martes, 20 de septiembre de 2022

"Primeros pasos del curso"

 


  Tras un extraño verano, muy distinto a otros pasados, por fin han vuelto a llenarse los pasillos y las aulas de esos seres que desde hace ya muchos años han llenado también mis días de trabajo, de buenos y malos ratos, pero sobre todo de ilusión por ayudarles a crecer porque el futuro está a la vuelta de la esquina y la mayoría no tienen ni idea de lo que les espera cuando salgan de esa burbuja que es la escuela, para salir al exterior, a una vida llena de alegrías y penas, de sorpresas de todo tipo.

 En poco más de una semana, mi radar emocional, unido a mis conocimientos pedagógicos y algo de sensibilidad, ha conseguido ir detectando que, tras algunos de mis alumnos y alumnas, siguen existiendo esas circunstancias y cualidades que a veces les hace más complicado su día a día en la escuela. Lógicamente, para estos estamos los docentes, aunque en muchas ocasiones, demasiadas, algunos no sepan qué hacer ante ese tipo de casos o tiren, como vulgarmente suele decirse, por el camino de en medio.

 Encontrar un niño con Síndrome de Asperger -casi todos los años descubro alguno- que encuentra en ti a una persona que le escucha y ayuda, te llena al ver su tranquilidad en clase y su sonrisa mientras trata de aprender cada día más cosas.

 El impacto de entrar a un grupo donde una niña china no sabe ni una palabra fuera de su idioma. A parte de las medidas que le van a poner, yo lo he mitigado empezando con intercambiar nuestros nombres y hacerle ver lo importante que es que sonría. Poco después consigo que, en un bar, un chino me escriba en su idioma en un papel, hola, buenos días y adiós. Nada más verla al día siguiente y saludarla, me contestó y regalándome una bonita sonrisa, me señaló con su dedito pronunció mi nombre.

 Ayer al pasar por un lugar de la escuela, veo a dos chicos. Con uno de ellos ya había hablado dos o tres veces en esta semana al ver su carácter inquieto y algo irascible. Tas preguntarles qué hacían en ese momento ahí, me cuentan que se han metido en un lío con otros chicos y su agresividad está desbocada. Allí paso un buen rato y trato de apaciguar algo los ánimos, aunque no puedo evitar las sanciones que les ponen después.

 Poco a poco iría describiendo lo que ha dado de sí esta semana, pero sería muy largo. La satisfacción de ver sonreír a mis alumnos es la mejor prueba de que hemos empezado bien otro año más. Ya he descubierto también, cómo no, varios con TDAH y alguna que otra cosa más. Eso sí, una de las más agradables ha sido descubrir que al tratar de pasar de uno de mis grupos a varios alumnos para compensar el elevado número con el de otro grupo mucho menos numeroso, nadie quería irse, e incluso muchos han ido viniendo a decirme que ellos quieren seguir conmigo.

 Espero que poco a poco conocimientos y felicidad se unan y pasen un curso provechoso y lleno de satisfacciones.

                                                         Fco. Javier Lozano – 17, septiembre, 2022

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