lío con los signos”.

Tengo la suerte de que este grupo es muy trabajador y me quieren un montón, y al día siguiente habían hecho muchas de las sencillas que les había dado para ello. Bien ya... es otro cantar.

Cuando llego al día siguiente por la mañana me para una cría y me dice que no las entiende. No me sorprende porque me lo repite tema tras tema, pero esta vez me sorprende lo que me cuenta a continuación con una cara que no os podéis imaginar. “He soñado con las ecuaciones y se me querían comer”. Tras echar unas risas le pido que me explique y me cuenta cómo estando en su mesa de la primera fila, junto a la mía, las temibles ecuaciones salían una a una de la pizarra y se lanzaban a por ella.  Y ¿Te atacaban los números por una lado y las equis por otro? le pregunto convencido. “Noooooo” -me contesta-. Salían enteras como una línea larga y venían a comerme de golpe”.

Al poco rato, a pesar de esa inseguridad que le persigue desde que empezamos juntos este curso, las volvía a entender como siempre. Hoy sigue haciéndolas bien. Lo que no le conté por falta de tiempo es que la primera vez que tuve que explicarlas yo, en aquel 7º de la ya desaparecida EGB, en mi primer colegio, la noche anterior cuenta la persona que duerme a mi lado que yo también soñé con ellas, que fui capaz de resolver una hablando en voz alta. ¡Eso sí que tiene mérito!

                                                       Javier 02/04/14

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