
Cada vez que respiramos vuela de nuestro corazón un sentimiento. Al amanecer, si damos un paseo por la
pradera de nuestra ilusión, encontramos pegadas a las hierbas que cubren
nuestras vivencias, gotas de rocío. Seguro que cada una de ellas es uno de esos
suspiros liberados en la noche anterior.
Aunque caminemos con cuidado, de puntillas, vamos destrozando, reventando
cada una de ellas, que irán explotando una tras otra en millones de minúsculos
y brillantes cristalillos, porque todos lo sueños no se pueden mantener por
siempre ni alimentar indefinidamente, muchos son imposibles de conseguir.
Algunas gotas llegan a caer por su propio peso y se pierden en la tierra de
nuestra existencia, pasando a regar nuestra vida y acrecentando nuestra
experiencia. Muchas veces, de esa humedad que las gotitas dan a la tierra seca
nacen nuevos sentimientos, algunos florecen y nuestros sueños se convierten en
realidad dando flores de bellos y vivos colores, otros al nacer si admiramos sus
primeros y verdosos brotes, presagian una alta y esbelta planta, fuerte y
robusta, tornándose más tarde en pequeños pinchos que a la larga serán las
espinas que no podremos arrancarnos en todos nuestros días.
Si cuando nace la primera, sabemos regarla con los latidos de nuestro
corazón y arrancamos de raíz la segunda con la herramienta más poderosa que el
ser humano tiene, la razón, nuestros días podrán ser más limpios, aunque no
todo serán flores de bellos y vistosos colores, puesto que para que nuestras
plantas den su fruto apetecido deberemos cuidarlas, protegerlas de plagas y
sequías, del frío y el calor. Sólo así podremos pasear por el jardín de nuestra
conciencia de la mano del amor, respirando alegría y felicidad a pleno pulmón.
Lo cierto es que hasta el mejor y más experto de los jardineros sufre para
crear sus mejores flores y verlas florecer limpias y sanas en su hermoso
jardín, clavándose alguna que otra espina que le hacen valorar más si cabe la
belleza de su gran trabajo.
Javier
15-12-1999
Pues sí, las gotas que se pierden tienen también su valor... Son el poso para ayudar a las flores que realmente adornarán nuestra vida a ser tan bellas. Gracias a aquello que aparentemente se pierde crece una fuerza que nos hace valorar las flores de nuestro jardín, separar lo esencial de lo prescindible. Muy bien expresado, una bella (aunque un poco triste) metáfora
ResponderEliminar