sábado, 10 de noviembre de 2018

Su lista negra


Hace unos días, al entrar en clase, una chica que siempre me viene contando sus historias, por una vez dejó de hablarme de cantantes y demás famosillos a los que idolatra, e increíblemente también de ese chico de cuarto que la vuelve loca y al que sigue a distancia en los recreos y con sus pensamientos el resto del día.

Al poco de empezar a sacar sus cosas me habla en esta ocasión de lo bien que le caigo y me dice que no todos los profesores le caen igual y se va un poco de la lengua contándome de unos y de otros. Al final me explica el por qué de su afirmación. Me cuenta que ella tiene una lista negra en su cabeza en la que va metiendo a todas aquellas personas con las que, por una cosa o por otra, tiene algún problema o le crean ansiedad.

Como si le dieran cuerda o le hubieran acabado de cambiarle las pilas, sigue a su bola, explicando sus razones para tener esa lista negra que a ella le ayuda a sobrellevar mejor las cosas y a mejorar esa ansiedad que los que están ahí incluidos le crean.

Al fin nos desvela el por qué de su método, el funcionamiento de su mecanismo emocional ligado a esa retahíla de nombres entre los que tengo la suerte de no estar, no tanta como sus padres que como me dice aparecen en un lugar puntero porque claro…

Ella tiene claro que hay gente a la que no soporta, otra que le hace daño y también quien sin más le incordia entorpeciendo su día a día. Entonces, para evitar cabrearse, pegar cuatro gritos, romper algo o cualquier otra acción más menos agresiva o violenta, que sería capaz de hacer empujada por un estado mental de angustia que la llevaría a salirse de sus casillas, prefiere leer mentalmente las personas apuntadas en ese momento y, cerrando los ojos, la rompe en mil pedazos y tras un pequeño instante se empieza a encontrar mucho mejor liberada de todo aquello que le generaban esas personas.

La verdad es que es un método curioso y elemental, tras el que seguro que hay algún adulto, aunque me imagino que no tan fácil de llevar a la práctica, pero si ella le ayuda a sentirse mejor y no hacer daño a nadie, mejor que mejor.

Estos niños cada día me enseñan más cosas nuevas, no paro de aprender a su lado. Así que a partir de ahora a tener cuidado de no caer en la lista negra de esta niña, ni de cuantos día a día se relacionan conmigo, aunque a veces nunca se sabe en determinados casos y con algunas personas. ¿Personas? Bueno. Procuraremos de todos modos, para no hacer también eterna nuestra lista negra según lo que veamos, como ya os conté hace años que decía el hermano de un  alumno que cambiaba una letra en la expresión de mirar para otro lado y así… hacer la lista gorda.

Fco. Javier Lozano, 10 - Noviembre - 2018

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