A veces pienso en la distancia que separa el recuerdo del olvido. En
qué lugar del recorrido se pierden y despeñan los recuerdos de forma
involuntaria. Recuerdos marginados que aparecen como reproches, muchas veces
como silencios abrumadores que golpean los sentimientos. Grandes ilusiones e intenciones
del ayer se convierten en vaguedades y abandonadas actitudes hoy. Ni tan
siquiera surge el reproche, se lo lleva la corriente del río de la rutina que
manipula nuestras vidas, aderezado con miradas a otro lado, como si la existencia
hubiera tomado un desvío alternativo, equivocado según el plan de ruta inicial,
pero muy distinto al anterior.
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